miércoles, octubre 24, 2007

Premios Nobel víctimas de la televisión basura: Ochoa y Watson.

¿Es posible cruzarse por la calle con un varón con una estatura de 2,50 metros? Si la población se distribuye normal con una media de 1,75 y una desviación de 0,10 es posible pero muy poco probable. De hecho, sólo un 5% de la población estaría por encima de 1,95 o por debajo de 1,55.

Luís Figo está casado con una modelo sueca de gran belleza, discreción e inteligencia. ¿Es posible que esté interesado en una mujer poco agraciada que muestra sus limitaciones intelectuales a grandes gritos en la tele? De nuevo, es posible, pero muy poco probable. Hace años un juez sentenció no sólo que era poco probable sino que más allá de una duda razonable era falso. Por ese motivo, el juez condenó a los autores del bulo a publicar la sentencia en las páginas centrales de varios diarios de tirada nacional y a pagar una indemnización mareante a una ONG que Don Luís había señalado al comenzar las acciones judiciales.
Hace unos años mi madre me conminó a entrar en el salón de su casa a ver un programa de la tele. El cebo era bueno: “Hijo, están hablando de Severo Ochoa”. Piqué como un barbo y lo que allí se trataba merece una entrada de blog.
Allí estaba Sara Montiel mostrando en la tele los estragos físicos del paso del tiempo y las consecuencias a largo plazo de usar poco el cerebro. Algunos científicos de la actividad cerebral han generado teorías sobre la plasticidad del cerebro. Al parecer, si hay actividad intelectual el cerebro crea nuevas conexiones neuronales aunque alguna se haya estropeado por edad o enfermedad. Sin embargo, si no hay actividad intelectual el cerebro no tiene necesidad de crear los circuitos alternativos y el daño es permanente. En definitiva, la artista afirmaba, sin prueba alguna, que el Dr. Ochoa había tenido una relación adúltera con ella.

El uso del cálculo de probabilidades no despeja muchas dudas sobre este hipotético suceso. Sara Montiel era en aquella época una mujer muy atractiva. Él era un individuo relativamente joven, en buena forma física, rendido admirador de la belleza en sus diversas formas (biología, pintura, música, mercedes 500 corto descapotable blanco hasta los 90 años) que llevaba más de veinte años encerrado en laboratorios de medio mundo. Un día se presenta solo en una fiesta y se sienta junto a una mujer cuyo equivalente actual sería Scarlett Johanson. Es decir, no era una pálida modelo de pasarela a la que convidarías a una ración de morcilla por lástima. A partir de estos datos, cada uno puede calcular mentalmente las probabilidades del suceso.
El verdadero problema es la irrelevancia de que este suceso sea cierto o falso. Severo Ochoa no pasará a la historia por esa hipotética anécdota sino por una fantástica combinación de inteligencia, suerte, capacidad de trabajo y testarudez. Mi interés por este escándalo se debe a que es un signo de un preocupante problema de nuestra sociedad. A casi todos, un día de nuestra vida un médico nos dirá que nosotros mismos o alguien muy querido tiene una grave enfermedad de mal pronóstico pero que, afortunadamente, todavía queda un resquicio de esperanza. Esa esperanza depende en mayor medida de los más de sesenta años que pasó Don Severo encerrado en diversos laboratorios que de la presunta juerga neoyorquina. Sin embargo, estamos más dispuestos a pagar por ver a alguien bajándose los pantalones en la tele que a pagar a un coetáneo para que se pase su vida en el laboratorio.

Por fin, llego a mi muy admirado Jim Watson. Aparentemente, el Dr. Watson ha hecho unas confusas declaraciones de las que se podría deducir que cree tener evidencias de que los negros son menos inteligentes que los blancos. Por supuesto, que Watson no cree semejante estupidez y su mensaje es mucho más profundo e inquietante: la genética es la responsable de determinados fenómenos (por ejemplo, la esquizofrenia del propio hijo de Watson) y negar la evidencia científica no ayudará a solucionarlos. Pero raudos como el viento aparecen los nuevos sacerdotes de lo políticamente correcto buscando infieles que quemar. Además, por alguna razón que no entiendo, siempre terminan quemando a la persona equivocada por no poder entender la complejidad de su herejía.
Las teorías evolutivas están teniendo un impacto impresionante en, por supuesto, la biología moderna pero, sorprendentemente, también en la economía. La ciencia se ha visto obligada a explicar porqué individuos aparentemente idénticos tiene reacciones diferentes a los mismos estímulos. Por ejemplo, ¿Cómo se puede explicar que los estadounidenses de origen africano tengan tasas de fallo cardiaco y renal muy superiores a todas las demás razas?
La teoría desarrollada por Roland Fryer, economista de la Universidad de Harvard es realmente sorprendente. Aparentemente, una gran cantidad de esclavos morían deshidratados en las terribles travesías trasatlánticas de los barcos negreros. Los supervivientes eran personas con una bioquímica de la sal muy particular que, al mismo tiempo, les permitía sobrevivir con escasez de agua y tener tendencia a sufrir hipertensión.
Los negreros pronto descubrieron el truco y ya sólo compraban esclavos en origen con esta característica para optimizar la supervivencia en el viaje. De hecho, Fryer se inspiró en un grabado que representaba a un tratante de esclavos lamiendo a un esclavo potencial para ver si estaba saladito. Como consecuencia de esta selección perversa, los descendientes de aquel grupo de personas tienen, por término medio, una grave tendencia a problemas coronarios.

Pongo la foto del Dr. Fryer para que se vea que es negro. De este modo, los apóstoles de lo políticamente correcto no correrán a quemarle en la plaza pública de la televisión basura y el periodismo amarillo. Lo interesante de esta discusión es que sólo se le permite hacer este tipo de análisis a personas de raza negra. De otro modo, su medio de vida en primer lugar y su propia vida en segundo correrían grave peligro. Sin embargo, el análisis del Dr. Fryer puede ser más útil para las personas con este problema que todas las quemas de infieles de la nueva religión de la corrección política.

Finalizo con algunos ejemplos científicos de desigualdades entre seres humanos.

1. Los descendientes de europeos que sobrevivieron a las plagas urbanas de la edad media tienen una mayor resistencia a determinadas enfermedades.

2. La quimioterapia es tóxica y dolorosa para todo el mundo. Dependiendo de una mínima diferencia genética a algunas personas las cura en un tiempo reducido mientras a otras sólo les produce malestar.
Espero que se me entienda. Buscar diferencias para tratar mal a un grupo de personas es inmoral. Buscar diferencias para tratar de entender las cosas y mejorar el bienestar de un grupo de personas es un loable objetivo científico.

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