miércoles, octubre 25, 2006

Análisis económico de la extraña decisión de un economista

Le cedo la palabra a Doña Victoria Prego.
25 de octubre.- A Miguel Sebastián han acabado recurriendo.
Vaya por Dios, habrá pensado él, aunque es seguro que esto no va a ser gratis.
Veamos: un economista que viene de dirigir el departamento de estudios de un banco privado, que luego entra en la política pero por la puerta de atrás, que no logra que Zapatero le dé una cartera de ministro pero que se queda asesorándole a él y al Gobierno en general, va y se mete de pronto a luchar por la alcaldía de Madrid. ¿Vocación?, ¿Amor inconmensurable a la ciudad de Madrid? ¿Pasión por la M-30? ¿Añoranza de Las Vistillas?
No parece ¿no?
Esta no es una operación auténtica. Esta es solamente la parte visible de una operación que tiene mucho más recorrido y, sobre todo, más compensaciones para Miguel Sebastián.
Hagamos conjeturas. Zapatero no encuentra ya quien esté dispuesto a socarrarse en la parrilla de la candidatura sin candidato.
Nadie, después del fiasco Bono se apunta a que se le rían en la cara. Lo de la vicepresidenta ha sido un calentón de ZP que, afortunadamente se le ha pasado. Menos mal, porque esa idea era suicida para él y para ella.
Y no le queda más remedio que dar la orden a alguno que se deje. Pero ese ‘alguno’ tiene que tener una compensación que justifique su sacrificio que es grande. ¿Qué compensación?
Miguel Sebastián no es ministro. Pero lo será después de haberle hecho a su presidente el favor de su vida.
Ahora se lanza a la campaña y se chamusca un poquito en ella. Nadie le hará caso como candidato porque, entre otras cosas, es un perfecto desconocido para la opinión pública.
Pierde las elecciones. Está descontado y no le importa demasiado. Aguanta un ratito en la oposición, se toma unos vinitos con Ruiz Gallardón, hablan de política, del centro derecha y del centro izquierda y, cuando Solbes se marche, que se va a marchar, Miguel Sebastián tendrá la cartera de ministro esperándole.
Este es el pacto. Creo.
Conclusión: el presidente del Gobierno, que se ha enredado personalmente en este embrollo, que maldita la falta que le hacía, da por perdida la alcaldía de Madrid. Ya no puja más.
Ahora saca un alfil para que le rellene el hueco, y a otra cosa.
Y, como es sabido que él considera que el candidato socialista a la Comunidad, es un mal candidato –a algunos se lo ha dicho personalmente- pues se supone que se retira por completo de esta batalla madrileña.
Aguirre y Gallardón podrían brindar juntos si no corriéramos el riesgo de que, antes de haber chocado sus copas, se tiraran el cava por la cabeza.
Esto es lo que hay. Ahora tendremos que fijarnos en si a Miguel Sebastián se le va poniendo cada vez más cara de concejal o más cara de ministro. Apuesto a lo segundo. Siempre que Zapatero vuelva a ganar las elecciones. ¿O quizá antes de eso?

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