Este es el título de la charla que impartí en las V Jornadas Universitarias del Concejo del Franco y la Universidad de Nebrija.
Tengo que decir que cuando recibí el mensaje de Camino, la eficacísima secretaria del Rector, en Nueva York pensé que se había equivocado de persona. De hecho, sigo pensando que alguien se equivocó al mencionar mi nombre como “experto” en desarrollo rural. Mencioné mi condición de experto en nada en mi primera conversación con el Rector mientras él esperaba el avión que le llevaría a Caracas. Sin embargo, llegamos a un acuerdo sobre mi participación en esa misma conversación telefónica.
Mi reflexión posterior sobre esta aceptación es interesante. El caso es que hay cuatro fuentes que me permitieron dar esta charla de las que no era totalmente consciente hasta ese momento.
La primera fuente es mi predisposición a usar principios básicos de economía para analizar cualquier cuestión.
La segunda fuente es mi participación en la tesina de Epi. Durante muchas semanas nos reunimos todos los miércoles para tratar de entender las fuerzas que habían despoblado el ámbito rural de León y habían convertido la ciudad de León en un área metropolitana de cierta envergadura. Todo ello en poco más de treinta años que correspondía a la duración de la vida académica y profesional de Epi. Desde el principio estuvimos convencidos de que cualquier política de desarrollo rural exitosa debería entender estas fuerzas económicas, esquivarlas o aprovecharlas en su favor.
La tercera fuente es mi colaboración informal con Javier García director de la Consultora CIES/DEX. Como he comentado alguna vez se trata de una empresa de asesoría que utiliza como diferenciación el uso de una metodología económica explícita. Hay muchas consultoras que aconsejan sobre temas económicos pero muy pocas dispuestas a usar el conocimiento acumulado relevante. Mi opinión es que parece que están generando el conocimiento (investigando) a medida que dan el consejo y, como resultado, ni el conocimiento económico generado ni el consejo van muy allá. De vez en cuando, en esta consultora han recibido algún encargo relacionado con la elaboración o evaluación de un proyecto y hemos hablado sobre ello tratando de usar principios económicos básicos y, por supuesto, mi experiencia a la luz de la tesina de Epi.
La cuarta fuente es mi experiencia impartiendo la clase de Crecimiento Económico. Empecé con esta clase porque me gustan más que me asustan las disquisiciones técnicas y matemáticas de la materia pero me he quedado porque me parece un tema interesante y útil. Un ejercicio mental habitual en las clases de la primavera en la Universidad de León es pensar que pasa si dejamos de analizar las diferencias entre Europa y Estados Unidos, China e India y empezamos a pensar en el crecimiento económico de un pueblo en la provincia de León. ¿Te ayudaría el modelo de Solow a ser un mejor alcalde?
Estas cuatro ideas aparecieron en la segunda diapositiva de mi presentación.
Tengo que decir que cuando recibí el mensaje de Camino, la eficacísima secretaria del Rector, en Nueva York pensé que se había equivocado de persona. De hecho, sigo pensando que alguien se equivocó al mencionar mi nombre como “experto” en desarrollo rural. Mencioné mi condición de experto en nada en mi primera conversación con el Rector mientras él esperaba el avión que le llevaría a Caracas. Sin embargo, llegamos a un acuerdo sobre mi participación en esa misma conversación telefónica.
Mi reflexión posterior sobre esta aceptación es interesante. El caso es que hay cuatro fuentes que me permitieron dar esta charla de las que no era totalmente consciente hasta ese momento.
La primera fuente es mi predisposición a usar principios básicos de economía para analizar cualquier cuestión.
La segunda fuente es mi participación en la tesina de Epi. Durante muchas semanas nos reunimos todos los miércoles para tratar de entender las fuerzas que habían despoblado el ámbito rural de León y habían convertido la ciudad de León en un área metropolitana de cierta envergadura. Todo ello en poco más de treinta años que correspondía a la duración de la vida académica y profesional de Epi. Desde el principio estuvimos convencidos de que cualquier política de desarrollo rural exitosa debería entender estas fuerzas económicas, esquivarlas o aprovecharlas en su favor.
La tercera fuente es mi colaboración informal con Javier García director de la Consultora CIES/DEX. Como he comentado alguna vez se trata de una empresa de asesoría que utiliza como diferenciación el uso de una metodología económica explícita. Hay muchas consultoras que aconsejan sobre temas económicos pero muy pocas dispuestas a usar el conocimiento acumulado relevante. Mi opinión es que parece que están generando el conocimiento (investigando) a medida que dan el consejo y, como resultado, ni el conocimiento económico generado ni el consejo van muy allá. De vez en cuando, en esta consultora han recibido algún encargo relacionado con la elaboración o evaluación de un proyecto y hemos hablado sobre ello tratando de usar principios económicos básicos y, por supuesto, mi experiencia a la luz de la tesina de Epi.
La cuarta fuente es mi experiencia impartiendo la clase de Crecimiento Económico. Empecé con esta clase porque me gustan más que me asustan las disquisiciones técnicas y matemáticas de la materia pero me he quedado porque me parece un tema interesante y útil. Un ejercicio mental habitual en las clases de la primavera en la Universidad de León es pensar que pasa si dejamos de analizar las diferencias entre Europa y Estados Unidos, China e India y empezamos a pensar en el crecimiento económico de un pueblo en la provincia de León. ¿Te ayudaría el modelo de Solow a ser un mejor alcalde?
Estas cuatro ideas aparecieron en la segunda diapositiva de mi presentación.
Continuará ...
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