lunes, diciembre 17, 2007

Paul Potts

En primer lugar un instante operístico. Si disponéis de unos minutos escuchad y, sobre todo, estudiad los detalles de este éxito de youtube:




Este video puede dar y ha dado ya lugar a infinidad de comentarios. Yo tengo un par de comentarios, como no, de índole económico.

El primer comentario se lo debo a Joaquín Lorences. En una deliciosa comida y charla en el restaurante Las Campanas de San Bernabé de Oviedo me sugirió que mirase este video. Joaquín me pidió que reflexionase sobre el siguiente hecho: los mercados perfectos de los modelos no deberían permitir que talentos como el de Paul Potts se desperdicien mientras vende teléfonos móviles. Debería estar cantando ópera y ganando mucho dinero mientras el mundo disfruta del producto que crea al cantar. Joaquín sugiere que la estructura del mercado dominado por unos pocos operadores (discográficas, televisiones, etc) conduce a un resultado ineficiente en el que se dejaba sin usar un recurso valioso: la voz de Paul Potts. En definitiva, el video de Paul en manos de Joaquín es una invitación a seguir estudiando economía más allá de los mercados perfectos que aparecen sobre la mitad del un curso de Microeconomía.

El segundo comentario se lo debo a los premios Nobel de Economía George Stigler (1982) y Gary Becker (1992). Estos hombres escribieron un artículo fantástico que lleva el enigmático título de “De gustibus non est disputandum”. El suegro de Victor Fernández Blanco lo traduce como “sobre gustos no hay nada escrito”.
En este artículo, Stigler y Becker reflexionan sobre el origen de determinadas decisiones de consumo en la que los gustos parecen tener más importancia que los precios o la renta. En concreto, se fijan en determinadas adiciones (tabaco, alcohol o drogas ilegales) pero también en la asistencia a la ópera. Resulta que una bajada del precio de los conciertos de opera puede tener un efecto para el público que acude habitualmente o que tiene un interés por este género musical pero difícilmente afectará a las personas cuyos gustos estén alejados de este género. Dar un papel tan relevante a las preferencias es muy problemático ya que llevado al límite todo se puede explicar por los gustos. Yo compro cordero porque me gusta y si más tarde dejo de comprarlo es porque me ha dejado de gustar. Este tipo de razonamientos económicos son frecuentes en las ruedas de prensa del conejo (perdón consejo) de ministros pero son claramente insatisfactorios para mentes inquisitivas. Stigler y Becker proponen un modelo en que las decisiones de consumo pasadas afectan a las presentes. Por tanto, en su modelo no todo se explica por los gustos. Las decisiones de cada momento se explican por los precios presentes y por las decisiones pasadas en las que los precios y la renta también jugaron un papel relevante. El ejemplo de la ópera se podría extender a la lectura tanto en cantidad como calidad, el visionado de televisión basura, etc. Sin embargo, la cara del público en el video sugiere que quizás no sea tan difícil modificar los gustos de la gente para que escuche opera y ganar mucho dinero haciéndolo.


No hay comentarios: