El gobierno va a ahorrar 1500 millones de euros en gasto corriente (¿por año?) para mejorar las prestaciones de los parados. Realmente, esta es una medida que nos puede sacar de la crisis de consumo y confianza. Si dividimos los 1500 millones de euros entre tres millones de parados salen 500 millones de euros por parado. Yo no sé si este dinero se les va a dar directamente a cada parado o se va a dedicar a subvencionar a las empresas para que mantengan los puestos de trabajo. En cualquier caso, parece una cantidad más que suficiente para solucionar cualquier problema. Por fín, una medida contundente de la que se hace eco toda la prensa.
miércoles, febrero 11, 2009
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10 comentarios:
Estas matemáticas "modernas" son un tanto inquietantes. Con diez trabajadores por cada parado (no los hay) tendría que pagar cada trabajador unos cincuenta millones de euros sólo para este programa gubernamental.
Abdon, ¿acaso no sabías que el gasto público no sale de los contribuyentes? El dinero del Estado es como maná que cae del cielo, por eso pueden anunciar gasto a bombo y platillo sin necesidad de dar explicaciones sobre su origen.
Por otra parte, el dinero que viene del cielo ya viene "afectado", es decir, cada billete viene con un cuño que dice "Esto para propaganda electoral encubierta", "Esto para los clubes de fútbol", "Este pequeño para educación"... No se puede gastar en otra partida; de ahí que los políticos jamás tengan la necesidad de contrastar la utilidad de un gasto ante cualquier posible alternativa.
Carlos, creo que alguien debería revisar las tablas de dividir y multiplicar.
Parece que no sólo le ocurre a Almudena Grandes...
De nada.
Epi
Menudo derroche de recursos de los españoles y de vuestros padres mandándote a tí y a Sebastian a pisar nieve en Wisconsin y en Minesotta. El maestro de mi pueblo sin haber pisado él la universidad y con una estaca de avellano por todo material docente lo hacía tal que asín:
1.500.000.000 : 3.000.000=500 EUROS por parado.
Te veo en las quinielas para la próxima renovación del gabinete.
Córcholis.
La cuenta del maestro de escuela parece que está bien hecha. Entonces lo que no entiendo es la noticia. Con 500 euros no pagan un mes a un parado. En las portadas de las ediciones digitales de los diarios sonaba a supermegamedida. Aplicándole las reglas del maestro de escuela se queda en nada. Ahora entiendo el dicho aquel de "pasa más hambre que un maestro de escuela". Todavía no se había descubierto el teorema de Grandes o, visto de otra manera, se circunscribía al ámbito religioso (multiplicación de los panes y los peces).
Yo me alegro mucho de que los parados puedan cobrar un mes más. Si fuese cierto el último porcentaje que he visto de parados de larga duración (25%) estariamos hablando quizás de tres o cuatro meses de prestaciones para este tipo de parados.
La pregunta que se me ocurre es ¿No generaba ningún puesto de trabajo esos 1500 millones en su uso anterior?
Anónimo de poca fé, ¿no has leído en mi comentario anterior que el dinero público es maná que cae del cielo?
A mí siempre me llamó la atención una cosa: me voy ahorrar 1.500 millones y los voy a destinar a esto. En realidad estoy diciendo: me estaba gastando de manera improductiva 1.500 millones de euros. Como ahora necesito ser más eficiente resulta que los voy a tratar de usar para tapar un agujero en el gasto social...
Cuánto dinero más hay ineficiente?
Igual sale otro plan rescate si hicieran la cuenta de verdad....
TRIBUNA: Economía global
Incapacidad para reaccionar
PAUL KRUGMAN 15/02/2009
Según todos los parámetros políticos normales, el acuerdo conseguido esta semana en el Congreso de EE UU en torno al paquete de estímulo económico ha constituido una gran victoria para el presidente Obama. Ha obtenido más o menos lo que había pedido: casi 800.000 millones de dólares para rescatar la economía, y de ellos, la mayoría asignados al gasto y no a rebajas fiscales. ¡Descorchemos el champán!
O quizá no. Éstos no son tiempos normales, de modo que los parámetros políticos normales no son válidos: la victoria de Obama da la impresión de ser más bien una derrota. La ley de estímulo parece útil, pero inadecuada, en especial si se combina con un decepcionante plan de rescate para los bancos. Y el juego político en torno al plan de estímulo ha convertido los sueños pospartidistas de Obama en tonterías.
Empecemos por la política.
Se podría haber esperado que los republicanos se mostrasen al menos ligeramente escarmentados en estos primeros días del Gobierno de Obama, dada su sonora derrota en las dos últimas elecciones y la debacle económica de los pasados ocho años.
Pero ahora está claro que la devoción del partido por el vudú profundo -reforzado en parte por los grupos de presión dispuestos a presentar rivales en las primarias contra los herejes- es tan fuerte como siempre. Tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado, la inmensa mayoría de los republicanos cerró filas en torno a la idea de que la respuesta adecuada al vergonzoso fracaso de las rebajas fiscales del Gobierno de Bush son más rebajas fiscales al estilo Bush.
Y la respuesta retórica de los conservadores al plan de estímulo -que, vale la pena tenerlo en cuenta, costará considerablemente menos que los recortes de dos billones de dólares en impuestos de la Administración de Bush, o el billón gastado en Irak (y los que se gastarán)- raya en la demencia.
Es un "robo generacional", comentaba el senador John McCain pocos días después de votar a favor de unos recortes tributarios que habrían costado cuatro veces más a lo largo de la próxima década. Está "destruyendo el futuro de mi hija. Es igual que si me sentara a ver cómo una panda de delincuentes saquea mi casa", decía Arnold Kling, del Instituto Cato.
Y la acritud del debate político no da igual porque despierta dudas acerca de la capacidad del Gobierno de Obama para recaudar más dinero si, como parece probable, el plan de estímulo resulta insuficiente.
Porque si bien Obama ha conseguido más o menos lo que pidió, casi con certeza no pidió lo suficiente. Probablemente nos enfrentamos a la peor crisis desde la Gran Depresión. La Oficina Presupuestaria del Congreso, que generalmente no es dada a la hipérbole, predice que a lo largo de los próximos tres años se producirá un desfase de 2,9 billones de dólares entre lo que la economía puede producir y lo que de hecho producirá. Y 800.000 millones de dólares, aunque parezca mucho dinero, no sirve ni mucho menos para salvar ese abismo.
Oficialmente, la Administración insiste en que el plan es adecuado para las necesidades de la economía. Pero pocos economistas se muestran de acuerdo. Y en general se cree que las consideraciones políticas llevaron a un plan más débil y que contiene más reducciones de impuestos de los que debería tener; que Obama cedió por adelantado, con la esperanza de obtener un amplio apoyo de ambos partidos. Acabamos de ver lo bien que le ha funcionado.
Sin embargo, las probabilidades de que el estímulo fiscal resulte adecuado serían mayores si fueran acompañadas por un rescate financiero eficaz que descongelase los mercados crediticios y volviese a poner el dinero en movimiento. Pero el largamente esperado anuncio de los planes de la Administración de Obama en ese frente, que también se producía esta semana, aterrizaba con un vil ruido sordo.
No es que el plan esbozado por Tim Geithner, secretario del Tesoro, sea precisamente malo. Es más bien que es vago. Nos deja a todos tratando de averiguar cuáles son realmente las intenciones del Gobierno. ¿Acabarán esas alianzas entre el sector público y el privado siendo una forma encubierta de avalar a los banqueros a expensas de los ciudadanos? ¿O servirá la requerida prueba de tensión de puerta trasera para la nacionalización temporal de los bancos? (la solución preferida por un número cada vez mayor de economistas, entre los que me incluyo). Quién sabe.
En general, el efecto ha sido el de ganar tiempo. Y eso no basta.
Por el momento, la respuesta del Gobierno de Obama a la crisis económica recuerda mucho a la respuesta de Japón en la década de 1990: una ampliación presupuestaria suficientemente amplia para evitar lo peor, pero no lo suficiente como para que la recuperación arranque; apoyo al sistema bancario, pero con reservas a la hora de obligar a los bancos a afrontar sus pérdidas. Todavía es pronto, pero nos estamos saliendo de la curva.
Y no sé ustedes, pero yo siento una sensación rara en el estómago, como si Estados Unidos no estuviera a la altura del mayor reto económico en 70 años. Puede que los mejores no carezcan por completo de convicción, pero parecen alarmantemente dispuestos a conformarse con medias tintas. Y los peores están, como siempre, llenos de apasionada intensidad, completamente ajenos al grotesco fracaso de su doctrina en la práctica.
Todavía hay tiempo para dar la vuelta a la situación. Pero Obama tiene que ser más fuerte y mirar más hacia el futuro. De lo contrario, el veredicto de esta crisis podría ser que no, no podemos.
Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel en 2008. Traducción de News Clips. © New York Times News Service, 2009.
Carlos, aunque no tenga que ver con el tema de la entrada, acabo de escuchar al presidente de la Conferencia de Rectores hablando del plan Bolonia. Ha sido muy interesante y clarificador.
¿Puedo sugerir una entrada sobre el tema?
Saludos,
Epi
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