JOSÉ MANUEL CAMPA. La Nueva España. 25 de Febrero de 2007
Hace una semana, participando en el consejo de administración de una empresa con sede asturiana, se preguntó sobre un proyecto cuyo lanzamiento hacía dos años que se había propuesto en el consejo y que, sin embargo, aún no se había iniciado su fase de implementación. A continuación prosiguió una larga explicación por parte del equipo directivo de una serie de interacciones con entidades públicas, organismos de desarrollo regional, organizaciones cívicas, empresas públicas, empresas mixtas, organismos autónomos y demás entes para llegar a la conclusión que el proyecto se encontraba bloqueado sin perspectivas de iniciación a corto plazo.
La razón no estaba clara, o al menos no quedó clara, más allá de que más de una vez, y a partir de una propuesta inicial positiva por parte de una de las entidades copatrocinadoras del proyecto, la interacción de al menos un subconjunto de los distintos entes indicados arriba había terminado bloqueando el proyecto.
Como ya se puede intuir, éste es un artículo interesado. Pero interesado no sólo por lo anterior sino porque durante los últimos años he participado en más de una mesa redonda e intervención sobre las carencias y necesidades de la economía asturiana. También se han escrito multitud de editoriales y artículos al respecto, incluidos algunos por mí mismo. Por suerte para Asturias, este debate ha evolucionado desde las carencias estructurales asturianas hacia los factores para explotar el potencial de crecimiento en Asturias. Ya no se trata de reestructurar, despedir, cerrar empresas, sino de todo lo contrario, de dinamizar la actividad económica a través de atraer y crear empresas en Asturias. O sea, de renovar Asturias.
El paso del tiempo y el desarrollo económico han jugado a favor. La globalización y el avance tecnológico junto con el proceso de reestructuración industrial han ayudado mucho. Una de las grandes ventajas que presentan las nuevas tecnologías es la pérdida de importancia de ventajas tradicionales vinculadas a la geografía para la localización de las empresas. Los recursos naturales son cada vez una fuente menos importante de localización. Las distancias físicas importan menos para un conjunto cada vez más importante de la economía. Además, Asturias ha realizado un esfuerzo grande en infraestructuras de transporte y tecnologías de comunicación e información que la colocan en una situación comparable al resto del territorio nacional.
Sin embargo, la experiencia del primer párrafo es un ejemplo muy cercano de uno de los factores que más impacto está teniendo en la determinación de la competitividad mundial de países: la eficiencia de sus instituciones. Los factores indicados con anterioridad hacen que la calidad de las instituciones, su eficiencia, y su objetividad estén en el centro del poder de atracción de la actividad económica.
No debe pues sorprender que los índices de competitividad y de desarrollo mundial pongan un énfasis cada vez más importante en estos aspectos como determinantes de la localización de empresas y del crecimiento sostenido. Desgraciadamente, España recibe en estos aspectos las puntuaciones más bajas de todo el conjunto de criterios utilizados. Por ejemplo, el «Global competitiveness report 2007» del World Economic Forum califica la ineficiencia de la burocracia en las entidades públicas, el favoritismo (que no la corrupción) en las decisiones de las entidades públicas, y el coste burocrático para el lanzamiento de una empresa como unas de las principales desventajas competitivas en España. Estos factores se encuentran ya a niveles similares a la inflexibilidad del mercado laboral o la falta de capital humano, y sólo por detrás de los costes vinculados al terrorismo.
Estas dificultades se muestran más predominantes en aquellas zonas donde la vinculación del sector público a la actividad económica es mayor. Asturias es una de ellas. El peso de la empresa pública ha disminuido sustancialmente en su actividad productiva, pero la burocracia pública se mantiene a niveles altos. En parte se debe a las transferencias gestionadas por el sector público, en parte a la baja tasa de actividad de la región, que hace que un componente importante del gasto de los hogares se vincule todavía a transferencias, vía pensiones, salarios y otras compensaciones sociales, al sector público. Esta preponderancia es muy notable en la creación de empresas, donde la disponibilidad de ayudas públicas para la creación y el desarrollo del tejido empresarial ha sido más preponderante. Las ayudas públicas por empresa creada, empleo generado, e inversión realizada son más altas en el caso de Asturias que en el resto de España. Esto no debería sorprender dado la mayor cantidad de fondos disponibles para este fin en Asturias.
Ahora bien, no basta con la existencia de estos fondos para el desarrollo de una dinámica de creación de empresas y actividad económica. Se necesita una eficiencia y coordinación de la asignación de los mismos que sea generadora neta de actividad en Asturias. Según un estudio de la Universidad de Oviedo, el número de empresas en Asturias habría crecido en un 6,2% durante el período 2000-04. Este crecimiento es menos de la mitad del 13,4% para el conjunto de España, y por debajo de otras comunidades autónomas de similar tamaño, una próxima como Cantabria (9,9%) y otra más lejana e involucrada en el Arco Mediterráneo como Murcia (21,1%). Crear una industria asturiana renovada necesita unas instituciones renovadas.
Se podría argumentar que el bloqueo del proyecto es debido a la falta de diligencia del equipo directivo. Pero ésa sería la pregunta incorrecta, puesto que mostraría una actitud subyacente de unas administraciones prepotentes y controladoras más que colaboradoras e incentivadoras. Debe ser labor de una eficiente administración el buscar los proyectos y asegurarse que consiguen el mejor uso posible para los recursos que gestionan. Ayudar a las empresas y atraer a las empresas facilitando las cosas. Después de todo, la empresa es de nueva creación, tiene crecimientos anuales del 50%, ha salido a Bolsa y ha incorporado anualmente más de 300 empleados. Las presiones en sus equipos directivos para dirigir y gestionar ese crecimiento son constantes y las alternativas que se le plantean también.
Se preguntará el lector avispado por qué no seguir adelante sin la ayuda. De nuevo, a mi parecer, la pregunta incorrecta. Obviamente, la pregunta correcta es por qué no disfrutar de algo a lo que tienes derecho. Si la ayuda existe, y cumplo las condiciones objetivas para la misma, sería estúpido no solicitarlo. Que la discusión sea sobre la valía o no del proyecto me parece bien, pero si para que la ayuda sirva para algo no basta con que exista, debe ser ejecutable en tiempo y forma adecuados.
Seguro que el proyecto de la empresa a la que me refería al principio no es el único que se plantea en Asturias. Además, como asturiano, hasta me encantaría escuchar que no es el mejor de los posibles para Asturias, o ni siquiera deseable, ya que existen múltiples y muy válidas oportunidades alternativas y no hay espacio para todos. Perfecto, se acabó la discusión. Pero que el bloqueo no sea por los detalles de su implementación. Puesto que la peor ironía sería que, aunque exista consenso sobre su interés para la región, el proyecto se haga sin beneficiarse de, ni beneficiar a, Asturias, y que lo verdaderamente cierto al final sea el refrán: «Mucho ayuda el que no estorba».
José Manuel Campa, profesor de IESE Business School.
Hace una semana, participando en el consejo de administración de una empresa con sede asturiana, se preguntó sobre un proyecto cuyo lanzamiento hacía dos años que se había propuesto en el consejo y que, sin embargo, aún no se había iniciado su fase de implementación. A continuación prosiguió una larga explicación por parte del equipo directivo de una serie de interacciones con entidades públicas, organismos de desarrollo regional, organizaciones cívicas, empresas públicas, empresas mixtas, organismos autónomos y demás entes para llegar a la conclusión que el proyecto se encontraba bloqueado sin perspectivas de iniciación a corto plazo.
La razón no estaba clara, o al menos no quedó clara, más allá de que más de una vez, y a partir de una propuesta inicial positiva por parte de una de las entidades copatrocinadoras del proyecto, la interacción de al menos un subconjunto de los distintos entes indicados arriba había terminado bloqueando el proyecto.
Como ya se puede intuir, éste es un artículo interesado. Pero interesado no sólo por lo anterior sino porque durante los últimos años he participado en más de una mesa redonda e intervención sobre las carencias y necesidades de la economía asturiana. También se han escrito multitud de editoriales y artículos al respecto, incluidos algunos por mí mismo. Por suerte para Asturias, este debate ha evolucionado desde las carencias estructurales asturianas hacia los factores para explotar el potencial de crecimiento en Asturias. Ya no se trata de reestructurar, despedir, cerrar empresas, sino de todo lo contrario, de dinamizar la actividad económica a través de atraer y crear empresas en Asturias. O sea, de renovar Asturias.
El paso del tiempo y el desarrollo económico han jugado a favor. La globalización y el avance tecnológico junto con el proceso de reestructuración industrial han ayudado mucho. Una de las grandes ventajas que presentan las nuevas tecnologías es la pérdida de importancia de ventajas tradicionales vinculadas a la geografía para la localización de las empresas. Los recursos naturales son cada vez una fuente menos importante de localización. Las distancias físicas importan menos para un conjunto cada vez más importante de la economía. Además, Asturias ha realizado un esfuerzo grande en infraestructuras de transporte y tecnologías de comunicación e información que la colocan en una situación comparable al resto del territorio nacional.
Sin embargo, la experiencia del primer párrafo es un ejemplo muy cercano de uno de los factores que más impacto está teniendo en la determinación de la competitividad mundial de países: la eficiencia de sus instituciones. Los factores indicados con anterioridad hacen que la calidad de las instituciones, su eficiencia, y su objetividad estén en el centro del poder de atracción de la actividad económica.
No debe pues sorprender que los índices de competitividad y de desarrollo mundial pongan un énfasis cada vez más importante en estos aspectos como determinantes de la localización de empresas y del crecimiento sostenido. Desgraciadamente, España recibe en estos aspectos las puntuaciones más bajas de todo el conjunto de criterios utilizados. Por ejemplo, el «Global competitiveness report 2007» del World Economic Forum califica la ineficiencia de la burocracia en las entidades públicas, el favoritismo (que no la corrupción) en las decisiones de las entidades públicas, y el coste burocrático para el lanzamiento de una empresa como unas de las principales desventajas competitivas en España. Estos factores se encuentran ya a niveles similares a la inflexibilidad del mercado laboral o la falta de capital humano, y sólo por detrás de los costes vinculados al terrorismo.
Estas dificultades se muestran más predominantes en aquellas zonas donde la vinculación del sector público a la actividad económica es mayor. Asturias es una de ellas. El peso de la empresa pública ha disminuido sustancialmente en su actividad productiva, pero la burocracia pública se mantiene a niveles altos. En parte se debe a las transferencias gestionadas por el sector público, en parte a la baja tasa de actividad de la región, que hace que un componente importante del gasto de los hogares se vincule todavía a transferencias, vía pensiones, salarios y otras compensaciones sociales, al sector público. Esta preponderancia es muy notable en la creación de empresas, donde la disponibilidad de ayudas públicas para la creación y el desarrollo del tejido empresarial ha sido más preponderante. Las ayudas públicas por empresa creada, empleo generado, e inversión realizada son más altas en el caso de Asturias que en el resto de España. Esto no debería sorprender dado la mayor cantidad de fondos disponibles para este fin en Asturias.
Ahora bien, no basta con la existencia de estos fondos para el desarrollo de una dinámica de creación de empresas y actividad económica. Se necesita una eficiencia y coordinación de la asignación de los mismos que sea generadora neta de actividad en Asturias. Según un estudio de la Universidad de Oviedo, el número de empresas en Asturias habría crecido en un 6,2% durante el período 2000-04. Este crecimiento es menos de la mitad del 13,4% para el conjunto de España, y por debajo de otras comunidades autónomas de similar tamaño, una próxima como Cantabria (9,9%) y otra más lejana e involucrada en el Arco Mediterráneo como Murcia (21,1%). Crear una industria asturiana renovada necesita unas instituciones renovadas.
Se podría argumentar que el bloqueo del proyecto es debido a la falta de diligencia del equipo directivo. Pero ésa sería la pregunta incorrecta, puesto que mostraría una actitud subyacente de unas administraciones prepotentes y controladoras más que colaboradoras e incentivadoras. Debe ser labor de una eficiente administración el buscar los proyectos y asegurarse que consiguen el mejor uso posible para los recursos que gestionan. Ayudar a las empresas y atraer a las empresas facilitando las cosas. Después de todo, la empresa es de nueva creación, tiene crecimientos anuales del 50%, ha salido a Bolsa y ha incorporado anualmente más de 300 empleados. Las presiones en sus equipos directivos para dirigir y gestionar ese crecimiento son constantes y las alternativas que se le plantean también.
Se preguntará el lector avispado por qué no seguir adelante sin la ayuda. De nuevo, a mi parecer, la pregunta incorrecta. Obviamente, la pregunta correcta es por qué no disfrutar de algo a lo que tienes derecho. Si la ayuda existe, y cumplo las condiciones objetivas para la misma, sería estúpido no solicitarlo. Que la discusión sea sobre la valía o no del proyecto me parece bien, pero si para que la ayuda sirva para algo no basta con que exista, debe ser ejecutable en tiempo y forma adecuados.
Seguro que el proyecto de la empresa a la que me refería al principio no es el único que se plantea en Asturias. Además, como asturiano, hasta me encantaría escuchar que no es el mejor de los posibles para Asturias, o ni siquiera deseable, ya que existen múltiples y muy válidas oportunidades alternativas y no hay espacio para todos. Perfecto, se acabó la discusión. Pero que el bloqueo no sea por los detalles de su implementación. Puesto que la peor ironía sería que, aunque exista consenso sobre su interés para la región, el proyecto se haga sin beneficiarse de, ni beneficiar a, Asturias, y que lo verdaderamente cierto al final sea el refrán: «Mucho ayuda el que no estorba».
José Manuel Campa, profesor de IESE Business School.