lunes, marzo 16, 2009

Un anuncio bonito

Normalmente prefiero una cervecita pero cuando estoy conduciendo en un viaje largo y tengo sed me tomo una Coca-Cola. Intento no tomar mucha porque es demasiado azucarada pero realmente me gusta. Este verano me voy a tomar unas cuantas gracias a este anuncio.








Supongo que podría hablar del uso de emociones básicas para incitar al consumo pero no lo voy a hacer. Voy a hablar de cosas bonitas.

La primera es que el protagonista me recuerda a mi abuelo que falleció en 1.998 a la edad de 94 años.

Me gusta cuando se quita la gorra al entrar en la habitación. Mi abuelo lo hacía con gran respeto. Ya no queda gente así.

Me gusta cuando dice: soy un suertudo por haber podido abrazar a mi mujer, por haber podido despedir a mis amigos, por seguir aquí.

A mi mujer le gusta cuando le dice a la niña: no te distraigas con tonterías que las hay. También le gustan los morritos de la niña.

En fin, un anuncio muy bonito con un mensaje esperanzador para tiempos turbulentos.







3 comentarios:

Ana Calso Fernández dijo...

Hola Carlos,
Me alegra que hayas podido ver el lado bonito al anuncio ya que yo no he podido. He sufrido muchísmo viendo a una mujer tumbada, sometida, rodeada de extraños con gorros y mascarillas (como si en lugar de un bebé fuese a salir un alien) y a la que le extraen el bebé con maniobras peligrosas (por otro lado muy utilizadas en este país). También he sufrido viendo a ese bebé separado de su triste madre, solito en una cuna al otro lado de la habitación. Te invito a leer la carta que hay colgada en mi blog:

http://atravesdelainfancia.blogspot.com/2009/03/coca-cola-destapa-la-felicidad-o.html

Un abrazo,
Ana Calso.

Carlos Arias dijo...

Ana:
Creo que alguna vez te he comentado que estoy muy de acuerdo con tus apreciaciones sobre este tema. En caso contrario, lo hago ahora.
Me gusta mucho como has enfocado tu entrada de blog. Las oportunidad estaba ahí y tú has sabido verla.
C.

Anónimo dijo...

Lo siento no comparto esos sentimientos "trágicos" de la entrada de Ana, tampoco esa tristeza que parece ver. He participado en directo en el nacimiento de mis dos hijos y seguro que hay formas de nacer más naturales, menos traumáticas para los niños/as pero creo cómo nacen pocos niños parece que queremos crear liturgías o inflamamos el acto del parto de una forma inusual. Seguro que hay técnicas quirúrgicas mucho más agresivas que la que se observa y por ello no se proclaman como desgracias del frío mundo desarrollado. El nacimiento es algo escaso y por ello más hipervalorado, yo creo que ese niño, al que no veo tan triste, le apenarán más otras cosas durante su vida: ¿ver en qué condiciones nacen/mueren muchos niños del tercer mundo?.
Alfonso