viernes, septiembre 19, 2008

Principios básicos de economía y crisis financiera

No he escrito nada en el blog en unos días. Siempre tengo algún tema en mente pero mi subconsciente me impedía escribir sobre ellos con la que está cayendo. La crítica obvia es que debería haber escrito sobre la que está cayendo y el contraataque sería que no se debe escribir sobre lo que no se entiende.
¿Qué ha cambiado para que pueda escribir algo sobre la que está cayendo? Lo primero que ha ocurrido es que algunas personas han hecho un magnífico trabajo de desbroce y ya se empieza a ver un poco de luz. Empezando por cerca de casa, Javi y otros amigos me han ayudado a entender algunas cosas. Más lejos de casa, recomiendo el blog de Steven Levitt en el NYT (Freakonomics).
Lo segundo es que a pesar de que algunos digan de nos enfrentamos a un nuevo paradigma a mi me parece que nos enfrentamos a una nueva versión de viejos pares de problemas y oportunidades. Por tanto, me apresto a entrar un poco en el problema usando los principios más básicos de economía y el modelo más simple (dos trogloditas).
Pedir la reducción o la eliminación de determinadas operaciones financieras es equivalente a pedir la restricción o la prohibición de la aviación comercial tras cada accidente aéreo. Eso estaría bien si la aviación comercial se hubiese desarrollado con el propósito explícito de matar gente pero se ha desarrollado para que la gente busque las mejores oportunidades de consumo, producción y relación a una distancia más grande. El sistema financiero es parecido a la aviación. Nos permite hacer las cosas más inverosímiles aunque siempre nos caben dudas de la seguridad del medio que se usa.

El problema básico ahora y siempre,,en el sector financiero y en el del porcino, es la escasez. El intercambio voluntario (mercado) es un sistema de gestión de la escasez como puede serlo una distribución de los recursos escasos dictados por una persona o un grupo (planificación central). El intercambio no es el problema básico (escasez) sino una solución imperfecta en constante evolución como lo sería cualquier otro sistema de gestión de la escasez que se hubiese implantado.

Caso 1.
El troglodita A tiene peras y el B tiene manzanas. Están hartos de comer siempre lo mismo y deciden intercambiárselas una por una. De esta manera, ambos comen peras y manzanas. No es difícil ver que el intercambio lleva mucho tiempo con nosotros para nuestro beneficio y es previo a la existencia de dinero.

Caso 2
El troglodita A tiene tantas manzanas en la primera mitad del año que le duele la barriga todas las noches. En la segunda mitad del año le duele la barriga pero de hambre. Por alguna razón el troglodita B le pasa lo contrario. Por tanto, el troglodita A le da la mitad de su cosecha al B y el B se la devuelve en la segunda mitad del año. Acabamos de inventar el préstamo sin haber inventado el dinero.
Un detalle interesante que aprendí estudiando equilibrio general es qué ocurre si el troglodita A se da cuenta de que las manzanas se conservan en el fondo de la cueva. De algún modo, el fondo de la cueva y el préstamo son sustitutivos. Es decir, que el préstamo puede verse como un cambio técnico equivalente a usar el fondo de la cueva como nevera. Por tanto, podemos esperar dos cosas
a) si los inventos y descubrimientos mejoran nuestra vida el objeto equivalente (el préstamo) también lo hace.
b) que las neveras se hagan cada vez más sofisticadas, que los préstamos también y que siempre haya algún tipo de sustitución entre ellos.
c) poner restricciones a la evolución de los préstamos tiene el mismo tipo de consecuencias que poner freno a la evolución de las neveras.

Los problemas de este intercambio en dos momentos del tiempo surgen de inmediato:
¿Qué pasa si el troglodita B no obtiene una cosecha?
Los intercambios en el tiempo están sometidos a incertidumbre. Ante los fallos del sistema de intercambio podemos volver al dolor de barriga (por hartura y por hambruna) o buscar mejoras en el sistema de intercambio. Una solución obvia es hacer el intercambio con diez trogloditas geográficamente dispersos. Todos los años fallará alguno pero no todos. Por tanto, puedes tener una idea bastante ajustada de cuánto puedes esperar de esos intercambios.
Los problemas se vuelven pronto muy sofisticados aún sin dinero. Dos ideas:
1. ¿Qué pasa si el troglodita B no se molesta en recoger la cosecha? Es decir, como ya ha obtenido su parte del intercambio ahora no tiene tanto interés en esforzarse.
2. ¿Qué pasa si los malos recolectores están siempre dispuestos a aceptar préstamos?

Es decir, los problemas de riesgo moral y selección adversa surgen pronto. En diez días empezará una nueva edición de TEDI donde estudiaremos con gran detalle estos problemas.

El dinero.
Es un instrumento para agilizar las operaciones descritas previamente. Reduce los costes de transacción. Cuando quiero comprar pan no tengo que buscar un panadero interesado en una clase de modelos económicos con riesgo (me dan mareos de hambre sólo de pensarlo). En consecuencia, los intercambios son más frecuentes y beneficiosos pero también más complejos.
Yo no me imagino un sistema de intercambio sin una regulación que
a) los permita y favorezca
b) No cercene las innovaciones
Esta regulación no es ni mucho menos obvia, está en continua evolución y se cometen tantos fallos en ella como en el diseño de cualquier producto sofisticado.

En resumen, los intercambios son una gran cosa, los intercambios en el tiempo (finanzas) son una cosa todavía más interesante y nunca hemos dejado de solucionar los problemas que plantean. Hemos sido capaces de crear las instituciones y las regulaciones que hacen que funcionen con cierta solvencia.
De vez en cuando habrá un accidente grande o pequeño. Lo grande o pequeño dependerá del tiempo que dejemos transcurrir sin pensar en las innovaciones que surgen. Por otra parte, los problemas no serán fáciles de adivinar antes de que ocurran y tenemos que lidiar con ellos cuando están aquí y toman un cariz ciertamente dramático.

lunes, septiembre 08, 2008

Santiago Grisolía en ABC

Un eminente bioquímico de ochenta y cinco años puede permitirse el lujo de escribir un artículo lamentable sobre Economía y mandarlo a un periódico. Ese lujo debería poder permitírselo incluso un bioquímico (*) de veinticinco. Otra cosa distinta es que el periódico acepte publicarlo. ¿No hay nadie que tenga nociones rudimientarias de Economía en el ABC?
(*) o un torero. Un de las mejores frases sobre Macroeconomía que he leído en una década se debe a "El Juli". Ante la pregunta de un periodista sobre sus ganancias contesta: "No tengo nada ahorrado, lo tengo todo invertido". Me la guardo para explicar la ecuación fundamental de la renta nacional si un día tengo que volver a impartir Introducción a la Macroeconomía o Macroeconomía Intermedia.

ABC
Generar empleo, un reto constante
SANTIAGO GRISOLÍA, Bioquímico
Jueves, 04-09-08
MI amiga la doctora María Cascales insiste en que todo tiene un fundamento económico, y parece que tiene razón.
Peter Medawar, distinguido Premio Nobel de Medicina o Fisiología por sus trabajos sobre los mecanismos de rechazo de los transplantes que dio lugar al concepto de tolerancia inmunológica adquirida, es conocido también como filósofo y por la rotundidad de sus frases. Afirmaba que hay disciplinas que se quieren llamar ciencia que no lo son y que no lo pueden ser, como la Economía, porque no pueden predecir, sino que producen teorías y aún así parecen no aprender de experiencias del pasado, cosa frecuente entre los humanos. Pero mi amistad con un gran número de excelentes economistas, entre los que se encuentran los pertenecientes al Alto Consejo Consultivo de la Generalitat Valenciana, compuesto por los ganadores de los Premios Rey Jaime I, me hace, aunque soy bastante consciente de las limitaciones de la economía, con toda mi admiración por Medawar como científico, afirmar que estaba equivocado en su afirmación sobre esta ciencia y sus posibilidades.
Algunos de mis amigos economistas, capitaneados por Juan Velarde, conscientes de la importancia de interrelacionar áreas de conocimiento, realizaron hace una década una reunión en la Fundación Valenciana de Estudios Avanzados sobre Bioeconomía, que podría contribuir a la solución de algunos aspectos de la actual crisis económica. Me refería a esta posibilidad en un reciente artículo publicado en un diario valenciano, pero enviado, tal como se indicaba en él, al Gobierno. Entre las sugerencias propuestas figura la necesidad de tomar algunas de las ideas hoy prácticamente olvidadas del economista británico John Maynard Keynes. Keynes contribuyó decisivamente a la creación de la macroeconomía, y muy partidario de que el gobierno utilizara las políticas fiscales para propulsar la economía en los momentos de crisis. Por todo ello me parece oportuno recordar al lector, que después de todo es el contribuyente, algo de lo que decía Keynes.
En 1936 publicó una compilación de sus ideas bajo el título «Teoría General del Empleo, del Interés y del Dinero». En este volumen aborda los tres aspectos tradicionales de la economía, que las depresiones y el desempleo son hechos de la Providencia; los hábitos de ahorrar y no malgastar en pequeñeces son virtudes; y que cuando un gobierno entra en quiebra generalmente es porque gasta más de lo que ingresa. Una de sus afirmaciones más revolucionarias era que la verdadera causa de la aparición de parados era una política de inversiones insuficiente.
A la filosofía de alterar el presupuesto balanceado la llaman Nueva Economía, pero en realidad no es nueva. Hace ahora más o menos unos 80 años que Keynes se dio cuenta de que los problemas del siglo XX no se podían solucionar con remedios del XIX, como ahora tampoco.
Le pareció a Keynes que el capitalismo sin problemas de política de no intervención debería ajustarse a cambios para mantenerse y sus teorías de cómo modificarlo eran un compromiso entre el espíritu saqueador capitalista y el fervor revolucionario del marxismo. También pensó que debía influenciar a líderes políticos y una de sus más importantes contribuciones fue escribir cartas de consejo a presidentes y ministros, que fueron publicados en su libro «Ensayos de persuasión». Mucho me gustaría que los muchos y distinguidos economistas del país hagan lo mismo.
Keynes afirmaba que la inflación es el comportamiento normal del sistema de libre comercio, que la falta de empleo es la enfermedad que puede matar al capitalismo y que el mayor problema para el Gobierno es precisamente éste.
No quiero seguir con más detalles puesto que se pueden encontrar fácilmente en un artículo muy antiguo pero realista que recomiendo, titulado «The New Economics: a Compromis With Free Enterprise» en The Great Innovators, de los editores de News Front/Year.
Muchos economistas estuvieron con él y su primer objetivo fue el presidente Franklin Roosevelt al que mandó muchas misivas durante la recesión que siguió a la crisis de Wall Street en 1929. Roosevelt, sin duda percibiendo la importancia de las ideas económicas de Keynes, abordó lo que se llamó New Deal.
Pero las crisis financieras no acabaron con las medidas tomadas por Roosevelt, ni con el gran avance económico que significó el final de la II Guerra Mundial para Estados Unidos. Cuando el presidente americano Johnson propuso su Presupuesto Federal al Congreso en 1965, representó una revolución en la política fiscal americana. Por primera vez la Administración planeaba un déficit incluyendo una disminución de los impuestos y un aumento de los gastos gubernamentales como un método de estimular la economía y reducir el desempleo.
Precisamente ahora hay una especie de revolución en EE.UU. porque han descubierto que con el aumento del coste del petróleo el Gobierno de Irak tiene un superávit almacenado en los bancos americanos de cerca de 80 billones de dólares americanos, mientras que el déficit americano es enorme. Por lo tanto, ese dinero debería de gastarse de acuerdo con las ideas de Keynes.
En resumen, Keynes dijo que es responsabilidad del Gobierno estimular la economía en gasto público cuando hay desempleo, aunque los gastos sean superiores a los ingresos.
Creo que es el momento de que el Gobierno y las Comunidades mejoren la inversión en parques, planten árboles en este país, sobre todo en el sur que se está convirtiendo en un desierto. Es el momento de mejorar muchas infraestructuras generales impulsando el olvidado por muchos años sistema de ferrocarriles, no solamente los trenes de alta velocidad, sino también el transporte de mercancías, que absurdamente se traslada mayoritariamente por carretera a un coste muy elevado tanto económico como climático.
Como ejemplo específico ya podría el Gobierno no solamente terminar, como lo está haciendo, la vía rápida por mucho tiempo olvidada Madrid-Valencia, también utilizar y mejorar la antigua red de mercancía del puerto de Madrid que es Valencia. Y como éste hay millones de ejemplos que deberían de hacerse y tener en cuenta.
El doctor Millán Millán asegura que si se creasen bosques de 10 por 10 kilómetros tendríamos lluvia mucho más frecuente en la Comunidad Valenciana que tanto necesita.
Como ya he dicho, parece que olvidamos fácilmente; lo que no es de extrañar, pues sucede en todos los campos, especialmente con las buenas ideas del origen que sean. Quizá porque a todos de jóvenes nos desagrada volver al pasado, en un deseo de ser innovadores. También es cierto que, como he dicho muchas veces, la ciencia no avanza más rápidamente porque los científicos en general somos muy longevos y nos desagrada abandonar nuestras ideas. Habríamos todos de ser más razonables y generosos intelectualmente.
Aunque sea un pequeño ejemplo a mí me alegra, como miembro del Consejo Valenciano de Cultura y por nuestra preocupación por los incendios, el que recientemente ha aprobado un documento sustancial para la protección de los bosques, de la huerta, de los jardines, pero no es suficiente. Se necesita mucho más en ese camino, tal y como indicaba Keynes. Escribo estas líneas con la esperanza de que alguien que realmente sepa de economía se decida a presentar iniciativas que sirvan a nuestros políticos para salir del atolladero.

miércoles, septiembre 03, 2008

Restricciones crediticias

Estos días he estado interviniendo en una interesante entrada del blog de Javi. En esta entrada, Javi se pone dos sombreros: el de buen analista económico que conoce los principales argumentos y, por otra parte, el de empresario que sufre los problemas crediticios actuales.
En enero de 1997, recién llegado de UW-Madison tuve la fortuna de que me encargasen las clases prácticas de Macroeconomía II en la Universidad de Oviedo. En Oviedo llevan muchos años en el sistema cuatrimestral y la macroeconomía intermedia la imparten en el segundo año de Dirección de Empresas y de Economía dividida en dos cursos cuatrimestrales.
Mi situación era la siguiente. Había estudiado macro intermedia en Oviedo más de una década antes y había asistido a cursos tremendamente técnicos de macroeconomía avanzada en UW-Madison (por ejemplo, optimización dinámica en modelos estocásticos). En resumen, las técnicas de análisis no me eran desconocidas pero nunca había pensando libremente en problemas macroeconómicos.
Las prácticas de macro consistían en aburridos ejercicios gráficos y en la resolución de ecuaciones lineales usadas para la representación matemática de los modelos. Yo reconozco que es necesario hacer ese tipo de trabajo pero no me satisfacía completamente. Por tanto, apliqué a la enseñanza los dos siguientes principios:





La libertad y hacer las cosas a mi manera consistía en reflexionar sobre la aplicabilidad de los modelos con las lecturas divulgativas de Krugman y en tratar de aplicar los modelos a la lectura de la prensa económica. Allí estaban Javi, Matias, Lucia y otros mirándome con ojos extrañados pero interesados. Por eso me hace gracia ver a Javi usando argumentos que se analizaban en aquellas prácticas.
A los que no estuvieron allí les recomiendo que lean la historia de la cooperativa de cuidado de niños que aparece en varios libros divulgativos de Paul Krugman. Tras la lectura, desaparecerá vuestro miedo a pensar en política monetaria, tipos de interés, bancos centrales, etc.
Es gratificante ser libre y poder pensar a vuestra manera ...