Es un pasatiempo que aparece en los periódicos. Buscar las diferencias entre dos imágenes. Yo os propongo este juego para estos dos textos publicados hoy en La Nueva España. Se trata del debate recurrente sobre las grandes obras de infraestructura en Asturias. Se abre un concurso de búsqueda de diferencias. Invito a una caña (en León la tapa es grátis para el consumidor) por cada diferencia relevante. Lamenablemente el juez que determina la relevancia soy yo.
Texto 1
El debate de las infraestructuras en Asturias, su suficiencia o cortedad, y su trascendencia estratégica o no como vía de desarrollo es una vieja cuestión, casi perenne en el debate regional, y que, de vez en vez, rebrota con nuevos sesgos.
Hace algo más de una semana, el economista Álvaro Cuervo, catedrático de Economía de la Empresa, reabrió la discusión al cuestionar en público si la macroampliación portuaria de El Musel (actualmente, en obras) es necesaria para los tráficos actuales y previstos y si cabe esperar de esa magna inversión el revulsivo económico que se pretende. LA NUEVA ESPAÑA ha recabado el análisis sobre el efecto de las grandes infraestructuras a cuatro economistas asturianos.
«La incidencia de las infraestructuras en la economía tiene muchos matices y depende del grado de desarrollo del territorio en el que se implantan y también del tipo de infraestructura», señala Jesús Arango, profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo. Arango advierte de que «en el mundo actual la importancia se ha desplazado de las infraestructuras físicas a las de las telecomunicaciones», pero que «en Asturias, por razones históricas (siempre hubo problemas con la orografía), se ha dado una relevancia especial a las primeras», cuando son sólo «un medio», cuyo efecto depende del grado de competitividad de la economía y más cuando son de «doble uso»: «permiten exportar pero también contribuyen a que lleguen productos procedentes de otros mercados».
«En economías pequeñas, como Asturias, lo prioritario es tener empresas competitivas y lo más relevante no es construir puertos sino generar y captar tráficos más allá de los mercados cautivos», señala Arango. «Se necesitan instalaciones portuarias y con calado suficiente, pero, siendo razón necesaria para el crecimiento económico, no es suficiente», opina. «Lo capital es si somos capaces de exportar y si esas instalaciones serán competitivas en tarifas y servicios, y si podremos abrir rutas y enlaces marítimos, todo lo cual no se improvisa. Porque para competir con otros puertos no es suficiente tener instalaciones, sino ser capaces de hacer propuestas y ofertas singulares y diferenciadas para arrebatarles tráficos».
Respecto a la variante ferroviaria de Pajares, el profesor Arango opina que también será preciso «darle valor», y eso pasa, afirma, «por potenciar el ferrocarril y por reconvertir, en consecuencia, el sector del transporte por carretera».
«No estamos», concluye, «en un dilema entre lo blanco y lo negro, sino que es preciso matizar mucho. En Asturias, por falta de otras propuestas, el debate acaba girando en exclusiva sobre las autovías. Pero en países ricos como Suiza y Austria no hay más que una red básica de autovías. El resto del territorio lo cubren las carreteras. A nadie se le ocurre, como en Asturias, querer llevar las autovías a todas partes».
Daniel Peribáñez, profesor titular de Historia Económica de la Universidad de Oviedo, equipara la discusión con la vieja polémica de «si fue antes el huevo o la gallina». Y lo explica: «Sin infraestructuras no se puede estar, pero si la región no produce lo suficiente y no exporta, ¿para qué demandamos las infraestructuras?». «Cuando se hizo la autovía entre Gijón y Villaviciosa», ejemplifica, «un comentario muy habitual era que esa conexión facilitaba ir a tomar sidra a Villaviciosa. Pero no se pueden hacer grandes y costosas infraestructuras ni tupir Asturias con una densa red de autovías para ir a tomar sidra. Lo mismo cabe decir del reclamado AVE del Cantábrico».
«El debate», tercia, «no debería ser si necesitamos más infraestructuras, sino qué y cuánto estamos produciendo, para qué mercados y cuánto deberíamos exportar y no lo estamos haciendo. Ésta es la cuestión prioritaria. Las infraestructuras son fundamentales, pero con racionalidad. Son básicas, pero sin actividad económica no se justifican. La ampliación de El Musel, si no se captasen más tráficos, se convertiría en una obra mayúscula pero vacía. Y en el caso de la variante de Pajares, tal pareciera que todo el mundo estuviese enloquecido por ir a Madrid en tren».
«Otra cosa», precisa, «es que sin infraestructuras no se puede hacer nada y que en Asturias aún se necesitan algunas. Pero sin perder de vista que el futuro ya no pasa tanto por las infraestructuras físicas como por las nuevas tecnologías».
El economista asturiano José Manuel Agüera Sirgo, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de León, también se inclina por reclamar sentido común. «Lo que no hay que hacer es exagerar. Ni en esta cuestión ni en ninguna otra. Si no hubiera carreteras ni ferrocarril no se podrían transportar ni exportar los productos, y tampoco vamos a dejar sin acabar la Autovía del Cantábrico. Pero sólo hay que hacer las infraestructuras que de verdad sean necesarias».
Respecto al caso concreto de la macroampliación de El Musel, Agüera coincide en que puede ser «una exageración» y opina que, de todas las infraestructuras en marcha, es «la más discutible». «Si se lee la documentación con la que se justificó su construcción, se verá que hace tres años que el puerto tenía que haber alcanzado unos tráficos de 24 millones de toneladas anuales, pero a fecha de hoy estamos en 20 o 21 millones de toneladas». «El puerto», prosigue, «lo que precisa es diversificación. Pero en parte no se diversifica porque Asturias tampoco ha roto la dinámica de su diversificación productiva». Agüera Sirgo alerta de que «más del 90 por ciento del tráfico de El Musel es de importación y eso significa -y éste es el nudo gordiano- que no exportamos suficiente».
A su juicio, éste es «un debate muerto, en el que no se debe pontificar». «Las infraestructuras que hay que hacer en Asturias son las que ya se están haciendo. No hay más. Pero El Musel, como ya está en marcha, ahora habrá que acabarlo. Son obras irreversibles».
«El problemas de Asturias», según este economista, «no son sólo las infraestructuras, sino la insuficiencia de la inversión empresarial. Por eso estamos siempre en esta dinámica cansina y crítica de la obra pública». La realidad, en su criterio, es bien distinta de lo que se argumenta: «Eso de que estamos abandonados no creo que lo sostenga mucha gente. ¿Qué hubiera sido de Asturias sin las ayudas de España y de la UE?» «Ése es un debate artificial», asegura, «porque las infraestructuras fundamentales ya se están haciendo». «Ahora hay que ser prudentes», señala, «porque las infraestructuras no son la panacea y porque lo que se necesita es buscar alternativas, y esto exige inversión productiva».
Mientras tanto, opina, «el problema de obra pública está cerrado en Asturias». «El nuevo hospital las autovías, los túneles de la variante de Pajares... se están construyendo. Por lo tanto, el debate de las infraestructuras en Asturias esta acabado», concluye Agüera.
«Sólo hay que hacer las infraestructuras que de verdad sean necesarias. Con las que ya se están construyendo, el debate está cerrado. Y, de todas las que están en marcha, la más discutible es la de El Musel. El puerto lo que precisa es diversificarse, pero en parte no lo logra porque Asturias tampoco se ha diversificado».
«Las infraestructuras son básicas, pero con racionalidad: sin actividad económica no se justifican. No se puede tupir Asturias de autovías o Aves para ir a tomar sidra. Y El Musel si no capta más tráfico se convertirá en una obra mayúscula, pero vacía. El futuro ya no pasa por las obras físicas, sino por las telecomunicaciones».
«En Asturias, por falta de otras propuestas, el debate regional acaba girando en exclusiva sobre la autovías. En países ricos a nadie se le ocurre, como aquí, que las autovías tengan que llegar a todas partes. Un puerto puede ser condición necesaria, pero no suficiente. Necesita además ser competitivo en tarifas y servicios».
«El error está en que sólo se habla de los posibles beneficios de las infraestructuras y no de sus costes y posibles alternativas. Habría que plantearse si el gasto en infraestructuras es más rentable que destinarlo a formación, por ejemplo. Pero la obra de El Musel es interesante porque trata de adaptarse a necesidades futuras».
Texto 2
Para el economista Antonio Álvarez Pinilla, profesor titular de Fundamentos de Análisis Económico y gerente del Centro Europeo de Soft Computing, la «falta de consenso» en Asturias sobre las infraestructuras «se debe en parte a que no planteamos correctamente el debate. No tiene mucho sentido preguntarse si la construcción de grandes infraestructuras puede contribuir al crecimiento regional, ya que es difícil imaginar una circunstancia en que no lo haga. El error está en que sólo se habla de los posibles beneficios de las infraestructuras y no de sus costes y posibles alternativas. La pregunta de interés es si el gasto en infraestructuras es más rentable o no que en otras cosas». El debate se sesga a favor de las infraestructuras, cree, porque «los efectos de ese gasto son visibles y crea empleo de forma inmediata, mientras que las alternativas son menos evidentes y sus beneficios se ven a más largo plazo». «Pero precisamente ésta es», señala, «la labor de los analistas y dirigentes: pensar en nuevas alternativas y a un plazo más largo».
Álvarez Pinilla cree en todo caso que el debate sobre las infraestructuras debe girar más «sobre lo concreto» y menos «sobre lo general». En el caso de El Musel, opina que «a pesar de lo costoso de la obra, el planteamiento de crear un puerto adaptado a las necesidades futuras es interesante». «No es fácil predecir si esta ampliación atraerá suficiente tráfico para hacer rentable una inversión tan alta, pero me gusta», dice, «este tipo de apuestas». «El mar», agrega, «es un factor de competitividad».
El profesor Pinilla reclama, sin embargo, más debates en Asturias sobre alternativas a las infraestructuras físicas. «Habría que plantearse si es más rentable invertir en una nueva autovía o, por ejemplo, en un plan de mejora integral del aprendizaje del inglés de nuestros escolares». Y responde: «Yo tengo pocas dudas».
Texto 1
El debate de las infraestructuras en Asturias, su suficiencia o cortedad, y su trascendencia estratégica o no como vía de desarrollo es una vieja cuestión, casi perenne en el debate regional, y que, de vez en vez, rebrota con nuevos sesgos.
Hace algo más de una semana, el economista Álvaro Cuervo, catedrático de Economía de la Empresa, reabrió la discusión al cuestionar en público si la macroampliación portuaria de El Musel (actualmente, en obras) es necesaria para los tráficos actuales y previstos y si cabe esperar de esa magna inversión el revulsivo económico que se pretende. LA NUEVA ESPAÑA ha recabado el análisis sobre el efecto de las grandes infraestructuras a cuatro economistas asturianos.
«La incidencia de las infraestructuras en la economía tiene muchos matices y depende del grado de desarrollo del territorio en el que se implantan y también del tipo de infraestructura», señala Jesús Arango, profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo. Arango advierte de que «en el mundo actual la importancia se ha desplazado de las infraestructuras físicas a las de las telecomunicaciones», pero que «en Asturias, por razones históricas (siempre hubo problemas con la orografía), se ha dado una relevancia especial a las primeras», cuando son sólo «un medio», cuyo efecto depende del grado de competitividad de la economía y más cuando son de «doble uso»: «permiten exportar pero también contribuyen a que lleguen productos procedentes de otros mercados».
«En economías pequeñas, como Asturias, lo prioritario es tener empresas competitivas y lo más relevante no es construir puertos sino generar y captar tráficos más allá de los mercados cautivos», señala Arango. «Se necesitan instalaciones portuarias y con calado suficiente, pero, siendo razón necesaria para el crecimiento económico, no es suficiente», opina. «Lo capital es si somos capaces de exportar y si esas instalaciones serán competitivas en tarifas y servicios, y si podremos abrir rutas y enlaces marítimos, todo lo cual no se improvisa. Porque para competir con otros puertos no es suficiente tener instalaciones, sino ser capaces de hacer propuestas y ofertas singulares y diferenciadas para arrebatarles tráficos».
Respecto a la variante ferroviaria de Pajares, el profesor Arango opina que también será preciso «darle valor», y eso pasa, afirma, «por potenciar el ferrocarril y por reconvertir, en consecuencia, el sector del transporte por carretera».
«No estamos», concluye, «en un dilema entre lo blanco y lo negro, sino que es preciso matizar mucho. En Asturias, por falta de otras propuestas, el debate acaba girando en exclusiva sobre las autovías. Pero en países ricos como Suiza y Austria no hay más que una red básica de autovías. El resto del territorio lo cubren las carreteras. A nadie se le ocurre, como en Asturias, querer llevar las autovías a todas partes».
Daniel Peribáñez, profesor titular de Historia Económica de la Universidad de Oviedo, equipara la discusión con la vieja polémica de «si fue antes el huevo o la gallina». Y lo explica: «Sin infraestructuras no se puede estar, pero si la región no produce lo suficiente y no exporta, ¿para qué demandamos las infraestructuras?». «Cuando se hizo la autovía entre Gijón y Villaviciosa», ejemplifica, «un comentario muy habitual era que esa conexión facilitaba ir a tomar sidra a Villaviciosa. Pero no se pueden hacer grandes y costosas infraestructuras ni tupir Asturias con una densa red de autovías para ir a tomar sidra. Lo mismo cabe decir del reclamado AVE del Cantábrico».
«El debate», tercia, «no debería ser si necesitamos más infraestructuras, sino qué y cuánto estamos produciendo, para qué mercados y cuánto deberíamos exportar y no lo estamos haciendo. Ésta es la cuestión prioritaria. Las infraestructuras son fundamentales, pero con racionalidad. Son básicas, pero sin actividad económica no se justifican. La ampliación de El Musel, si no se captasen más tráficos, se convertiría en una obra mayúscula pero vacía. Y en el caso de la variante de Pajares, tal pareciera que todo el mundo estuviese enloquecido por ir a Madrid en tren».
«Otra cosa», precisa, «es que sin infraestructuras no se puede hacer nada y que en Asturias aún se necesitan algunas. Pero sin perder de vista que el futuro ya no pasa tanto por las infraestructuras físicas como por las nuevas tecnologías».
El economista asturiano José Manuel Agüera Sirgo, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de León, también se inclina por reclamar sentido común. «Lo que no hay que hacer es exagerar. Ni en esta cuestión ni en ninguna otra. Si no hubiera carreteras ni ferrocarril no se podrían transportar ni exportar los productos, y tampoco vamos a dejar sin acabar la Autovía del Cantábrico. Pero sólo hay que hacer las infraestructuras que de verdad sean necesarias».
Respecto al caso concreto de la macroampliación de El Musel, Agüera coincide en que puede ser «una exageración» y opina que, de todas las infraestructuras en marcha, es «la más discutible». «Si se lee la documentación con la que se justificó su construcción, se verá que hace tres años que el puerto tenía que haber alcanzado unos tráficos de 24 millones de toneladas anuales, pero a fecha de hoy estamos en 20 o 21 millones de toneladas». «El puerto», prosigue, «lo que precisa es diversificación. Pero en parte no se diversifica porque Asturias tampoco ha roto la dinámica de su diversificación productiva». Agüera Sirgo alerta de que «más del 90 por ciento del tráfico de El Musel es de importación y eso significa -y éste es el nudo gordiano- que no exportamos suficiente».
A su juicio, éste es «un debate muerto, en el que no se debe pontificar». «Las infraestructuras que hay que hacer en Asturias son las que ya se están haciendo. No hay más. Pero El Musel, como ya está en marcha, ahora habrá que acabarlo. Son obras irreversibles».
«El problemas de Asturias», según este economista, «no son sólo las infraestructuras, sino la insuficiencia de la inversión empresarial. Por eso estamos siempre en esta dinámica cansina y crítica de la obra pública». La realidad, en su criterio, es bien distinta de lo que se argumenta: «Eso de que estamos abandonados no creo que lo sostenga mucha gente. ¿Qué hubiera sido de Asturias sin las ayudas de España y de la UE?» «Ése es un debate artificial», asegura, «porque las infraestructuras fundamentales ya se están haciendo». «Ahora hay que ser prudentes», señala, «porque las infraestructuras no son la panacea y porque lo que se necesita es buscar alternativas, y esto exige inversión productiva».
Mientras tanto, opina, «el problema de obra pública está cerrado en Asturias». «El nuevo hospital las autovías, los túneles de la variante de Pajares... se están construyendo. Por lo tanto, el debate de las infraestructuras en Asturias esta acabado», concluye Agüera.
«Sólo hay que hacer las infraestructuras que de verdad sean necesarias. Con las que ya se están construyendo, el debate está cerrado. Y, de todas las que están en marcha, la más discutible es la de El Musel. El puerto lo que precisa es diversificarse, pero en parte no lo logra porque Asturias tampoco se ha diversificado».
«Las infraestructuras son básicas, pero con racionalidad: sin actividad económica no se justifican. No se puede tupir Asturias de autovías o Aves para ir a tomar sidra. Y El Musel si no capta más tráfico se convertirá en una obra mayúscula, pero vacía. El futuro ya no pasa por las obras físicas, sino por las telecomunicaciones».
«En Asturias, por falta de otras propuestas, el debate regional acaba girando en exclusiva sobre la autovías. En países ricos a nadie se le ocurre, como aquí, que las autovías tengan que llegar a todas partes. Un puerto puede ser condición necesaria, pero no suficiente. Necesita además ser competitivo en tarifas y servicios».
«El error está en que sólo se habla de los posibles beneficios de las infraestructuras y no de sus costes y posibles alternativas. Habría que plantearse si el gasto en infraestructuras es más rentable que destinarlo a formación, por ejemplo. Pero la obra de El Musel es interesante porque trata de adaptarse a necesidades futuras».
Texto 2
Para el economista Antonio Álvarez Pinilla, profesor titular de Fundamentos de Análisis Económico y gerente del Centro Europeo de Soft Computing, la «falta de consenso» en Asturias sobre las infraestructuras «se debe en parte a que no planteamos correctamente el debate. No tiene mucho sentido preguntarse si la construcción de grandes infraestructuras puede contribuir al crecimiento regional, ya que es difícil imaginar una circunstancia en que no lo haga. El error está en que sólo se habla de los posibles beneficios de las infraestructuras y no de sus costes y posibles alternativas. La pregunta de interés es si el gasto en infraestructuras es más rentable o no que en otras cosas». El debate se sesga a favor de las infraestructuras, cree, porque «los efectos de ese gasto son visibles y crea empleo de forma inmediata, mientras que las alternativas son menos evidentes y sus beneficios se ven a más largo plazo». «Pero precisamente ésta es», señala, «la labor de los analistas y dirigentes: pensar en nuevas alternativas y a un plazo más largo».
Álvarez Pinilla cree en todo caso que el debate sobre las infraestructuras debe girar más «sobre lo concreto» y menos «sobre lo general». En el caso de El Musel, opina que «a pesar de lo costoso de la obra, el planteamiento de crear un puerto adaptado a las necesidades futuras es interesante». «No es fácil predecir si esta ampliación atraerá suficiente tráfico para hacer rentable una inversión tan alta, pero me gusta», dice, «este tipo de apuestas». «El mar», agrega, «es un factor de competitividad».
El profesor Pinilla reclama, sin embargo, más debates en Asturias sobre alternativas a las infraestructuras físicas. «Habría que plantearse si es más rentable invertir en una nueva autovía o, por ejemplo, en un plan de mejora integral del aprendizaje del inglés de nuestros escolares». Y responde: «Yo tengo pocas dudas».
5 comentarios:
Yo quería optar a esa tapa. Sin extenderme demasiado hay varios aspectos diferentes. El primero y fundamental es que se plantea la necesidad de las infraestructuras desde una perspectiva absoluta, sin tener en cuenta el coste de oportunidad de la inversión. Pinilla lo que plantea es ¿es rentable un euro adicional en infraestructuras? y además ¿Es más rentable que otras alternativas? Y pone el ejemplo del inglés, otros pondrían el ejemplo de programas de consolidación empresarial, o dotar de más liquidez a los intrumentos públicos de apoyo a las empresas, o miles de alternativas.
Hay estudios solventes que dicen que las infraestructuras, a partir de un punto, no determinan un crecimiento adicional. Está claro, en el aislamiento no hay nada que hacer, la actividad económica se deteriora (véase muchos puntos de África o China). Pero a partir de un punto, empieza a ser más importante el qué vender, es decir, el para qué necesitamos las infraestructuras que el tenerlas.
Todos queremos más de todo, parece que nuestra sed de carreteras veloces no acaba pero la clave es qué vamos hacer con ellas.
En este aspecto, lo que hay detrás es siempre el pensamiento de qué hay detrás de las inversiones públicas. Si lo que queremos es reducir costes a base de infraestructuras (carretera, mar o tren) es un modelo que está bien pero se agota. Hay que combinarlo con actuaciones, difíciles de ver y de palpar, que nos permitan atraer inversión extranjera, tecnología y ser, en definitiva, más productivos.
Los recursos son escasos, las necesidades políticas no siempre van de la mano de las económicas. El largo plazo y la estrategia es difícil, sobre todo porque en política largo plazo son 4 años. Las inversiones públicas son complicadas de planificar, y cuando las ejecutas ya necesitas otras cosas.
En fin, que este debate tan manido no se acabará nunca, porque hay gente que sólo tiene este modelo en la cabeza. Otros creemos en el conocimiento y en otro tipo de infraestructuras, siempre a partir de un punto. Pero, ¿Donde está ese punto?
Primero certificar que el análisis del profesor Pinilla es el correcto. Para analizar políticamente cualquier obra habría que hacer el básico estudio individual de beneficios costes que genera a largo plazo.
Eso implica que una obra (el AVE o el puerto) que no genere suficientes ingresos de mercado no pueda ser construida. No porque un actor público puede considerar también las sinergias que crea a la economía. Sin embargo el cuerpo político (los ciudadanos) deben saber cual es la subvención implícita (por ejemplo 50/100/500 euros por cada uso y usuario) para decidirse. Y también saber a quién mejora. Yo, y muchos viajeros frecuentes a Madrid, tenemos rentas relativamente altas, por lo que quizás no aumente la equidad.
Lo que Javier explica sobre los rendimientos marginales decrecientes también hay que tenerlo muy claro. Cuando vine a vivir a Gijón (1986), nos llevaba 5 horas y media llegar en coche a Santiago (recordar la Nacional) a mediados de los 90, 4 horas y hoy 3:45. Quizás la autopista nos haga llegar en 3:15 pero las ganancias están limitadas.
Hay que dejar claro que las infraestructuras no son condición suficiente (y quizás tampoco necesaria, no sé). Conseguir que los niños aprendan inglés es una alternativa que me gusta mucho para los ciudadanos (que es lo que importa y yo lo apoyo). Para el territorio ¿? quizás se reflejaría en mayores emigraciones de personas preparadas, pero a mí no me importa el territorio.
Para llenar de contenido las infraestructuras es necesario lo que propone Javier (un tejido empresarial potente) pero también una buena red logística (que es un negocio en sí mismo). Arrimando el ascua a mi sardina, estoy pensando en ZALIA.
Esta área trabaja sobre un punto costoso en un sistema de transporte, que es el punto intermodal (mar, carretera, carretera...). Un buen sistema debería reducir su ineficiencia y permitir hace un negocio de ese beneficio. No digo que sea la panacea, sino que quizás permita generar más valor por unidad de coste que todas las otras infraestructuras.
Lo que he dicho antes, no tiene porque llevar a Asturias a una gran mejora por sí mismo. Puede que simplemente nos convierta en estibadores. Para hacerlo bien de verdad tenemos que volver a leer a Javier y la política de promoción de la productividad. Así:
- Podemos ser estibadores o eficientes estibadores, que con un coste muy bajo atraigan más negocio logístico.
- Podemos aprovechar la parada intermodal para tener empresas enfocadas al exterior (exportación e importación) que consigan generar valor añadido a ambos flujos.
- Incluso podemos aprovechar la parada intermodal también para realizar procesos no tan productivos pero también necesarios (si el mercado lo valora). Porque en una economía no todo gira en torno al último desarrollo técnico.
Desde luego lo que he dicho no está pensando como el Santo Grial de la economía asturiana. Sólo es un posible efecto positivo relacionado con las infraestructuras.
También hay que avanzar mucho en el diseño de sistemas de incentivos que permitan operar estas infraestructuras de manera que extraigan el mayor esfuerzo intelectual o físico de la gente que opera en ellas. Un sistema mediocremente regulado, no generará más que un mediocre resultado.
Me da un poco de verguenza publicar un comentario tan pedestre como va a ser este en un blog de científicos de la economía, pero me voy a superar. Los lectores lo merecen todo, hasta lo peor.
Quede claro que es la opinión de un simple y desinformado ciudadano, eso sí, curioso acerca de la forma en que grupos de intereses nos ocultan la información relevante para juzgar, o simplemente opinar sobre las decisiones con consecuencias importantes (y también sobre aquéllas con consecuencias insignificantes).
En cuanto a lo expuesto por D. Álvaro Cuervo y el resto de estudiosos de la economía, me gustaría que lo hubiese hecho así de alto y claro antes de la contratación de las obras de ampliación del puerto; pero claro, eso hubiese irritado sobremanera a determinados colectivos empresariales, muchas veces elogiados y elevados a la categoría de egregios y casi desinteresados benefactores de Asturias por determinados economistas. Por citar algunos posibles despechados, cito a cementeros, transportistas, constructores y todo lo que viene detrás de éstos.
Verdaderamente, pienso que tampoco le hubiese gustado a nuestro gobierno y a nuestra oposición e, incluso, me atrevo a decir que nuestros sindicatos tampoco hubiesen sido entusiastas de sus declaraciones.
Desde luego, si eres así de antipático, muchos honores, reconocimientos y palmaditas en la espalda, no obtienes. Por eso, es mejor decir lo mismo, pero cuando la obra ya no tiene vuelta atrás, y todos los colectivos reseñados han obtenido sus correspondientes beneficios. Además, si algún aguafiestas se hubiese retratado de tal manera con anterioridad a la realización de las obras, es posible que algún impertinente le hubiese pedido al protestón que detallase cuáles eran sus alternativas. Y eso duele. Porque así a lo mejor se vería que tales no existían en la mente del conspicuo objetor. O peor aún, que hubiese mostrado las ideas cultivadas en su fértil mente -a modo de cautivadoras florecillas- y que éstas hubiesen sido llevadas a la práctica por algún político de mente descarriada.
Eso es todo. Según releo este comentario antes de postearlo, veo que tampoco es una gran aportación al problema de las infraestructuras en Asturias. Pero como me ha llevado un rato redactarlo, lo publico en homenaje a la idea de productividad, que no de rendimiento.
Mil disculpas a quien lo lea por el tiempo perdido. Saludos cordiales.
Muchas gracias por tu aportación humilde y "desinformado" ciudadano. Esperamos ansioso más como esta.
El tema de los "científicos" es parecido al de los "cerebros". Hace tiempo un alto cargo de una universidad se lamentaba de la fuga de cerebros. El problema surgía cuando citó a uno de los cerebros fugados. Un ocurrente amigo mío dijo que el alto cargo estaba confundiendo "cerebros" con "cabezones" ya que el citado tenía que hacerse los sombreros a medida pero cuando mueve la cabeza se pueden escuchar el ruido de las bellotas dentro.
Finalmente. Me ha salido barato el concurso de la caña. Javi y Roque han visto diferencias interesantes pero nunca tienen tiempo para nada.
El humilde y "desinformado" ciudadano no entra en las diferencias y, por tanto, no obtiene premio.
Hay un factor que no se ha tenido en cuenta y quizás haga que muchos de los comentaristas no tengan en cuenta el análisis coste beneficio.
Estas grandes infraestructuras están pagadas por administraciones suprarregionales. Así, que en el debate asturiano cabe esperar posturas más cercanas al Texto 1 que al texto 2.
Así, el debate asturiano es de free rider o polizón, simplemente porque hay el incentivo de pedir infraestructura sin medir los costes.
Quizás podría derivarse a la medición de las alternativas de gasto, pero muchas de estas se entremezclarían con competencias autonómicas (educación) y se pasaría al debate de la financiación territorial.
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