Parece ser que el consejo financiero de estos días es tener tus ahorros en productos que seas capaz de entender. Aplicando la misma regla de forma general te llevaría a conducir el coche que entiendas, usar el ordenador que entiendas y estar casado con la mujer que entiendas.
Me gustan los coches y disfruto los avances técnicos en general. Mi padre me enseñó a conducir usando técnicas pedagógicas que hoy implicarían orden de alejamiento e incluso prisión. El doble embrague y la rampa eran parte del programa. Hace unos meses intenté hacer una rampa sobre piso mojado con mi coche de cambio manual y no lo logré. El coche no se caló ni se fue para atrás pero tampoco avanzó. Tardé varios días en darme cuenta de que el programa de ordenador que le impide patinar lo hace impidiéndole avanzar si se va a producir un patinazo. Habría que haber soltado el embrague más y supongo que eso es lo que hice al final porque salí de la Facultad de Oviedo antes de que escampase el temporal. En definitiva, estoy muy contento conduciendo coches que cada vez entiendo menos. De vez en cuando, algún aparato da un resultado que nadie había previsto pero, en general, nos va bien. Usar sólo los medios de transporte que se entiendan nos obligaría a caminar todo el tiempo. Mi abuelo contaba sus problemas de niño tratando de entender a mulas y caballos. No sé si eran más fáciles o más difíciles de entender que el sistema antipatinaje-antiderrapaje del grupo Wolkswagen pero le arreaban unas coces de aupa.
En definitiva, hemos desarrollado un sistema industrial en que cada persona entiende sólo una pequeña parte de un producto. Se llama especialización y contribuye de manera notable a nuestro bienestar.
Hace unos años circulaba un chiste por intenet sobre la evolución relativa de automóviles y ordenadores. Bill Gates afirmaba que si los automóviles hubiesen avanzado tanto como los ordenadores circularían a 700 kilómetros por hora consumiendo un litro de gasolina cada mil kilómetros. Un ejecutivo de la industria del automóvil le replicaba que sería gracioso que cuando vas por la autopista a 700 kilómetros por hora el coche dijese "hay un error, reinicie". Yo pensaba que era sólo un chiste hasta que Levis Hamilton decidió reiniciar el ordenador de su bólido en un gran premio.
La moraleja del chiste es que tenemos un sistema donde los coches no alcanzan los 700 kilómetros por hora pero tampoco se "cuelgan" en la autopista. Este resultado es una mezcla de preferencias del consumidor, interés de los productores y regulación. Puede ser más difícil pero algo así nos hace falta para el sistema financiero.
Me gustan los coches y disfruto los avances técnicos en general. Mi padre me enseñó a conducir usando técnicas pedagógicas que hoy implicarían orden de alejamiento e incluso prisión. El doble embrague y la rampa eran parte del programa. Hace unos meses intenté hacer una rampa sobre piso mojado con mi coche de cambio manual y no lo logré. El coche no se caló ni se fue para atrás pero tampoco avanzó. Tardé varios días en darme cuenta de que el programa de ordenador que le impide patinar lo hace impidiéndole avanzar si se va a producir un patinazo. Habría que haber soltado el embrague más y supongo que eso es lo que hice al final porque salí de la Facultad de Oviedo antes de que escampase el temporal. En definitiva, estoy muy contento conduciendo coches que cada vez entiendo menos. De vez en cuando, algún aparato da un resultado que nadie había previsto pero, en general, nos va bien. Usar sólo los medios de transporte que se entiendan nos obligaría a caminar todo el tiempo. Mi abuelo contaba sus problemas de niño tratando de entender a mulas y caballos. No sé si eran más fáciles o más difíciles de entender que el sistema antipatinaje-antiderrapaje del grupo Wolkswagen pero le arreaban unas coces de aupa.
En definitiva, hemos desarrollado un sistema industrial en que cada persona entiende sólo una pequeña parte de un producto. Se llama especialización y contribuye de manera notable a nuestro bienestar.
Hace unos años circulaba un chiste por intenet sobre la evolución relativa de automóviles y ordenadores. Bill Gates afirmaba que si los automóviles hubiesen avanzado tanto como los ordenadores circularían a 700 kilómetros por hora consumiendo un litro de gasolina cada mil kilómetros. Un ejecutivo de la industria del automóvil le replicaba que sería gracioso que cuando vas por la autopista a 700 kilómetros por hora el coche dijese "hay un error, reinicie". Yo pensaba que era sólo un chiste hasta que Levis Hamilton decidió reiniciar el ordenador de su bólido en un gran premio.
La moraleja del chiste es que tenemos un sistema donde los coches no alcanzan los 700 kilómetros por hora pero tampoco se "cuelgan" en la autopista. Este resultado es una mezcla de preferencias del consumidor, interés de los productores y regulación. Puede ser más difícil pero algo así nos hace falta para el sistema financiero.
3 comentarios:
En México son las 2.46 de lamañana de la nochebuena. Y tras haber tomado unas cuantas copas de Freixenet no puedo más que alabar esta comparativa que tanto me gusta ya que como sabes soy un fanático del mundo del automovilismo. Por ahora voy a tratar de reinciar mi sistema operativo con un sueño medianamente largo que espero Alonso no arruine para mañana en poco unas 15 horas subirme a un avión rumbo a la patria chica que tanta morriña inspira en estas fechas. Nos vemos pronto.
Buen viaje. Intercambiamos libros cuando llegues.
Yo veo una evolucion mas en este analisis, a su vez siguiendo con lo expuesto por el directivo de la industria del automovil. Una cosa es que un sistema de seguridad que no entiendes y al que no estas habituado te impida salir derrapando y otra es que un sistema que no entiendes te impida frenar ante un muro a 100 Km/h solo porque la industria del automovil ha decidido que con este sistema gana mas dinero. O lo que es lo mismo, que un producto financiero que no entiendes te deje sin un euro solo porque la institucion financiera ha decidido que con el gana mas dinero.
Yo creo que hay que tener cuidado con los "sistema de freno" si no los entiendes y el que te los vende gana aunque tu termines contra el muro.
Jose Maria del Hoyo
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