martes, agosto 04, 2009

Comerse la cáscara de la naranja

Ayer tuve que eliminar una entrada del blog en la que hablaba de la corrupción. Nunca lo había hecho antes y espero no tener que hacerlo muy a menudo. La verdad es que cuando me salgo del análisis económico básico e intento dar una opinión política por moderada que sea las cosas se vuelven bastante complicadas.

Algunas razones para borrar la entrada:


1. Cuando la escribí no relacioné la vuelta de Alfonso Guerra con el archivo de la sentencia del caso Gürtel en Valencia. Horas después de publicar mi entrada caí en la cuenta de que quizás no era una casualidad. No sólo se habían recuperado entrevistas suyas durante el fin de semana sino que a la hora de la sentencia él leía versos en la cadena SER. Por tanto, mi entrada era de una inocencia enternecedora.

2. Los ánimos de mis lectores no eran proclives al análisis sosegado.
Básicamente, los que se sienten cercanos al PSOE braman por la calidad de la sentencia mientras los que no se sienten cercanos miran para otro lado. Si la sentencia hubiese sido la contraria los lectores simplemente intercambiarían los papeles. Mi blog trata de ser un espacio de análisis donde sea posible la abstracción. En este caso, la abstracción consiste en poder salir de tus prejuicios, poder ponerte en la piel de una persona de otra inclinación política o incluso en la piel de una persona que esté viendo el espectáculo desde otro país.

3. Como economista estoy profundamente disgustado.
Imaginate que te pongan una deliciosa naranja encima de la mesa un día que tienes hambre y sed y tú tomas la "inteligente" decisión de comerte la cáscara y dejar el resto. Así nos comportamos los españoles con relación a la corrupción. Usamos los indicios de corrupción para atacar a un rival político difícil de vencer dialécticamente en los foros pertinentes o en las urnas. Sin embargo, existe evidencia econométrica sobre los efectos de la corrupción en el crecimiento económico. Es decir, cuando nos parezca que nuestros salarios no son adecuados, que no tenemos medios suficientes para enseñar o que una parte de la población no recibe la ayuda que merece deberíamos pensar en el día que usamos la lucha contra la corrupción como arma en una cacería política y no como parte de un programa de reformas políticas y económicas.

Estas son mis reflexiones el día después de mi resbalón.

1. Yo me sentiría muy incómodo si un compañero de la universidad apareciese con un traje caro en el examen de septiembre y se empieza a saber que es el regalo de un alumno. Por la misma razón, no me siento cómodo con este tipo de cosas en la política. Sin embargo, éste no es el nivel actual de transparencia de nuestro país. Si queremos este nivel nos queda mucho por trabajar. Algunos ejemplos:

a. Yo suelo acudir a dos o tres congresos anuales. Algún proyecto en el que esté involucrado paga una parte, la universidad paga algo y yo pago el resto. Viajo en el medio más barato y me alojo en hoteles modestos. El congreso suele ser en instalaciones universitarias o públicas. Mis amigos médicos acuden a "seminarios" ocasionales en restaurantes caros y los congresos son en hoteles de lujo con un intenso programa social y acompañante. Suelen estar financiados total o parcialmente por la industria farmaceutica.
b. El encargado de compara las bombillas de un ayuntamiento acude varias veces al año a congresos sobre "avances" del sector bombillero. El congreso suele ser en Punta Cana, Tailandia, etc. Los gastos todos pagados por los fabricantes de bombillas.

2. Ayer descubrí que la corrupción política no puede tener un tratamiento exclusivamente judicial. Oscar, un antiguo alumno que es abogado y economista afirmaba que se había demostrado que las acusaciones contra Juan Guerra eran falsas. Yo creo que la descripción correcta es que no se pudo demostrar que las acusaciones eran ciertas y ése es el criterio de absolución. Sin embargo, ese criterio es demasiado liviano para afrontar un programa de transparencia política. Algo así como que no hay problema si no te pillan con las manos en la masa.

5 comentarios:

Rubén González dijo...

Ayer por la noche llegué a casa y más tranquilo me disponia a leer y comentar el post. Pensé que había un problema con la red ya que me mandaba nuevamente al tranvía cazurro.

Me parecio un análisis interesante el que hacías, me parecio una discusión rica la que tenías con Oscar en facebook. No creo que fuese tan ofensivo ni tan delicado lo que tratabas como para tomar tan drástica medida.

Carlos Arias dijo...

Lo escribí sin saber lo de Camps, sin saber que Alfonso Guerra estaba en la SER en el mismo instante. Adicionalmente, si el pájaro es de tu partido te sirve con una exoneración judicial si es del partido contrario no sirve ni con el fusilamiento. Yo creo que este es mejor y hay un contenido económico del que estoy seguro: nos estamos comiendo las mondas de la naranja.

Rubén González dijo...

Date cuenta que en el otro también había un contenido importante. Si estos jetas van a salir siempre de rositas qué sentido tiene que con el dinero de todos haya una administración de justicia para sus cochinadas.
Hasta Ana Obregón se contrademanda por injurias, estos no, les acusan pero no tienen interés en iniciar un nuevo proceso para dejar su honor en alto no siendo que si siguen escarbando salgan sus miserias a la luz.

Carlos Arias dijo...

Esa idea es interesante.
Juan Guerrra no fue condenado en ninguna de las dieciocho causas en que estuvo implicado. Mi impresión es que no se pudo demostrar su culpabilidad. En ningún caso, se demostró la falsedad de las acusaciones. Mi intuición es que si las acusaciones son falsas se puede proceder contra el acusador. Pero, seguramente es difícil demostrar que las acusaciones son falsas. El sistema de garantías para proceder a la condenas es muy fuerte.

Carlos Arias dijo...

Imaginate que estás buscando una persona que cuide a Alonso y se presenta una que acaba de salir sin condena de dieciocho juicios de maltrato infantil. Imaginate que estás buscando un contable para tus empresas y llega uno que acaba de concluir dieciocho juicios por estafa y apropiación indebida.