Hace tiempo un amigo me contó una horrorosa experiencia en el día de su cumpleaños. Acudió muy temprano a recoger la tarta de cumpleaños y cuando llegó vio como los empleados ayudaban a descargar bidones de crema pastelera de un gigantesco camión. De algún modo, se imaginaba a docenas de pasteleros batiendo huevos toda la noche o algo así. Creo que reaccioné rápido y le hice las preguntas correctas:
¿Has notado algo en el sabor o en la textura de las tartas?
¿Estarías más tranquilo si tu coche alemán lo hiciesen a mano en un taller de León?
A la primera contestó que no. A la segunda que no es lo mismo. Su argumento era que la tecnología de los coches implica que hacerlos en una planta en Alemania tiene ventajas de calidad, seguridad, etc.
Mi contestación fue que la tecnología cambia. Mis abuelos dedicaban varios meses al año a producir centeno en condiciones agronómicas lamentables, varios días el año a recoger leña y un día cada quince a amasar y cocer el pan. Las casa tenía una nave dedicada a leñera y una de las habitaciones más grandes albergaba un horno. Yo compro el pan normal en una panadería por un precio bastante bajo y sé donde puedo comprar diversos tipo de pan gourmet que, en ocasiones, está tan bueno como el que hacían mis abuelas. De hecho, en algunos lugares usan la tecnología moderna para emular los sabores antiguos. Por tanto, la tecnología de la crema pastelera puede haber evolucionado tanto que la calidad y seguridad alimentaria mejoren trayéndola en bidones.
Esta historia me lleva a una discusión frecuente en clase de Microeconomía cuando llega el momento de hablar de producción. A mi me gusta la tortilla de patata y me parece un buen plato para una cena ligera. Pero lleva entre media y una hora hacerla dependiendo de la destreza del cocinero.
En dos ocasiones he comprado una tortilla precocinada en el supermercado. La primera vez hace unos años la tortilla acabó en la basura. La segunda vez hace unos meses terminó en la barriga pero no estaba buena. No obstante, creí detectar una mejora.
En dos ocasiones he comprado una tortilla precocinada en el supermercado. La primera vez hace unos años la tortilla acabó en la basura. La segunda vez hace unos meses terminó en la barriga pero no estaba buena. No obstante, creí detectar una mejora.
Dada la tradición que tiene este plato en la cocina española
1. ¿Os imagináis las ventas de la empresa que consiga la técnica para que la tortilla precocinada tenga buen sabor?
2. ¿Habrá alguna empresa que tenga en marcha un proceso de I+D para lograr este producto?
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