viernes, octubre 31, 2008

Evaluación económica de los beneficios potenciales del tranvía

En este blog se han expuesto de forma bastante clara argumentos favorables y desfavorables al tranvía. De hecho, tengo la impresión de que se ha discutido más en mi blog que en los lugares donde debería ser discutido el proyecto.

Voy a hacer algún comentario a los comentarios.

En primer lugar está el tema de los beneficios que reportaría el tranvía que deberían ser confrontados con los costes que yo calculé de un modo rápido. Epi hace una lista:

1. Una menor congestión en el tráfico de la ciudad

2. Una menor contaminación

3. El tiempo ahorrado en los desplazamientos

4. Otros (no es cuestión de ser exhaustivos)

Empezaré por el más fácil. El tiempo ahorrado en los desplazamientos es un beneficio privado que se ve reflejado en la voluntad de pago por el billete. Yo no creo que pueda superar en gran medida al precio actual del autobús. La razón por la que no puede superarlo es doble:

- Porque el tiempo de desplazamiento en León es ya muy bajo y las reducciones de tiempo serán por tanto pequeñas.

- Porque los leoneses tienen por término medio poca prisa y poco dinero.

La última causa es muy importante. La prisa y el dinero están relacionados con la productividad y me temo que ésta no es muy elevada por estos pagos.

Este primer análisis señala un problema muy importante en la evaluación de este tipo de proyectos. Mientras leía el comentario de Epi sentía el sudor frío resbalándome por la espalda. De repente pensé que independientemente del coste absurdo de un proyecto siempre se podría contratar a una consultora que determinase que los ciudadanos están dispuestos a pagar el doble por la reducción de la congestión y la contaminación.

Un poco de sosiego me llevó a darme cuenta de que tal evaluación puede servir para sacar una noticia en El Diario de León pero no soporta el más mínimo análisis económico. Los viajeros no están dispuestos a pagar más de un euro por un viaje porque no son ricos y porque tienen alternativas. Los ciudadanos no están dispuestos a pagar cantidades absurdas por la reducción de la contaminación porque están sujetos a una restricción presupuestaría y porque existen alternativas (Gracias Roque) (*). Esta restricción presupuestaria está dada por la crisis que se vive y por las propias finanzas municipales. Si ya se gastan grandes cantidades en el ayuntamiento no puedes esperar encontrar grandes cantidades para pagar otro proyecto.

En resumen, todo esto pinta tan mal que no me extrañan los comentarios sobre el afán de realizar una obra civil importante cuando hay alternativas y sobre los verdaderos beneficiarios del proyecto. De hecho, creo que si este proyecto no se debate con luz y taquígrafos la justicia debería echar un vistazo a los detalles finacieros.

(*) En clase suelo poner un ejemplo que leí hace años en Cinco Días.

Noticia: “el problema demográfico español a punto de solucionarse. Los universitarios madrileños planean tener por lo menos tres hijos y algunos hasta seis”.

Yo les pregunto a los alumnos que contestarían los universitarios sobre el número de casas que van a tener: por lo menos tres, una en la ciudad, otra en la montaña y la última en la playa. Sobre el número de coches: una berlina, un monovolumen y un todo terreno.

Mientras que no haya que poner dinero todos tenemos grandes expectativas. En cuanto entra el vil metal en juego las cosas encogen sustancialmente. Es decir, la evaluación de los beneficios no es válida si no tiene en cuenta de algún modo la restricción presupuestaria y las alternativas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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