El escándalo de la casi definitiva instalación del tranvía en León aparecerá en los libros de política de los próximos siglos.
Existe unanimidad absoluta en la creencia de que el sector público tiene capacidad para resolver cualquier problema con independencia del grado de conocimiento sobre éste o la política que se adopte. Los que no compartimos esta creencia somos mirados con creciente recelo por todo el mundo. Esta creencia está relacionada con las ansias religiosas del ser humano. Básicamente, han bajado a Dios del cielo y lo han puesto en el Ayuntamiento. Voy a referirme a esta religión como estatalismo.
El caso del tranvía debería servir para hacer caer del caballo a mucha gente. No obstante, para caerse del caballo sería necesario tener nociones sobre el mayoritariamente desconocido concepto matemático de división. Como muchas otras religiones en el pasado, el estatalismo se encarga de que sus fieles no dispongan de los elementos básicos de razonamiento que desmontarían el tinglado. En esta clave, se puede entender el papel del sistema educativo y los medios de comunicación de masas.
Voy a intentar luchar, una vez más, contra la religión oficial del estatalismo usando datos publicados en el día de hoy en El Diario de León.
La factura será de 84 millones de euros, una vez sumado el IVA, que serán abonados por la empresa adjudicataria a cambio de la titularidad de la explotación durante un periodo de 40 años. Cuatro décadas en las que el Ayuntamiento tendrá que aportar, «a partir del 2012, un canon por disponibilidad del tranvía inferior a los 6 millones de euros». «Esta cifra será menor, puesto que las empresas ofertarán a la baja, además de que disminuirá con los ingresos por el billetaje, la publicidad en las marquesinas, las subvenciones o la entrada de un teórico consorcio de transporte», citó Gutiérrez, quien avanzó que la suma de estos conceptos puede hacer que «a lo mejor acabe no teniendo coste para el consistorio», e insistió en que «será uno de los proyectos más rentables de la ciudad».
División 1
El Ayuntamiento reconoce que va a poner seis millones de euros cada año para este tema. Seis millones divididos entre cuatro son 1,5 millones de euros siguiendo el teorema de Grandes. Haciendo la cuenta como enseñaban los maestros de los pueblos son 1,5 euros por viaje.
Mi impresión es que la gente no está dispuesta a pagar esa cantidad por viajar en un tranvía que no viene ni va a ninguna parte. Las necesidades de los ciudadanos son más diversas que la línea monolítica del tranvía. Sin embargo, este caracter monolítico del tranvía se adapta bien a creencias míticas y religiosas y a régimenes de tipo comunista.
Un detalle importante es que la estimación de viajeros del Ayuntamiento no es más que un número elegido para cuadrar un poco las cuentas. Es completamente legítimo hacer el cálculo con dos millones de viajeros (3 euritos por viaje) o con un millón (6 euritos por viaje).
División 2
Dividir 6 millones de euros entre 84. El resultado es 0.071. Multiplicado por cien da 7,1% . Este es el rendimiento que se le garantiza a Acciona por haber gastado 84 millones de euros en una infraestructura de dudosa necesidad y utilidad.
En ausencia del ingreso garantizado, Acciona debería pensar mucho el recorrido del tranvía, asegurarse la validez de la estimación de viajeros y, sobre todo, entender la relación entre el número de viajeros y su voluntad de pago por ir en el tranvía. Es decir, si regala el billete podrían ir cuatro millones de viajeros pero si lo cobra a 1,5 euros iría casi siempre vacío.
Sin embargo, si se le garantizan los seis millones de euros por adelantando ¿Por qué habría de preocuparse por el itinerario o el número de viajeros? De hecho, una rentabilidad asegurada del 7,1% no está nada mal. Los mercados de capital pueden ofrecer más pero sólo como pago a la aceptación de un nivel de riesgo.
Por otra parte, si tuviese que cubrir la inversión con los billetes vendidos se pensaría si el coste de construcción es realmente de 84 millones o si existe alguna posibilidad de rebajar esa cifra. En el presente caso en que se garantiza el rendimiento, no hay ningún incentivo para ahorrar en la construcción.
En definitiva, se trata de un despilfarro del dinero de varias generaciones de Leoneses basado en una nociva superstición: el Ayuntamiento tiene la solución para tu problema aunque no sepas cuál es el problema.
Existe unanimidad absoluta en la creencia de que el sector público tiene capacidad para resolver cualquier problema con independencia del grado de conocimiento sobre éste o la política que se adopte. Los que no compartimos esta creencia somos mirados con creciente recelo por todo el mundo. Esta creencia está relacionada con las ansias religiosas del ser humano. Básicamente, han bajado a Dios del cielo y lo han puesto en el Ayuntamiento. Voy a referirme a esta religión como estatalismo.
El caso del tranvía debería servir para hacer caer del caballo a mucha gente. No obstante, para caerse del caballo sería necesario tener nociones sobre el mayoritariamente desconocido concepto matemático de división. Como muchas otras religiones en el pasado, el estatalismo se encarga de que sus fieles no dispongan de los elementos básicos de razonamiento que desmontarían el tinglado. En esta clave, se puede entender el papel del sistema educativo y los medios de comunicación de masas.
Voy a intentar luchar, una vez más, contra la religión oficial del estatalismo usando datos publicados en el día de hoy en El Diario de León.
La factura será de 84 millones de euros, una vez sumado el IVA, que serán abonados por la empresa adjudicataria a cambio de la titularidad de la explotación durante un periodo de 40 años. Cuatro décadas en las que el Ayuntamiento tendrá que aportar, «a partir del 2012, un canon por disponibilidad del tranvía inferior a los 6 millones de euros». «Esta cifra será menor, puesto que las empresas ofertarán a la baja, además de que disminuirá con los ingresos por el billetaje, la publicidad en las marquesinas, las subvenciones o la entrada de un teórico consorcio de transporte», citó Gutiérrez, quien avanzó que la suma de estos conceptos puede hacer que «a lo mejor acabe no teniendo coste para el consistorio», e insistió en que «será uno de los proyectos más rentables de la ciudad».
División 1
El Ayuntamiento reconoce que va a poner seis millones de euros cada año para este tema. Seis millones divididos entre cuatro son 1,5 millones de euros siguiendo el teorema de Grandes. Haciendo la cuenta como enseñaban los maestros de los pueblos son 1,5 euros por viaje.
Mi impresión es que la gente no está dispuesta a pagar esa cantidad por viajar en un tranvía que no viene ni va a ninguna parte. Las necesidades de los ciudadanos son más diversas que la línea monolítica del tranvía. Sin embargo, este caracter monolítico del tranvía se adapta bien a creencias míticas y religiosas y a régimenes de tipo comunista.
Un detalle importante es que la estimación de viajeros del Ayuntamiento no es más que un número elegido para cuadrar un poco las cuentas. Es completamente legítimo hacer el cálculo con dos millones de viajeros (3 euritos por viaje) o con un millón (6 euritos por viaje).
División 2
Dividir 6 millones de euros entre 84. El resultado es 0.071. Multiplicado por cien da 7,1% . Este es el rendimiento que se le garantiza a Acciona por haber gastado 84 millones de euros en una infraestructura de dudosa necesidad y utilidad.
En ausencia del ingreso garantizado, Acciona debería pensar mucho el recorrido del tranvía, asegurarse la validez de la estimación de viajeros y, sobre todo, entender la relación entre el número de viajeros y su voluntad de pago por ir en el tranvía. Es decir, si regala el billete podrían ir cuatro millones de viajeros pero si lo cobra a 1,5 euros iría casi siempre vacío.
Sin embargo, si se le garantizan los seis millones de euros por adelantando ¿Por qué habría de preocuparse por el itinerario o el número de viajeros? De hecho, una rentabilidad asegurada del 7,1% no está nada mal. Los mercados de capital pueden ofrecer más pero sólo como pago a la aceptación de un nivel de riesgo.
Por otra parte, si tuviese que cubrir la inversión con los billetes vendidos se pensaría si el coste de construcción es realmente de 84 millones o si existe alguna posibilidad de rebajar esa cifra. En el presente caso en que se garantiza el rendimiento, no hay ningún incentivo para ahorrar en la construcción.
En definitiva, se trata de un despilfarro del dinero de varias generaciones de Leoneses basado en una nociva superstición: el Ayuntamiento tiene la solución para tu problema aunque no sepas cuál es el problema.