domingo, febrero 17, 2008

Lloriana 1

La Nueva España. 16 de Febrero de 2008.

MANUEL ÁLVAREZ GONZÁLEZ, «LLORIANA» PRESIDENTE DE HIASA, CELEBRA ESTE FIN DE SEMANA SU 80.º CUMPLEAÑOS

Salinas, Saúl FERNÁNDEZ

Hace «por lo menos diez años» que Manuel Álvarez González, «Lloriana», no frecuenta las entrevistas. Mañana cumple ochenta años y esta tarde lo celebra en Salinas con una gran fiesta y con más de doscientos invitados. El presidente de Hiasa hace memoria hoy, con LA NUEVA ESPAÑA, de sus muchos años y sus muchos negocios. Nació en Quintana Rubín, en el Fondo de Valliniello. Es el noveno y último hijo de Manuel y Florentina. Su madre murió en el parto. Hizo la mili en el cuartel de San Marcos, en León. Allí fue donde sacó el carné militar de conducir que luego validó como civil. Así fue cómo se hizo primero camionero para, cinco años más tarde, formar su primera empresa de transportes con una flota de hasta diez vehículos. Muy pronto vio, sin embargo, que el verdadero negocio no estaba en traer y llevar hierro, que lo que debía hacer era crear una empresa que lo manufacturara. Así fue cómo nació Hiasa. En esta entrevista, Lloriana anuncia su próxima jubilación.
-Con tanta vida, lo mejor es empezar por el principio.
-Por donde usted quiera.
-Nació en Valliniello.
-Sí, en un lugar que se llamaba Quintana Rubín, en el Fondo. Mi familia era una de esas de aldea, con algunas vacas, algunas tierras y mucha hambre porque ricos entonces había pocos. Así pasaba en Valliniello, pero también en otros sitios de Asturias. Soy el noveno y último de mi familia, porque mi madre falleció en el parto. Tenía 37 años.
-¿Cómo quedó entonces la familia?
-Pues, ya ve. Con mi hermana mayor, Flora, haciendo las veces de mi madre. Mi padre murió mucho tiempo después, cuando ya era un hombre hecho y derecho.
-¿Cómo fueron aquellos años en Valliniello?
-Había que plantar patatas con la fesoria, el maíz y andar con las vacas, llevarlas a pastiar a los prados que había donde estuvo Ensidesa y ahora Arcelor. Teníamos ocho o diez animales, pero lo que sacábamos iba casi todo para la familia. Cogíamos un carro e íbamos al mercado a Avilés a vender repollos, huevos para que mi hermana Flora pudiera traer aceite y esas cosas que nos faltaban. En casa teníamos leche, éramos una familia de labradores pequeños.
-Y a estudiar.
-Primero en la escuela del Campo de la Iglesia y después en la de don Floro, en la calle de Galiana. Era un gran maestro, pero también era muy duro. Teníamos que pagarle ocho pesetas al mes.
-¿Mucho?
-No le sé decir. Nos enseñó la regla de tres. ¿Sabe lo que es la regla de tres?
-Más o menos.
-Lo que va después de las cuatro reglas. La verdad es que don Floro me enseñó lo suficiente para llegar hasta donde he llegado.
-¿Satisfecho?
-Pues hombre.
-¿Qué se necesita para ser un buen hombre de negocios?
-Lo fundamental es valor. Y, sobre todo, saber escuchar para equivocarte lo menos posible Luego tener a alguien con algún capital y hacerte con un proveedor. Y, claro, tienes que formar un equipo de colaboradores para cumplir el proyecto de tu cliente, que es el que te da de comer, de beber y hasta de reír. Si le cuento mi vida
-Adelante.
-No, que no tenemos tiempo, pero podríamos hacer libros así de grandes (Manuel Álvarez separa los brazos para abarcar sus ochenta años de memorias).
-Me imagino que a usted no le gustaba demasiado lo de la ganadería.
-Y menos en aquellos años. Siempre pensé en hacerme comerciante, en comprar y en vender. Y también en transformar los productos.
-Siempre con visión de futuro.
-Claro.
-¿Cuál fue su primer negocio?
-Uff. ¿Por qué no hablamos de la mili?
-Usted manda.
-Pues yo hice la mili en San Marcos, en León.
-Donde está ahora el parador.
-Allí, allí. Era entonces un cuartel de caballos sementales. Ya sabe usted lo que es un caballo semental.
-Sí, sí.
-Bueno, pues nada. Nada más llegar allí saqué el carné militar de conducir. Para camiones, ya sabe. Cuando terminé la mili había que cambiarlo por un civil, para poder conducir en la calle. Así fue cómo me hice camionero.
-¿Qué tenía que ver usted entonces con los camiones?
-En mi casa siempre vi uno. Era de mi padre.
-De acuerdo. Estábamos en que se hace camionero después de la mili.
-En 1951 me compré el primero mío, para llevar áridos de toda clase.
-Era cuando Ensidesa se estableció en Avilés.
-Exacto. Mi familia vivía todavía en Valliniello. Transportaba de todo, para un montón de clientes. En pocos años, en cinco, ya me había comprado diez camiones y salíamos por toda España.
-¿Cuándo se casó?
-El año pasado celebramos Nieves y yo las bodas de oro. Nos casamos en Pravia, ¿sabe? Era sábado. Esa noche la pasamos en Oviedo. Y también el domingo. El lunes mi mujer cogió el tren de vuelta a Pravia y yo el de Avilés, a coger el camión. Había que trabajar.
-¡Vaya viaje de novios!
-Ya la resarcí. Muchas veces.
-Dicen que no para de trabajar.
-Todavía duermo poco, entonces, ni cuatro horas. Cuando vivíamos en Peñaullán menos todavía. Dejaba el camión en Avilés y a las diez y media cogía el tren para casa. A las seis ya estaba de vuelta. Cuando los camiones mejoraron dormíamos en la cabina.
-¿Asturias es buena para los negocios?
-Por supuesto que sí, Asturias es una buena región para los negocios, aunque al trabajador hay que formarlo para tener un empleado formal.
La economía social favorece la picaresca laboral.
-¿Cuándo se hizo con el primer millón?
-Tardé mucho en tener un millón todo junto, porque siempre necesitas más de lo que realmente tienes, es decir, siempre hay que invertir los beneficios que obtienes en el negocio.
-Hiasa nació hace ya más de cuarenta años.
-Siendo todavía transportista empecé a comprar y vender hierros porque me di cuenta de que dejaba más la transformación del producto que su transporte.
-Ahora vende el hierro en muchos países.

-No demasiados. El hierro pesa mucho y genera muchos gastos, sobre todo en el transporte.
-¿Cómo se arregla con lo de los idiomas?
-Escuchando bien no hace falta saber idiomas. Si vas a comprar tienes que pagar lo menos posible y si vas a vender debes obtener el máximo dinero que puedas. Yo quería decirle a usted una cosa.
-Lo que quiera.
-Mis negocios no los hice yo solo. Tengo un equipo tan bien formado como para tomar el relevo de la empresa, el que se va a quedar. Con ochenta años, le diré, me voy a jubilar.
-No me diga.
-Todavía no sé cuándo, pero ya me voy a jubilar. Lo que no sé es lo que voy a hacer. Me gusta tanto trabajar que hasta lo paso mal en los puentes, cuando la fábrica de Cancienes está sola.
-Bueno, vamos a hablar de Hiasa.
-Es una de las muchas sociedades que presido, pero es la principal. Tenemos cuatrocientos empleados y ya hemos llegado a las 250.000 toneladas al año de producto transformado. Nuestro producto estrella -tanto que somos los primeros de España- son las protecciones de los viales, los quitamiedos. Las instalaciones de galvanizado en caliente son las más importantes del país.
-Por cierto, ¿y lo del apodo de Lloriana?

-Un apodo familiar. No sé si venía de mi tatarabuelo o de mi bisabuelo.

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