viernes, junio 16, 2006

Productividad y Estado de Derecho

Adam Smith (1723-1790) fue espectador de un asombroso crecimiento de la producción per cápita. En ese contexto, fue lo suficientemente perspicaz como para darse cuenta de que la especialización es una fuente de productividad. Por otra parte, la especialización es posible gracias al intercambio.
Voy a dar mi propia versión de esta idea. Las preocupaciones laborales de un abogado en León giran entorno a sus casos, al estudio de la legislación, la gestión de su despacho, etc. Su formación y mejora diaria hace que consiga resultados importantes cada hora que dedica a la práctica del derecho. No tiene sentido que dedique muchas horas a pensar en la evolución de la tecnología automovilística ya que, al mismo tiempo, en algún lugar de Alemania un grupo de ingenieros están trabajando en el diseño del coche que se va a comprar dentro de unos años. Es decir, el abogado sólo tiene que preocuparse de ganar sus casos y reunir el dinero necesario para comprar el coche. Por otra parte, estos ingenieros son muy listos pero probablemente no son capaces de redactar un sencillo contrato. Si alguien alberga todavía alguna duda sobre la importancia de la especialización para el bienestar sólo tiene que pensar en el tipo de coche que conduciría el abogado si dedicase a fabricar el coche las mismas horas que dedica a ganar el dinero para comprarlo. Por otra parte, el abogado necesita vender sus servicios fuera de su ámbito familiar para comprar comida, ropa, etc. Es decir, la especialización aumenta la productividad pero tiene que estar unida a la posibilidad de intercambio.
La naturalidad con la que permitimos que nuestras necesidades más básicas sean cubiertas por extraños es un fenómeno relativamente reciente en la historia humana. De hecho, en la mayor parte de la historia estas necesidades se cubrían, con gran esfuerzo (baja productividad), en el marco de la familia o la tribu (escasas posibilidades de especialización).
La confianza en extraños permite la especialización y mejora nuestro bienestar pero requiere de instituciones muy fuertes. En general, se necesita confiar en la honestidad de las personas con las que se hacen intercambios y se requiere que haya un sistema legal claro que disuada del fraude y persiga a quienes lo practican. Tras esta larga explicación, supongo que a nadie le extrañará que en “Apuntes de Crecimiento Económico” de Xavier Sala-i-Martín se resuman resultados de investigación empírica (con datos) que encuentran una relación estadística positiva entre crecimiento económico y diversas medidas de estabilidad política y de respeto a la justicia.
Estos resultados sugieren que la defensa del estado de derecho daría lugar a un país no sólo más seguro si no también más productivo y rico. En este punto podría empezar a acusar al actual gobierno pero no voy a seguir con este tema. Simplemente, un paseo por nuestra ciudad nos llevaría a ver cientos de violaciones de la ley ante la total indolencia de las autoridades o de la policía. Esta pasividad en el cumplimiento de la ley y la persecución de los que no la cumplen es una característica muy española. En la medida que dificulte la actividad económica ya tendríamos una primera causa de los problemas económicos que nos afligen.

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