sábado, abril 07, 2007

Café a 80 céntimos de euro, pisos a 50,000 euros

Recientemente, ha surgido una polémica ciertamente absurda entorno a los conocimientos del presidente del gobierno sobre el precio de un café. Sin embargo, esta vez el Presidente tiene razón. Es muy posible que se pueda tomar café de calidad muy similar desde cincuenta céntimos a varios euros. Por tanto, 80 céntimos es una respuesta razonable. De hecho, en la máquina del vestíbulo de la Facultad cuesta 30 céntimos, en la máquina de la zona de despachos 50 (calidad ligeramente más alta) y en la cafetería más próxima a la Facultad 90 céntimos. En este último caso, por el mismo precio se puede disfrutar de los efluvios del tabaco teóricamente prohibido por la ley y del humo de la cocina.

Es conveniente darse cuenta de que el ciudadano no le preguntó cuál era el precio más frecuente del café. Si esa fuese la pregunta, la respuesta que le deberían haber preparado sus asesores es esta:

El presidente del gobierno no puede tomar cafés a lo largo y ancho del territorio que gobierna y apuntar el precio en una libreta. Esta labor la hacen encuestadores muy cualificados del Instituto Nacional de Estadística. Otros técnicos cualificados analizan esta información para que sea posible tomar medidas de política económica adecuadas si fuese menester. Un resumen de esta información denominado ípece se facilita a los ciudadanos mensualmente en el telediario de las tres de la tarde y en otros medios de comunicación.

Una vez dicho esto, la polémica me da píe para hablar de economía. La variabilidad espacial del precio del café no depende, obviamente, del coste de los granos del café o del agua. Depende de la localización de la cafetería. Por muy diversas razones los consumidores están dispuestos a pagar cantidades diferentes en cafeterías localizadas en distintos lugares. Unas están al lado del mar con vistas maravillosas, otras en edificios notables, otras en locales inmundos donde se mezcla el humo del tabaco con las frituras hechas con aceite de tranvía. Básicamente, se puede abrir una cafetería en casi cualquier sitio. Por esta razón hay un rango bastante amplio de precios y, en general, pocas quejas sobre la carestía o escasez de lugares para tomar café.

Ahora es el momento de jugar un poco. Imaginemos una nueva normativa que regule la venta de café reduciendo los lugares en la ciudad de León y provincia en que se puede tomar café al Hostal de San Marcos, Hotel Quindós y Fornos. Por supuesto, no puedo hacer una predicción cuantitativa sobre el efecto en los precios de esta medida pero la predicción cualitativa es clara: subirían escandalosamente. Es razonable calificar de iluminado a quien proponga esta normativa. Pero lo más importante es pensar en qué dirían los dueños de estos establecimientos si intentásemos quitarla cuando ya existe.

Este resultado es interesante porque hay un bien probablemente más importante que el café con problemas similares: la vivienda. Los ladrillos, el cemento y las vigas tienen un coste relativamente moderado y prácticamente igual en todas partes. Sin embargo, se pueden encontrar viviendas muy parecidas en distintas localizaciones a precios dramáticamente distintos. Es decir, de nuevo la localización es la clave que explica el precio.

La legislación restrictiva sobre la apertura de cafeterías creaba un problema de escasez y precio elevado donde nunca lo hubo. Por tanto, dadas las similitudes, no es una hipótesis descabellada atribuir el alto precio de la vivienda a una legislación que restringe la localización. La pregunta lógica es: ¿Por qué no se modifica esa legislación?

miércoles, marzo 14, 2007

Penas está privatizando la ULE

TRIBUNA. El Diario de León. 13 de Marzo de 2007.
SECCIÓN SINDICAL COMISIONES OBRERAS DE LA UNIVERSIDAD DE LEÓN


EL RECTOR de la Universidad de León, en el último año que le queda al frente del equipo de gobierno de esta Universidad, ha emprendido una política de privatización de buena parte de los servicios de esta Universidad. Esta política no es nueva, ya que a lo largo de los últimos seis años ha venido manteniendo esta misma línea. Pero ahora ha decidido profundizar en ello, o así lo ha expuesto al menos a los tres Secretarios Generales de los Sindicatos más representativos de la ULE en la reunión a la que fueron convocados el pasado 17 de enero.

La Universidad es un servicio público que pagamos entre todos los ciudadanos y ciudadanas. Privatizar un servicio público supone introducir empresas privadas a gestionar sus servicios, lo cual implica que estas empresas quieran obtener un beneficio económico por un servicio que antes no tenía este «coste añadido». Coste añadido que sólo beneficia a los dueños o propietarios de esas empresas. No a todos. No olvidemos que lo público es de todos y lo privado sólo es de unos pocos.

El gran problema es que los beneficios económicos que esas empresas esperan obtener gestionando esos servicios no deben recaer en un aumento de los costes de los mismos para la propia Universidad, de lo cual se enorgullece el actual rector. ¡Nos sale más barato!, proclama a quien le quiera oír. Entonces ¿a costa de quién obtienen ese «plus» añadido de beneficios? Como nos podemos imaginar, por simple sentido común, se saca de las condiciones laborales de los trabajadores y trabajadoras que contratan esas empresas: bajos salarios, precariedad de los empleos, ausencia de negociación colectiva, etcétera. De esta forma las empresas abaratan los servicios que prestan sin recortar sus beneficios. No hace falta más que revisar las condiciones laborales de los empleados y empleadas que tienen las empresas que gestionan actualmente determinados servicios en esta Universidad y que Penas conoce o debería conocer.

Sabiendo que a Penas le queda año y medio a Penas como rector, parece que ha decidido emprender una campaña, a sangre y fuego, profundizando en su política neoliberal de privatización al servicio de unos pocos.

Sin hablar de la denominada Fundación Empresa-Universidad (su nombre inicial era Universidad-Empresa), de la que prácticamente nadie es capaz de obtener información sobre su gestión, hay toda una serie de servicios que estos años han sido «externalizados» o «deslocalizados», como ahora se llama a la privatización y precarización para ser «políticamente correctos»: el servicio de mantenimiento, el servicio de transporte y conductores, el servicio de maquinaria de la imprenta, determinadas conserjerías, el Instituto de Ciencias de la Educación (ICE), ciertos servicios de la Biblioteca Central (que se hacen mediante contratos mercantiles), etcétera.

Pero ahora «amenaza» con más de lo mismo y a un mayor nivel y profundidad. En la reunión mantenida con los Secretarios Generales informaba que su intención es privatizar también el futuro servicio de guardería, el gabinete de prensa, el hospital veterinario, poniendo estos como ejemplos, entre otros, de una línea que ya viene de lejos. La primera y gran privatización que hizo nuestro Rector, en su primer mandato, fue vender los terrenos públicos de la Universidad de León para edificar viviendas en el campus universitario. Lo cual ha hipotecado el futuro de la misma a medio y largo plazo, puesto que ya no le quedará recurso económico alguno en caso de necesidad ni espacio para una posible expansión de sus instalaciones. Sabemos que el Rector está preocupado ahora, cuando ya no queda más remedio, porque los pisos que se están construyendo (algunos a casi treinta metros de las Facultades por empresas que han hecho su «agosto» particular) nos van a dar «buena sombra».

En todo caso, ya se ha advertido desde Comisiones Obreras de la distancia que existe entre el equipo rectoral y los trabajadores y trabajadoras en su conjunto, como un serio inconveniente para cualquier entendimiento. El actual clima de desconfianza motivada por la decepcionante actuación del equipo rectoral no es el mejor escenario para próximas negociaciones ni acuerdos, pues todo lo relativo a relaciones de puestos de trabajo y privatizaciones son materias contaminadas en esta Universidad por cuanto ha ocurrido en episodios anteriores.

Podríamos entender que, excepcionalmente, determinados servicios puedan ser desempeñados por empresas. Pero siempre y cuando la ULE salvaguarde y exija en los pliegos de condiciones del contrato no sólo un presupuesto ajustado, sino que la empresa contratada cumpla con la normativa laboral vigente de forma escrupulosa evitando contratos precarios, sueldos miserables, duplicidad de funciones, respeto a la salud laboral, etcétera. Y se comprometa a articular las medidas necesarias y efectivas para que esas empresas lo respeten.

Esto no sólo supondrá un beneficio para los trabajadores y trabajadoras de estas empresas, sino para la propia Universidad de León y la coherencia entre sus principios de justicia, equidad, solidaridad, etcétera, que siempre proclama, y las prácticas reales que mantiene. Una enseñanza universitaria de calidad sólo es posible cuando el contexto en el que se desarrolla también es de calidad.

Recordaremos, finalmente, que lo privado es de unos pocos y lo público es de todos y todas. Queremos una ULE al servicio de toda la comunidad universitaria, que respete los derechos de todas las personas que en ella están desempeñando su labor y que promueva unos valores y unas prácticas en esta dirección.

Comentarios.
1. Queda mal repetir frases en los artículos.
2. Mis felicitaciones al Rector. No sabía que estaba privatizando servicios pero me parece una idea brillante. A ver cuando privatiza algún Departamento.
3. El “coste añadido” del beneficio que hay que pagar a las empresas privadas es invisible. De hecho, se contratan porque hacen lo mismo o más a menor coste.
4. Algunas de las razones para el ahorro en coste son la adecuada organización de las tareas, el uso de las técnicas adecuadas y la correcta supervisión. La ausencia de estas mismas características explica una parte del coste más alto en las instituciones públicas.
5. Las condiciones laborales deficientes no pueden ser una explicación para el ahorro en coste. De ese tema se ocupan los sindicatos con gran eficacia. De hecho, una parte no desdeñable de los impuestos de todos y todas se dedica a subvencionar a los sindicatos para que realicen, entre otras, esa importante tarea.
6.El Rector no puede ni debe supervisar las condiciones laborales de las empresas subcontratadas. Su labor consiste en intentar que se proporcione una enseñanza e investigación de calidad. Existen organismos e instituciones que se ocupan de este tema.
7. Ignoraba que la Universidad pregonaba los principios de justicia, equidad, solidaridad ¿etcétera? En cualquier caso, no puede aplicarlos en la solución de todos los problemas del mundo. Sería un objetivo loable si los emplease en sus tareas básicas: la enseñanza y la investigación,
8. Quiero una ULE al servicio de sus estudiantes y de la comunidad científica. No sé quien es la comunidad universitaria pero sospecho que sus intereses son contrarios a los estudiantes, los científicos y los contribuyentes.

sábado, marzo 10, 2007

Ferias de maestros

MANUEL CAMPA(*), La Nueva España, 3/1/2007

(*) Esta entrada del blog necesita una aclaración y merece un comentario.
La primera aclaración es que Manuel Campa y José Manuel Campa son dos personas distintas. Manuel Campa es el seudónimo de Manuel Fernández padre de Manuel Fernández Bagües. Este último es un profesor de la Universidad Carlos III, antiguo alumno que acude anualmente a dar una charla a mis alumnos.
El comentario es sobre la contratación de profesorado en nuestra universidad. Por supuesto, la Universidad de León no participa en este mercado ni tiene ningún interés en participar. De hecho, Jorge Rodríguez-Vález al que los alumnos consideran un gran profesor y la comunidad académica un prometedor economista no pudo continuar en la Universidad de León. Sin embargo, Jorge acudió a este mercado y unas semanas después recibió una oferta económicamente digna (no mileurista) de la Universidad de Oviedo.
El artículo de Manuel Campa permite comparar la preocupación por la calidad de la enseñanza de los pastores de los montes asturianos hace muchas décadas con la de la mayoría de las universidades españolas a día de hoy.

El artículo

Recientemente se celebró en Oviedo el simposio anual de la Asociación Española de Economistas. En el seno de dicha reunión la principal novedad ha sido la celebración del llamado «job market», patrocinado por la Asociación Europea de Economistas.
El objetivo del «job market» es poner en contacto a jóvenes doctores en búsqueda de trabajo con aquellas universidades que necesitan cubrir alguna vacante. Así, durante estos días, Oviedo contó con la presencia de cien jóvenes doctores en economía de las mejores universidades europeas (LSE, UCL, IUE, Pompeu Fabra...) y americanas (Columbia University, NYU, UCSD, Boston University, Cornell...), así como de representantes de quince universidades españolas.
Este tipo de reuniones suele seguir siempre un mismo ritual, de origen anglosajón: cada uno de los jóvenes doctores expone, durante 25 minutos, un trabajo ante la audiencia de los responsables universitarios. Posteriormente cada Universidad puede entrevistar a aquellos candidatos cuyos trabajos ha considerado de mayor interés. Si esta entrevista tiene éxito, el joven doctor será invitado a presentar un seminario en la Universidad interesada y a entrevistarse con los profesores del departamento. Este proceso puede culminar con la contratación final del joven doctor en la modalidad de «tenure track», es decir, por un período de 6 años, con la renovación condicionada a un número y calidad de publicaciones predeterminados. Este proceso de selección del profesorado procede de las universidades norteamericanas, lo cual prueba, una vez más, que, afortunadamente, USA no es sólo la gran potencia que invade Irak o que conforma en Florida el resultado de unas elecciones generales.
Curiosamente, a los asturianos, este procedimiento anglosajón de selección de los profesores nos recuerda, más que a nuestro mundo académico universitario, a algo bien distinto. Hace veinte años, por iniciativa de Juan Benito, fundador y presidente de Tribuna Ciudadana, se reeditó la parte correspondiente a Asturias del «Viaje por las escuelas de España», publicado por vez primera en 1926 por el periodista y escritor Luis Bello. A través de este gran libro llegó al conocimiento del gran público la existencia de la feria de maestros de Xera (Tineo), que cada año se celebraba coincidiendo con la feria de ganado de los Santos. Allí los representantes de pueblos y, sobre todo, de brañas sin escuela estatal se entrevistaban con los babianos aspirantes a «maestros», a quienes interrogaban sobre sus saberes y -como dicen actualmente los pedagogos- «destrezas». Además de leer, escribir y las cuatro reglas, una de las destrezas más valoradas era que el candidato a «maestro» supiera tocar el acordeón, para poder hacer baile en la braña a lo largo del invierno.

No debemos sorprendernos de que los métodos más avanzados de selección del profesorado seguidos en todo el mundo tengan un claro antecedente en el ámbito de los vaqueiros de alzada, un grupo humano, relativamente poco numeroso, que creó la mayor parte de nuestro folclore occidental asturiano y que, en sus coplas, realiza algunas de las críticas más radicales, de más ingenio y más rigurosas de cuantas se han hecho sobre la sociedad asturiana:

«Andouvieran en xusticia
hasta que al cabu amansaran
deixándulus bien palpaus
lus curiales de la L.luarca».

jueves, marzo 08, 2007

Inadecuada política económica

No nos vendría mal un cambio, de modo que el marco regulador garantizara la unidad de mercado

Blanca Sánchez-Robles, La Gaceta de los Negocios

Nos encontramos en uno de los momentos de la legislatura en que la confusión del ciudadano medio es mayor. Y la estupefacción de los ciudadanos ha alcanzado su máximo con la excarcelación de De Juana. Con tanto lío político se habla poco de economía. Rectifico: se habla mucho de determinadas cuestiones que ya comienzan a aburrir, como Endesa y sus opas o el Ibex y sus vaivenes, pero no de la situación económica general del país. Y es que parece que por obra de magia del brujo Harry Solbes todo lo económico va bien: el crecimiento, el empleo...

Es cierto que la complicada situación política no se corresponde con la aparentemente buena salud económica de nuestra economía. Pero no analizaré hoy este tema. La pregunta que me haré es si la política económica que sigue este Gobierno es la adecuada. Para empezar, y en contra de lo que opinan muchos, hay notables diferencias en la política económica diseñada por este Gabinete y por el anterior. Quizá las más destacadas se producen en el ámbito de la política fiscal y las reformas estructurales.

En el periodo 1996-2003 la presión fiscal aumentó aproximadamente 0.05%. Entre 2004 y 2006 el incremento de esta variable es de medio punto porcentual. Puede parecer pequeño, y lo es en términos absolutos, pero conlleva un cambio de tendencia respecto a la etapa anterior que no es, en absoluto, buen presagio. En el periodo 1996-2003 el gasto público como porcentaje del PIB se redujo en 7 puntos porcentuales. Otra tendencia que se rompe, porque en los dos años de la presente legislatura también aumenta ligeramente. Es natural. Aunque de momento el Gobierno está respetando el principio de déficit cero y conservando el superávit, es metafísicamente imposible que un Gobierno socialista —y con tantos sesgos dadivosos y populistas, como éste—no caiga en la tentación de implantar medidas presuntamente sociales a golpe de talonario. El capítulo de las reformas estructurales no es más esperanzador. Parece que la agenda de Lisboa ha caído en el olvido: no da la sensación de que se hayan liberalizado los sectores, sino más bien lo contrario. Las medidas tomadas en el campo de la vivienda se proponen, según parece, intervenir aún más un sector extremadamente regulado. La Ley del Suelo, aún en tramitación, intenta hacer más tortuosa la operativa de empresas que suponen casi el 20% del PIB español en la obtención de un recurso claramente estratégico para ellas. No es fácil abordar este tema, todos lo sabemos, pero una regla de oro de la economía es que si algo (como el mercado del suelo) no funciona bien porque está muy regulado, la solución idónea no pasa por regularlo más. La gestión de otros recursos o servicios vitales para empresas y consumidores, como el agua, las infraestructuras o la energía, sólo puede calificarse de lamentable. ¿Alguien sensato sigue creyendo en las desaladoras? ¿Por qué cuando llegas a una capital de provincia donde se esperaba el AVE hace años, y haces la consabida pregunta —para cuándo el AVE— te contestan con un encogimiento de hombros? ¿Quién recuerda — no ya en la historia de España, sino en la de la humanidad— un caso de intervencionismo estatal más inoportuno, desafortunado, tramposo, rastrero y críptico como el de este Gobierno en la OPA de Endesa? Críptico porque en el episodio 1 de la saga todavía se entendía —o se podía aventurar— algo del argumento: entra Gas Natural en Endesa a cambio del Estatut, por ejemplo, pero ¿ahora, qué le debemos a Prodi o a Berlusconi? ¿O es que para la operación de Autostrade merece la pena montar este lío? Y claro, estas veleidades populistas de nuestro Gobierno han pasado —y pasarán— factura. La convergencia real avanzó a un ritmo de más de 1,2 puntos porcentuales en el periodo 1996-2003; en los dos últimos años el ritmo medio de avance ha sido cercano al 0,3% (la cuarta parte).

Los salarios han sufrido una pérdida de poder adquisitivo entre 2004 y 2006 de 1,7 puntos; en la etapa anterior su valor adquisitivo se mantuvo. La productividad en relación con la UE —que tampoco es la zona más competitiva del mundo— se ha reducido. Si tomamos el nivel de 2003 como base 100, comprobamos que en 2006 la productividad está en el 96%.

Respondo a lo que preguntaba más arriba: la actual política económica no me parece adecuada. No nos vendría mal un cambio, de modo que el marco regulador garantizara la unidad de mercado y no fuera tan intervencionista, se controlaran más las ansias recaudatorias, se reformara el sector público... y tantas recetas mil veces pronunciadas y un millón escuchadas, que, sin embargo, nuestros gobernantes no sabes —o no quieren— poner en práctica.

lunes, febrero 26, 2007

Asturias Renove

JOSÉ MANUEL CAMPA. La Nueva España. 25 de Febrero de 2007

Hace una semana, participando en el consejo de administración de una empresa con sede asturiana, se preguntó sobre un proyecto cuyo lanzamiento hacía dos años que se había propuesto en el consejo y que, sin embargo, aún no se había iniciado su fase de implementación. A continuación prosiguió una larga explicación por parte del equipo directivo de una serie de interacciones con entidades públicas, organismos de desarrollo regional, organizaciones cívicas, empresas públicas, empresas mixtas, organismos autónomos y demás entes para llegar a la conclusión que el proyecto se encontraba bloqueado sin perspectivas de iniciación a corto plazo.

La razón no estaba clara, o al menos no quedó clara, más allá de que más de una vez, y a partir de una propuesta inicial positiva por parte de una de las entidades copatrocinadoras del proyecto, la interacción de al menos un subconjunto de los distintos entes indicados arriba había terminado bloqueando el proyecto.

Como ya se puede intuir, éste es un artículo interesado. Pero interesado no sólo por lo anterior sino porque durante los últimos años he participado en más de una mesa redonda e intervención sobre las carencias y necesidades de la economía asturiana. También se han escrito multitud de editoriales y artículos al respecto, incluidos algunos por mí mismo. Por suerte para Asturias, este debate ha evolucionado desde las carencias estructurales asturianas hacia los factores para explotar el potencial de crecimiento en Asturias. Ya no se trata de reestructurar, despedir, cerrar empresas, sino de todo lo contrario, de dinamizar la actividad económica a través de atraer y crear empresas en Asturias. O sea, de renovar Asturias.

El paso del tiempo y el desarrollo económico han jugado a favor. La globalización y el avance tecnológico junto con el proceso de reestructuración industrial han ayudado mucho. Una de las grandes ventajas que presentan las nuevas tecnologías es la pérdida de importancia de ventajas tradicionales vinculadas a la geografía para la localización de las empresas. Los recursos naturales son cada vez una fuente menos importante de localización. Las distancias físicas importan menos para un conjunto cada vez más importante de la economía. Además, Asturias ha realizado un esfuerzo grande en infraestructuras de transporte y tecnologías de comunicación e información que la colocan en una situación comparable al resto del territorio nacional.
Sin embargo, la experiencia del primer párrafo es un ejemplo muy cercano de uno de los factores que más impacto está teniendo en la determinación de la competitividad mundial de países: la eficiencia de sus instituciones. Los factores indicados con anterioridad hacen que la calidad de las instituciones, su eficiencia, y su objetividad estén en el centro del poder de atracción de la actividad económica.
No debe pues sorprender que los índices de competitividad y de desarrollo mundial pongan un énfasis cada vez más importante en estos aspectos como determinantes de la localización de empresas y del crecimiento sostenido. Desgraciadamente, España recibe en estos aspectos las puntuaciones más bajas de todo el conjunto de criterios utilizados. Por ejemplo, el «Global competitiveness report 2007» del World Economic Forum califica la ineficiencia de la burocracia en las entidades públicas, el favoritismo (que no la corrupción) en las decisiones de las entidades públicas, y el coste burocrático para el lanzamiento de una empresa como unas de las principales desventajas competitivas en España. Estos factores se encuentran ya a niveles similares a la inflexibilidad del mercado laboral o la falta de capital humano, y sólo por detrás de los costes vinculados al terrorismo.
Estas dificultades se muestran más predominantes en aquellas zonas donde la vinculación del sector público a la actividad económica es mayor. Asturias es una de ellas. El peso de la empresa pública ha disminuido sustancialmente en su actividad productiva, pero la burocracia pública se mantiene a niveles altos. En parte se debe a las transferencias gestionadas por el sector público, en parte a la baja tasa de actividad de la región, que hace que un componente importante del gasto de los hogares se vincule todavía a transferencias, vía pensiones, salarios y otras compensaciones sociales, al sector público. Esta preponderancia es muy notable en la creación de empresas, donde la disponibilidad de ayudas públicas para la creación y el desarrollo del tejido empresarial ha sido más preponderante. Las ayudas públicas por empresa creada, empleo generado, e inversión realizada son más altas en el caso de Asturias que en el resto de España. Esto no debería sorprender dado la mayor cantidad de fondos disponibles para este fin en Asturias.
Ahora bien, no basta con la existencia de estos fondos para el desarrollo de una dinámica de creación de empresas y actividad económica. Se necesita una eficiencia y coordinación de la asignación de los mismos que sea generadora neta de actividad en Asturias. Según un estudio de la Universidad de Oviedo, el número de empresas en Asturias habría crecido en un 6,2% durante el período 2000-04. Este crecimiento es menos de la mitad del 13,4% para el conjunto de España, y por debajo de otras comunidades autónomas de similar tamaño, una próxima como Cantabria (9,9%) y otra más lejana e involucrada en el Arco Mediterráneo como Murcia (21,1%). Crear una industria asturiana renovada necesita unas instituciones renovadas.

Se podría argumentar que el bloqueo del proyecto es debido a la falta de diligencia del equipo directivo. Pero ésa sería la pregunta incorrecta, puesto que mostraría una actitud subyacente de unas administraciones prepotentes y controladoras más que colaboradoras e incentivadoras. Debe ser labor de una eficiente administración el buscar los proyectos y asegurarse que consiguen el mejor uso posible para los recursos que gestionan. Ayudar a las empresas y atraer a las empresas facilitando las cosas. Después de todo, la empresa es de nueva creación, tiene crecimientos anuales del 50%, ha salido a Bolsa y ha incorporado anualmente más de 300 empleados. Las presiones en sus equipos directivos para dirigir y gestionar ese crecimiento son constantes y las alternativas que se le plantean también.

Se preguntará el lector avispado por qué no seguir adelante sin la ayuda. De nuevo, a mi parecer, la pregunta incorrecta. Obviamente, la pregunta correcta es por qué no disfrutar de algo a lo que tienes derecho. Si la ayuda existe, y cumplo las condiciones objetivas para la misma, sería estúpido no solicitarlo. Que la discusión sea sobre la valía o no del proyecto me parece bien, pero si para que la ayuda sirva para algo no basta con que exista, debe ser ejecutable en tiempo y forma adecuados.

Seguro que el proyecto de la empresa a la que me refería al principio no es el único que se plantea en Asturias. Además, como asturiano, hasta me encantaría escuchar que no es el mejor de los posibles para Asturias, o ni siquiera deseable, ya que existen múltiples y muy válidas oportunidades alternativas y no hay espacio para todos. Perfecto, se acabó la discusión. Pero que el bloqueo no sea por los detalles de su implementación. Puesto que la peor ironía sería que, aunque exista consenso sobre su interés para la región, el proyecto se haga sin beneficiarse de, ni beneficiar a, Asturias, y que lo verdaderamente cierto al final sea el refrán: «Mucho ayuda el que no estorba».


José Manuel Campa, profesor de IESE Business School.

sábado, febrero 17, 2007

El efecto de las carreteras en el desarrollo de los pueblos

En estas semanas estoy impartiendo un curso de Doctorado que se titula “Modelos Espaciales de Desarrollo Económico”. Uno de los modelos que analizamos es el de la localización de las actividades económicas. La versión académica del modelo se presenta con unas sencillas ecuaciones. Sin embargo, los resultados se pueden explicar con unos sencillos números.

Un modelo es una simplificación de la realidad que te permite entenderla. En este caso, necesitamos un pueblo y una ciudad unidos por una infame carretera.

Caso 1
En el pueblo se produce leche a un coste de 5 y en la ciudad de 15. El transporte por carretera es tan difícil que cuesta 15. Es decir, la leche del pueblo puesta en la ciudad costaría 20. Como consecuencia de los altos costes de transporte la ventaja de costes en origen no se traduce en una ventaja de costes en destino y la leche se produce tanto en el pueblo como en la ciudad.

Caso 2
Una mejora en la carretera hace que el coste de transporte baje a 5. La leche del pueblo puesta en la ciudad cuesta 10 mientras que la producida en la ciudad cuesta 15. La leche se producirá exclusivamente en el pueblo.

Resultado preliminar: la carretera mejora la actividad económica en el pueblo.

Caso 3
En el pueblo se fabrican herramientas a un coste de 15 y en la ciudad de 5. Antes de arreglar la carretera las herramientas de la ciudad puestas en el pueblo costaban 20. Por tanto, se fabricaban tanto en el pueblo como en la ciudad. Una vez arreglada la carretera las herramientas se producen sólo en la ciudad.

Resultado final:
Las actividades que se desarrollarán en el pueblo son aquellas en la que el coste por unidad sea más bajo. Lo mismo es cierto para la ciudad. Es decir, la mejora del transporte amplia la importancia de los costes unitarios de producción.

No dudo de que haya actividades que se puedan hacer a un coste más bajo en el pueblo pero a mí se me ocurren muy pocas: el silencio, el aire limpio o algunas experiencias culturales o turísticas. Cualquier otra actividad se enfrenta a fenómenos económicos de gran envergadura que definen el bienestar de que gozamos. Algunos de estos fenómenos son:

Las economías de escala.
El coste unitario se reduce al aumentar la cantidad producida.

Las economías de aglomeración. El coste unitario se reduce con la especialización que permite la aglomeración. Por ejemplo, ayer vino un fontanero a casa que tardó tres minutos en apretar tres radiadores que tenían una ligera fuga. Esa tarea me hubiese llevado a mí varias horas. Primero tendría que estudiar el problema, luego ver cómo se soluciona, luego averiguar si mis herramientas sirven para esa tarea, etc. Vivir en una ciudad permite que estos profesionales puedan hacer pequeñas tareas a muchas personas con gran eficiencia. A su vez, ellos pueden especializarse porque otras personas hacen otras tareas por ellos. Por ejemplo, reparales el coche. Por otra parte, la aglomeración permite compartir recursos costosos. El ejemplo está en una entrada anterior del blog sobre autopistas en la montaña leonesa.

Los flujos de innovación. Este fenómeno no lo entiendo muy bien pero hay cierta evidencia de que el número de personas y la actividad económica favorecen el aprendizaje y la innovación. Estos fenómenos reducen en gran medida el coste unitario de producción.


Epílogo: las mangas del chaleco

Se trata de un chiste muy malo en que un estudiante de Francés se inventa todas las traducciones. Traduce chaqueta como chaqueté, chaleco como chalequé. Entonces, el profesor le pide que traduzca las mangas del chaleco. El estudiante responde raudo: les mangués del chalequé. El profesor contesta: pues un ceré porque el chalequé no tiene mangués.

La idea de desarrollar pueblos remotos con costosas infraestructuras pagadas por los habitantes de las ciudades se parece al chaleco con mangas. Parece que se trata de crear una aglomeración urbana donde no existe olvidando los problemas de las que ya existen u otras que podrían existir en zonas menos alejadas de la primera.

miércoles, febrero 14, 2007

Dulzaina

Dulzaina. Revista de la Agrupación Leonesa de México A.C.
Marzo, 2007.

Cartas a través del atlántico: teoría y práctica sobre el subempleo universitario y la iniciativa empresarial

Rubén González y Carlos Arias

Estimado Carlos:
Me gustaría comentarte las extrañas sensaciones que he tenido en mi último viaje a León. Cenando con compañeros de estudios en la Universidad, algunos antiguos alumnos tuyos, entre las chuletillas y el Prieto Picudo percibí con tristeza ese conformismo que parece caracterizar a muchos leoneses y que nada nos aporta.
Tu lo sabes, todos son gente muy preparada, buenos estudiantes en la mayor parte de los casos y brillantes en alguno. Pues bien, resulta que todo ese talento y preparación les ha llevado a un empleo en el sector bancario. Siendo hijo de un empleado de Caja España no tengo una especial animadversión hacia la banca, sin embargo, me incomoda verles repartiendo billetes en una ventanilla o de director de oficina en el mejor de los casos. Creo que me preocupa porque yo también repartí billetes en una ventanilla y me parece que toda la preparación se desaprovecha en esas tareas.
Por otra parte, ¿dónde pueden buscar trabajo los jóvenes de León si no existen otras alternativas? Mientras yo vivía allí me hacía la misma pregunta. Ahora desde la lejanía a la tierra, con mayor sensibilidad y perspectiva para valorar los problemas de este nuestro León, creo que se debe a la carencia de cultura emprendedora de nuestros paisanos, especialmente de la juventud. Esta falta de iniciativa empresarial y reticencia a asumir riesgos es la que anquilosa a la juventud, la mejor preparada de la historia, en una vida en que el proyecto más excitante es adquirir una vivienda y sobrevivir con los 500 euros que les queden una vez pagada la hipoteca. Eso sí, todos lo decimos: "Como en León no se vive en ninguna parte".
Creo que es responsabilidad de los empresarios emprendedores apoyar las nuevas iniciativas y a la juventud en el desarrollo de sus ideas. Por otra parte, la Universidad debería mostrar modos diferentes de pensar y ampliar las expectativas de los estudiantes. Finalmente, los leoneses en general deberían dejar de quejarse y hacer algo de una vez por todas por la tierra.

Estimado Rubén:
Permíteme empezar con un ejercicio mental un tanto extravagante pero muy útil. Imagínate que por un extraño giro del destino Bill Gates y Steven Spielberg aparecen un día en León con todos sus talentos y preparación pero sin su riqueza. Cuando estas dos personas se dirijan a la oficina de empleo les preguntarán por sus cualificaciones: el primero dirá que es experto en ordenadores y empresario, el segundo que es director de cine. Puedes apostar que tardarán en recibir una oferta de empleo y cuando la reciban se parecerá a las que han recibido tus compañeros y a las que recibiste tú en su día: auxiliar administrativo, reparación de ordenadores personales, reportajes de boda. El ejercicio mental es interesante porque no es difícil imaginar a los dos símbolos mundiales del triunfo teniendo los mismos problemas que tus compañeros. Lo que es difícil es imaginar a Bill y a Steven teniendo los mismos problemas a medio plazo. Yo creo que no se añora lo que no se conoce y estas personas conocen otro mundo y otras posibilidades. Por tanto, cada día de su vida explorarían las oportunidades de mejora que les ofrecen su entorno por muy escasas que éstas parezcan. Tus compañeros, mis alumnos, no conocen más mundo que el que tu has visto estas navidades y no añoran otro. Es posible que sus familiares y amigos vivan de forma parecida. Han ido a la Universidad pero ésta es una institución que tarda décadas en asumir los cambios de su entorno. Por otra parte, la actitud de tus compañeros es más peligrosa que nunca. Mientras ellos reparten dinero en la ventanilla, el mundo de las finanzas cambia de manera dramática cada día e ignorarlo no les ayudará precisamente a conservar su empleo.
Yo no tengo la fórmula que convierta a León en California. De hecho, no creo que nadie la tenga aunque algunos aspectos del problema aparecen ya bien explicados en los libros de texto. Mi modesta propuesta es divulgar la existencia de oportunidades en cualquier lado, si te empeñas en buscarlas, y el hecho de que su búsqueda es una de las mejores experiencias vitales. Esta es la razón por la que te invito continuamente a que cuentes tu experiencia a mis alumnos. De hecho, a todos mis antiguos alumnos les pido lo mismo una y otra vez.

Estimado Carlos:
Compartiendo esa necesidad de apertura al exterior de la juventud leonesa me sigue quedando la duda de cómo esto puede ayudar a León. Independientemente del arraigo al terruño que nos caracteriza, dado el atractivo de los proyectos que se nos plantean en otras ciudades, quien salga y conozca otras lugares difícilmente regresará a León y por lo tanto estaríamos en el punto de partida.

Estimado Rubén:
Edward Glaeser, un economista de la Universidad de Harvard logró un gran avance en la comprensión del desarrollo regional y urbano cuando dejó de preguntarse ¿Por qué disminuye la población de Detroit? Y comenzó a preguntarse ¿Por qué queda alguien en Detroit? Tú proporcionas una contestación a ambas preguntas: unos emigran porque buscan otros horizontes mientras otros se quedan porque les compensa. Mi propuesta anterior está destinada a los que se quedan.

Rubén González es Director General Adjunto de Texdec S.A. en México D.F.
Carlos Arias es Profesor de Economía en la Universidad de León.

jueves, enero 25, 2007

Palotes y autopistas que pretenden cruzar la montaña leonesa de este a oeste

Palote es el nombre que reciben en Asturias diversos tipos de palas cortantes que se usa para remover la tierra. Es decir, una operación parecida al arado que se realiza en huertas pequeñas donde no entraría maquinaria. Cuando yo era un niño, me resultaba agradable observar a mi abuelo en esta tarea. Lo hacía con tanta facilidad y estilo que apetecía emularlo. Así se lo hacía saber y él me entregaba un palote menos pesado. Yo intentaba clavarlo en la tierra y me faltaba la fuerza de mi abuelo. A continuación, trataba de extraer la tierra y darle la vuelta y me faltaba su destreza y entrenamiento. A mis ocho o nueve años enseguida veía la parte más evidente del problema: mi abuelo tenía un palote mejor que el mío. En ese momento, le comentaba lo injusto de la situación y él me cedía su palote. Mientras él encendía un cigarrillo sin filtro, yo intentaba remover la tierra. El palote del abuelo mejoraba ligeramente las cosas pero mi falta de fuerza y destreza hacía que tras un par de intentos abandonase el trabajo.
La autopista que pretende cruzar la montaña leonesa se parece a mis desventuras con los palotes. Los abuelos que cultivan bien las huertas tienen buenas herramientas y las zonas desarrolladas autopistas. Por tanto, pongamos una autopista y seremos una zona desarrollada.
Es cierto que yo paloteaba mejor con la pala de mi abuelo y que probablemente habrá algún desarrollo en la montaña con una autopista. Por tanto, no podemos negar esas herramientas con el argumento de que no mejoran la vida de las personas. Sólo las podemos negar con otro argumento más sofisticado. El palote bueno mejoraba la productividad de mi abuelo mucho más que la mía, por tanto, debería tenerlo él y no yo. La autopista mejorará un poco la actividad económica en la montaña pero probablemente menos que en otro sitio, por tanto, debería hacerse en otro sitio. ¿Por qué la autopista sería más productiva en otro lugar? Por las mismas razones por las que la gente se asienta en otros lugares y no en la montaña de León. Algunas de estas razones son de tipo climático o geográfico. Sin embargo, las más interesantes son las relacionadas con el fenómeno de la aglomeración. Los productores y consumidores tienen la tendencia a asentarse en aglomeraciones urbanas. La aglomeración facilita los intercambios y la especialización, dos fuentes básicas del aumento de la productividad y del crecimiento económico. Si no viviésemos cerca de otras personas tendríamos que hacer tanto las tareas en las que somos más o menos diestros como las tareas que nos resulten más difíciles. Por otra parte, la aglomeración permite compartir el uso de productos con altos costes fijos y bajos costes variables. Por ejemplo, en un lugar en el que viven diez personas un puente de un millón de euros supone un coste de cien mil euros por persona. Probablemente, la infraestructura no se construirá y si se hace se usará poco. Si en vez de diez personas viven mil estamos hablando de un coste de mil euros por persona y si vive un millón un euro por persona. Por otra parte, la actividad económica que permite el puente también aumenta con el número de personas.
En resumen, las aglomeraciones urbanas constituyen una estrategia de especialización y ahorro de recursos que mejora el bienestar. Como consecuencia el crecimiento económico ocurre de modo natural en estos lugares.
Las ventajas económicas de las aglomeraciones urbanas son tan evidentes que necesitan poca discusión. Lo que realmente me deja perplejo es que la atención no se centre en las necesidades de las ciudades para asegurar la productividad, el crecimiento económico y el bienestar de las personas sino en cómo hacer que se traslade la población a lugares por los que no muestra una especial inclinación.

domingo, diciembre 31, 2006

Fijar población en el medio rural

Un escalofrío me recorre el cuerpo cada vez que oigo el término “fijar población”. Suena a imposición o incluso a castigo. Al escuchar el término me pregunto si, en un mundo con fronteras evanescentes, será posible desarrollar el ámbito rural a base de “fijar” a las personas. También me parece curioso que nunca se hable de hacer el medio rural atractivo o de atraer población.
La mayor parte de la población vivió de la agricultura y la ganadería durante siglos. Estas actividades requieren el uso de tierra que está perfectamente fijada. Como consecuencias, la población estaba fijada. Las actividades extractivas dependen de la existencia de un recurso natural. Por ejemplo, una mina. De nuevo, la mina está perfectamente anclada al terreno y la población estaba fijada al territorio de la mina. Las actividades industriales de gran escala, por ejemplo una planta siderúrgica, tienen ésta misma característica.
La “fijación” de la población al territorio se redujo, incluso en estas actividades, con la mejora de los medios de transporte. Hoy los mineros viven en León o Ponferrada y se desplazan a las explotaciones en las montañas. Incluso, los agricultores cosechan cultivos y subvenciones en los pueblos pero muchos viven en la ciudad.
Estos son los hechos. Ahora viene la modelización, la abstracción. ¿Cuál es la característica común a todas las actividades citadas? Dependen esencialmente de un activo (tierra, mina, factoría) que no se puede mover. ¿Existe otro tipo de activos? Sí, el conjunto de conocimientos útiles que tiene cada persona. Esos conocimientos son esenciales para la actividad productiva y se mueven con la misma facilidad con la que se trasladan hoy en día las personas. El caso extremo sería un escritor que trabaja con su ordenador conectado a Internet a través de una línea móvil. Esta persona puede elegir su lugar de residencia sin ataduras a la tierra, a un recurso natural o a un activo inmobiliario.
Los dirigentes de la ciudad donde vivo llevan años o quizás décadas soñando con la llegada de un gran inversor que cree miles de puestos de trabajo y solucione todos los problemas. Obsérvense las connotaciones míticas de la solución que se busca y compárese con otras estrategias racionales que mencionaré más tarde. Este afán les ha llevado a ser engañados sucesivamente por un supuesto inversor americano (Biomédica), por el PP (Escuela de Pilotos) y, probablemente, por el PSOE (INTECO). Seguro que hay más casos pero no los recuerdo. ¿Qué ventajas ven los políticos en estas inversiones millonarias? Una ventaja es que fijan población. Los empleados de estas grandes empresas se ven obligados a vivir en la ciudad con independencia de la ausencia de alcantarillado, el urbanismo patético, la suciedad o la incompetencia policial. Es decir, los trabajadores llegan, se compran el piso que haya al precio que se les pide y soportan todo lo demás. Este es el sueño de todo dueño del suelo o político municipal que, muy a menudo, son la misma persona. Espero que os deis cuenta de que he identificado a los beneficiarios de la fijación de población.
¿Habría otra alternativa para fijar población? ¿Cómo se podría atraer al escritor mencionado anteriormente? Supongo que ofreciéndole un entorno agradable, alcantarillado, calles limpias, policía efectiva, control del ruido y la polución, civismo o vivienda a precios razonables. Sin embargo, todas estas complejas cuestiones se consideran últimamente la bandera de retrógrados. Estas actividades todavía aparecen en los manuales de economía pública como las funciones básicas y la razón de ser de los ayuntamientos. Supongo que en las próximas ediciones desaparecerán estas funciones y aparecerán algunas que yo no entiendo pero que consumen ingentes recursos. Por ejemplo, la integración multidisciplinar sostenible. Estas otras funciones tienen la ventaja de que son difíciles de definir, imposibles de medir y, por tanto, no evaluables. En otras palabras, todo el mundo ve circular las aguas negras en la dirección contraria a la que deberían pero nadie ve los fracasos en la integración multidisciplinar sostenible.

Terminaré con algunos ejemplos locales

Alcantarillas (mi favorito)
Cuatro gotas de aguas y las alcantarillas de la calle Mariano Andrés sacan las aguas fecales hacia fuera. Lo mismo ocurre en el fantástico polígono que se está desarrollando al lado de la Universidad. Los compradores potenciales deberían pasear un día de lluvia por el barrio.

Seguridad ciudadana
Los actos de vandalismo no son numerosos pero existen y nadie los persigue. La pasividad de la policía local daría para una serie de televisión.

Precio de la vivienda
Los ayuntamientos son cómplices de los dueños del suelo. De hecho, el ayuntamiento suele obtener algún tipo de propiedad en todo desarrollo urbanístico. Por tanto, está interesado en que el solar obtenido tenga un precio alto. La estrategia que siguen es aprobar la urbanización del suelo con cuentagotas. Por ejemplo, mirad la enorme extensión de suelo que queda entre la Universidad, el Polígono X y la ronda este. ¿Qué están esperando? El lenguaje que usan es delicioso: “El mercado no absorbería un nuevo desarrollo urbanístico”. La frase completa es: “El mercado no absorbería un nuevo desarrollo urbanístico al precio actual”. Es decir, debería bajar el precio del suelo y eso no me interesa. Prefiero que hagan el INTECO y que la gente se dé de bofetadas por los pisos que yo y mis amigos les ofrezcamos al precio que a nosotros nos venga bien. Sin embargo, puedo escribir una entrada del Blog sobre el más que probable fracaso del INTECO.

jueves, diciembre 28, 2006

Libertad de elegir: la incompetente intervención en Air Madrid

Hace cuatro años decidí comprar un automóvil de tamaño medio que me permitiese hacer viajes por la península ibérica e incluso por Europa con cierta comodidad y seguridad. La casa Mercedes tenía un coche de ese tipo y acudí a un concesionario a verlo. En el concesionario y en el taller adyacente reinaba un silencio y una limpieza impresionantes. También eran impresionantes los precios de los coches que a mi me gustaban. Por lo tanto, abandoné raudo el recinto y acudí, con la cabeza baja, a comprarme un SEAT. En la manzana donde vivo hay un taller que vende y repara coches de lujo usados previamente en países europeos avanzados. El ruido, las chispas y el humo en los alrededores se asemejan al infierno que me describían quienes me enseñaron los rudimentos de la religión católica. Los coches que vende tienen un aspecto fantástico. Sin embargo, cada pocos minutos aparece una grúa arrastrando algún coche que se ha quedado parado en alguna carretera en el momento más inoportuno. El coche que trae la grúa entra en el taller y se repara, casi en el acto, a base de martillazos. De hecho, los martillazos se pueden oír durante todo el día desde cientos de metros de distancia. Recordad que en el taller de Mercedes no se oían martillazos. Si alguien tiene alguna duda de que esta historia es cierta le invito a visitar conmigo un concesionario Mercedes y el taller de mi vecino.
El caso es que existe un cliente que va al concesionario Mercedes y paga una importante suma por un servicio de gran fiabilidad. Por otra parte, existe otro cliente que paga una cantidad mucho menor por tener un coche que pueda enseñar en el pueblo pero con un grado de fiabilidad mucho menor. Este estado de cosas es aceptado con gran naturalidad por la población y por el gobierno. Una pregunta clave es cuál es el límite inferior de la fiabilidad. Una respuesta razonable es que el límite lo marca la seguridad del resto de los usuarios de la carretera. Alegando este motivo, el gobierno ha instaurado las denominadas inspecciones técnicas de vehículos. El coche puede pararse en la carretera, no arrancar o tener los asientos raídos pero no puede tener problemas graves de frenos, suspensión, dirección o riesgo de una rotura estructural en marcha. El pasado 7 de Diciembre mi modesto SEAT pasó su primera inspección técnica de vehículos sin un solo fallo y con alta puntuación. En el mismo instante, un coche parecido a los que vende mi vecino fue remolcado por una grúa al perder su derecho de circulación en la línea de inspección paralela a la mía. Yo creo que uno puede tener dudas sobre el nivel de exigencia de la inspección técnica pero no sobre su existencia.
En resumen los clientes pueden elegir entre un producto de alto precio y alta fiabilidad y otro producto que presenta una combinación con un nivel más bajo tanto de precio como de fiabilidad.
En estas circunstancias, ¿Ayudaría al alguien el prohibir la venta de los coches de precio bajo? La mayoría de los clientes de los coches de precio bajo saldrían perjudicados ya que no podrán comprar los de precio alto. Los usuarios que comparten la carretera con los clientes de los coches de bajo precio estaban y siguen estando protegidos por la normativa de inspección técnica de vehículos. El único ganador claro es el concesionario oficial de la marca Mercedes ya que los usuarios más ricos de los coches de bajo precio pasarían a comprar los coches caros.
El asunto de Air Madrid es muy parecido. Nadie ha dicho que los aviones hayan estado a punto de precipitarse al Atlántico. De hecho, existe un programa gubernamental similar al de la inspección técnica de vehículos que limita esta posibilidad. Además, los pilotos y los dueños de los aviones no tienen ningún incentivo para que ocurra una desgracia. ¿Qué pasó entonces?
Simplemente, Air Madrid estaba haciendo un servicio barato con un número limitado de magníficos aviones. Como consecuencia, cuando aparecía una avería en vez de cruzar el atlántico con el avión averiado cancelaban el vuelo o lo retrasaban hasta que hubiese otro avión disponible. En su afán de cubrir muchas rutas con pocos aviones descuidaban algunos alementos secundarios del mantenimiento. Por lo tanto, los aviones tenían un aspecto menos cuidado que los de los competidores y tenían que cancelar servicios en momentos y lugares inoportunos.
¿Quién gana con la paralización de Air Madrid? La mayoría de sus clientes no podrán volar en una compañía competidora por sus altos precios. La seguridad no ha aumentado porque nunca ha estado en entredicho. Como en el caso de los coches, únicamente los competidores de Air Madrid han ganado.
¿Qué hubiera ocurrido si no se hubiese intervenido más allá de la inspección técnica?
Los retrasos continuarían, los clientes se darían por enterados y bajaría la demanda de asientos en Air Madrid. Air Madrid podría bajar de nuevo el precio para mantener los clientes. Es decir, ofrecer un servicio para gente con muy poco dinero y muy poca prisa o mejorar la fiabilidad y ofrecer un servicio para gente con más dinero y más prisa. Es decir, no hubiera habido ninguna consecuencia dramática.
Por cierto, las aerolíneas más consolidadas hacen exactamente lo mismo con menos aspavientos. En un día normal, se pueden comprar billetes para cruzar el atlántico en clase turista con precios que van de los 300 a los 2000 euros. Por supuesto, los billetes llevan una letra que dice que tipo de tarifa has pagado. Cuando un avión se estropea, por ejemplo en Buenos Aires, algunos pasajeros pueden ser recolocados inmediatamente en aerolíneas competidoras a un alto coste para la compañía. Otros pasajeros viajarán, a coste cero para la compañía, en las horas y días siguientes en los asientos libres de los vuelos de la misma compañía. ¿Quién viajará inmediatamente? ¿Quién estará unas horas o unos días en el aeropuerto de Buenos Aires?

miércoles, noviembre 01, 2006

Sesenta litros de agua

La ministra de medio ambiente ha propuesto subir el precio del agua para las cantidades consumidas que superen un determinado umbral. Algunos medios de comunicación han hablado de sesenta litros por persona y día. El análisis de esta propuesta en los medios de comunicación es, por decirlo suavemente, lamentable.
Algunos han interpretado que se va a poner algún tipo de restricción al consumo de agua. De hecho, lo que se pretende es una subida sustancial del precio del agua. Algunas reflexiones ayudarán a entender el verdadero alcance de la medida.
Si los primeros sesenta litros se cobran a un euro y los restantes a dos euros, el precio por litro relevante es de dos euros para los que consuman más de sesenta litros. Cuándo tengas que poner una vez más el lavavajillas o ducharte debes tener en cuenta la cifra de dos euros y no la de un euro.
Cobrar un euro por los sesenta primeros litros es equivalente en términos monetarios a cobrarte toda el agua que consumas a dos euros y darte una ayuda de sesenta euros (un euro que te ahorras en cada uno de los sesenta primeros litros). La ayuda de sesenta euros la recibe tanto el que consuma sesenta litros como el que consuma seiscientos, el pobre o el rico. De hecho, quienes consuman menos de sesenta litros recibirán una subvención menor.
En resumen, cobrar el agua al precio alto es una buena medida para que la gente la use con mucho cuidado. Sin embargo, el tramo a un euro es un simple truco para enmascarar la subida de precio.
Un asunto clave poco discutido es que el ochenta por ciento del agua se destina al riego. Los precios del agua al sector agrario suelen ser muy bajos. Frecuentemente, se paga el agua con una especie de tarifa plana que no proporciona ningún incentivo al uso racional de tan precioso elemento. Sin embargo, a nadie se le ha ocurrido anunciar que se será más severo con el consumo del agua en la agricultura y que los precios del agua para ese uso subirán sustancialmente. De hecho, no hay ninguna razón para que el precio del agua de riego no sea el mismo que para usos urbanos una vez descontandos los costes de hacerla potable.

martes, octubre 31, 2006

Me gustó más el libro

Dos ratones están alimentándose en un videoclub. Uno de ellos acaba de comerse la película “El nombre de la rosa”. Ante la pregunta del otro ratón sobre el sabor de ésta, contesta: Me gustó más el libro.
Esta es una afirmación típica de intelectual. Puesto que yo no lo soy, fui al cine a ver “El nombre de la rosa”. Inmediatamente, intrigado por el trasfondo de la historia, corrí a leer el ladrillo de Umberto Eco. Un caso parecido es la película “Una mente maravillosa” que hemos alquilado en video y visto en la Facultad con los alumnos de Teoría Económica de la Decisión e Incertidumbre (TEDI). Por supuesto, la película no mejoró nuestra comprensión del equilibrio de Nash pero nuestras exploraciones del equilibrio de Nash nos permitieron entender algo de la lamentable escena de ligue en el bar. Un amigo me ha comentado que le gustó más el libro.
El último caso es la película “Alatriste”. Me gustó poder visualizar los personajes y algunas escenas básicas pero, como no podía ser de otro modo, la película se queda en estudios sicológicos de los personajes y no le da tiempo a contar ninguna de las maravillosas historias de la colección de libros. Soy un gran admirador de Arturo Pérez Reverte. De hecho, he comprado muchos años El Diario de León los domingos para poder leer su columna en El Semanal. Os dejo con dos de las últimas columnas.

Derechos, libertades y guardia de la porra

Quiero que conste por escrito, por si alguna vez doy una conferencia, un mitin o lo que se tercie. Imaginen que la vejez me afloja el muelle y accedo a presentar, ante un distinguido y selecto público, el libro de apasionantes memorias políticas De España, ni una migraña, de José Luis Carod Rovira, en atención a que el sujeto me cae de puta madre, por sutil y por simpático. O supongamos que, en recuerdo de una ultrafacha espectacular con la que tuve rollo un 20 de noviembre de 1972, o por ahí –los botones de esa camisa azul, déjate puesto el correaje, etcétera–, voy a un mitin de Caspa Tradicionalista y de las JONS en Rentería, y acabo cantando el Cara al sol, que me lo sé. Es más. Puesto ya a volverme completamente gilipollas, imaginen que apoyo las justas reivindicaciones de Sangonera la Seca, por ejemplo, cuyo Estatuto –para qué pasar hambre, si es de noche y hay higueras– empezaría así: «Sangonera la Seca (no confundir con la Verde) es una nasión, su lengua nasional es el panocho mursiano, y su futuro se basa en los campicos de golf».

Imaginen, como digo, que a uno se le ocurre meterse en tales jardines colgantes de Babilonia, y en consecuencia da un mitin que se cisca la perra. Sobre eso, o sobre lo que sea. Y en ésas, estando en pleno triunfo de masas, aparecen piquetes informativos, o como se diga cuando se juntan veinte o treinta animales, no para insultar –que va en el sueldo–, sino para informarme de que son anticatalaúnicos, antifascistas, antisistema o de Sangonera la Verde, y que en el ejercicio de su libertad democrática me van a dar las del pulpo y dos más. E imaginen que, llegados a ese punto, los picoletos, los maderos, los guindas, los mozos de escuadra, los ertzainas o cualquiera de las cuarenta y dos policías que disfrutamos aquí sin contar Prosegur, o sea, aquellos a quienes corresponde velar por mi integridad física y la del público al que tanto quiero y tanto debo, dicen que para evitar males mayores, salga por la puerta de atrás, o me atrinchere, numantino, hasta que los malos se cansen y se vayan. Y que eso es lo que hay.

Pues miren, no. Quiero decir que no me da la gana. Quede claro que, llegado el caso, lo que quiero, o exijo, es que si quienes dan la bronca y buscan sacudirme perseveran en ello, lleguen los antidisturbios y los corran a hostias. ¿Capichi? Disuélvanse, una, dos, tres, carguen. Que no pasa nada, oigan. Que cualquier democracia, incluso el monipodio de constructores y políticos golfos que tenemos aquí, es compatible con eso. Y para tal menester están los de la porra, en todas partes salvo en este país de cagaditas de rata en el arroz. O tenemos guardias o no los tenemos. O semos o no semos. A ver por qué debo salir en los periódicos circundado de cuatro picos y medio, con cara de acojono, mientras me tiran botellazos, en vez de llevarse a tomar por saco a quienes arrojan las botellas. ¿No es más lógico? Si un día le toca a un rey o a un presidente de gobierno –que les tocará– ¿también van a protegerlo así?… Hemos invertido los términos de todo, y lo peor de vivir en pleno disparate es que ya vemos cualquier barbaridad como lo más natural del mundo. Y reniego de la madre que nos parió. No quiero que me lleven hasta el coche cubriéndome con escudos; que se metan los escudos donde les quepan. Lo que exijo es ir a donde me dé la gana, a mi aire, charlando con quien me apetezca y diciendo lo que estime oportuno. Y quiero que la autoridad competente lo garantice, ejerciendo legítima violencia institucional si hace falta, que para eso tiene el monopolio, en vez de ir siempre a remolque del qué dirán y los complejos, jugando a los triles con el voto de hoy y el Dios te ampare de mañana.

Caben alternativas, claro. Pero son siniestras. Es peligroso que tanta bazofia incontrolada confirme que en este país demagogo, cobarde, no es posible respaldar la seguridad de nadie, porque la calle es del primero que la toma, y los derechos y libertades de los demás acaban donde empieza el telediario. Con tales perspectivas puede ocurrir que, para el próximo acto en territorio hostil, el agredido se haga acompañar de unos amiguetes; que cada cual tiene los suyos. Y al primero que quiera sacudirles con la pancarta, en vez de decir socorro, pupa, el suprascrito y sus compadres le metan la pancarta por el ojete; y allí haya leña, en efecto, pero a gusto de todos. Me pregunto a quién protegerá entonces la Policía y a quién llamaremos fascista. Además, tales murgas se sabe cómo empiezan, pero no cómo acaban. O sí.

La guerra civil que perdió Bambi

En mi familia perdieron la guerra. Mi padre hizo poco para ganarla, pues la pasó en artillería antiaérea, jugando al ajedrez entre bombardeo y bombardeo. Pero mi tío Lorenzo, que se alistó con dieciséis años y volvió de sargento y con agujero de bala a los diecinueve, se comió el Ebro y Belchite. Quiero decir con eso que, por nacer doce años después de la guerra, tuve información oral fresca: combates, represión, cárceles, paseos a manos de milicianos o falangistas, y cosas así. Soy de Cartagena, donde la cosa estuvo cruda. Tuve además, como casi todos los españoles, a parientes en ambos bandos; y allí lucharon y también fueron fusilados por unos y otros, en aquella macabra lotería que fue España.

Poseo, por tanto, elementos casi de primera mano sobre esa parte de la memoria que ahora tanto agitan. Y nunca me tragué lo de buenos y malos: ni cuando niño las hordas rojas, ni de mayor los fascistas de fijador, brillantina y correaje. Tuvimos de unos y otros, naturalmente. Y a la guerra siguió una dictadura infame, ajena a la caridad. Pero hay un par de puntualizaciones necesarias. Una es que, españoles todos, llenos de los rencores, las envidias y la mala baba de la estirpe, canallas y asesinos lo fuimos en los dos bandos. Otra, que casi todos se vieron envueltos en aquello muy a su pesar; y que, entusiastas y héroes aparte –a ambos lados los hubo con igual coraje y motivos–, la mayor parte estuvo en las trincheras de modo aleatorio, según donde tocó. La prueba es que hubo más deserciones –pasarse, decían– por volver al pueblo con la familia, que por ideología nacional o republicana.

Por eso estoy hasta los cojones de que me vendan burros teñidos de azabache. Si de pequeño no creí lo de la Cruzada y la espada más limpia de Occidente, no pretenderán que me trague ahora lo del pueblo en armas en plan Bambi: aquí la buena gente proletaria, y allí espadones y señoritos. Mi padre y mi tío, verbigracia, eran chicos de buena familia, pero defendían a la República. Entre otras cosas, porque el pueblo eran muchos pueblos y muchos hijos de vecino, y cada cual, según le iba o donde caía, era de su padre y de su madre. Por mucho que, a falta de argumentos actuales, de inteligencia política, de cultura, de ideas claras y de otra cosa que no sea el hoy trinco votos y mañana veremos, ciertos habituales de los telediarios estén empeñados en ganar por la cara, setenta años después, las guerras que perdieron sus abuelos, o los míos. Y no sé hasta qué punto la demagogia y el fraude calarán en jóvenes a quienes eso queda muy lejos; pero ya empiezo a estar harto de tanto bocazas y tanto cuento chino. Una cosa es que aquellos a cuyos parientes fusilaron por rojos puedan, al fin, hacer lo que hicieron otros en los años cuarenta: honrar los huesos de sus muertos. Otra, que se falsee la Historia para reventar al adversario político de ahora mismo, suplantando la realidad con camelos como aquel grotesco Libertarias que rodó hace años Vicente Aranda, poblado de angelicales milicianos. Por ejemplo.

Así que ya está bien de mezclar churras con merinas. Tengo verdaderas ganas de oír, en boca de estos cantamañanas aficionados no a desenterrar muertos, sino rencores, que el franquismo sometió a España a una represión brutal, cierto; pero que, de haber ganado la República, sus fosas comunes también habrían sido numerosas. Que ya lo fueron, por cierto, aunque ahora se cargue todo en la ambigua cuenta de los incontrolados. Y no digamos si hubieran vencido los tipos duros del partido comunista, entonces férreamente sujeto al padrecito Stalin; pregúntenselo a don Santiago Carrillo, que de ajustes de cuentas con derechas e izquierdas sabe un rato. Y en cuanto a los nacionalismos radicales –esos miserables paletos que tanta manteca han sacado de la guerra civil, y la siguen sacado–, sería útil recordarles que al presidente Companys, por ejemplo, cualquier gobierno izquierdista fuerte y consecuente lo habría fusilado también, acabada la guerra, por traidor a la República, a la Constitución y al Estatuto. Y del pueblo vasco que acudió a defender la libertad, curas incluidos, como un solo gudari y como una sola gudara, podemos hablar despacio otro día, porque hoy se me acaba la página. Incluidos los tercios de requetés donde se alistaron de abuelos a nietos apellidados Iturriaga, Onaindía, Beascoechea, Elejabeitia, Orueta o Zubiría; a quienes ni siquiera Javier Arzalluz –la jubilación más aplaudida de la historia reciente de España– podría llamar españoles maketos de mierda.

miércoles, octubre 25, 2006

Análisis económico de la extraña decisión de un economista

Le cedo la palabra a Doña Victoria Prego.
25 de octubre.- A Miguel Sebastián han acabado recurriendo.
Vaya por Dios, habrá pensado él, aunque es seguro que esto no va a ser gratis.
Veamos: un economista que viene de dirigir el departamento de estudios de un banco privado, que luego entra en la política pero por la puerta de atrás, que no logra que Zapatero le dé una cartera de ministro pero que se queda asesorándole a él y al Gobierno en general, va y se mete de pronto a luchar por la alcaldía de Madrid. ¿Vocación?, ¿Amor inconmensurable a la ciudad de Madrid? ¿Pasión por la M-30? ¿Añoranza de Las Vistillas?
No parece ¿no?
Esta no es una operación auténtica. Esta es solamente la parte visible de una operación que tiene mucho más recorrido y, sobre todo, más compensaciones para Miguel Sebastián.
Hagamos conjeturas. Zapatero no encuentra ya quien esté dispuesto a socarrarse en la parrilla de la candidatura sin candidato.
Nadie, después del fiasco Bono se apunta a que se le rían en la cara. Lo de la vicepresidenta ha sido un calentón de ZP que, afortunadamente se le ha pasado. Menos mal, porque esa idea era suicida para él y para ella.
Y no le queda más remedio que dar la orden a alguno que se deje. Pero ese ‘alguno’ tiene que tener una compensación que justifique su sacrificio que es grande. ¿Qué compensación?
Miguel Sebastián no es ministro. Pero lo será después de haberle hecho a su presidente el favor de su vida.
Ahora se lanza a la campaña y se chamusca un poquito en ella. Nadie le hará caso como candidato porque, entre otras cosas, es un perfecto desconocido para la opinión pública.
Pierde las elecciones. Está descontado y no le importa demasiado. Aguanta un ratito en la oposición, se toma unos vinitos con Ruiz Gallardón, hablan de política, del centro derecha y del centro izquierda y, cuando Solbes se marche, que se va a marchar, Miguel Sebastián tendrá la cartera de ministro esperándole.
Este es el pacto. Creo.
Conclusión: el presidente del Gobierno, que se ha enredado personalmente en este embrollo, que maldita la falta que le hacía, da por perdida la alcaldía de Madrid. Ya no puja más.
Ahora saca un alfil para que le rellene el hueco, y a otra cosa.
Y, como es sabido que él considera que el candidato socialista a la Comunidad, es un mal candidato –a algunos se lo ha dicho personalmente- pues se supone que se retira por completo de esta batalla madrileña.
Aguirre y Gallardón podrían brindar juntos si no corriéramos el riesgo de que, antes de haber chocado sus copas, se tiraran el cava por la cabeza.
Esto es lo que hay. Ahora tendremos que fijarnos en si a Miguel Sebastián se le va poniendo cada vez más cara de concejal o más cara de ministro. Apuesto a lo segundo. Siempre que Zapatero vuelva a ganar las elecciones. ¿O quizá antes de eso?

lunes, octubre 23, 2006

¿Luchando contra la pobreza?

Los periódicos del domingo se hacen eco de una serie de actos solidarios destinados a “luchar contra la pobreza”. Ojalá me equivoque y realmente estos actos ayuden a aliviar los problemas de los más desfavorecidos de este mundo. Pero la cosa pinta mal.
En primer lugar, estos festivales tienen unos gastos perfectamente cuantificables. Por lo tanto, a mí me gustaría tener alguna medida de los beneficios que reportan a los pobres. En este sentido, mis preguntas son:
¿Puede alguien proporcionarme una lista de esos beneficios?
¿No sería mejor donar directamente el dinero gastado en estos festivales a una organización benéfica?
http://www.umbele.org/
El relato del festival que hacen los periódicos lo muestran como una mera plataforma para lanzar proclamas simplistas sobre las causas y posibles soluciones de la pobreza. El ejemplo más notorio es la propuesta de condonación de la deuda. La partida de gastos de esta propuesta está clara. También esta claro quién pagaría la factura: los contribuyentes de algunos países. Lo que no está nada claro es quién sería el beneficiario de la política. Los países pobres lo son por cusas diversas y profundas de las cuales la deuda es más síntoma que enfermedad. No sería una mala idea aliviar los síntomas pero eso no garantiza que el problema se resuelva ni siquiera que los síntomas no regresen muy pronto. Por supuesto, la propuesta no pasa de ser una frase que suena bien. Algunas preguntas básicas que nadie se hace son:
¿Se trata de una condonación sin contrapartidas?
¿Se podrían dedicar estos fondos a una ayuda más efectiva?
Al final, lo que me molesta es el grado de pereza intelectual que muestran los que parecen más interesados en el problema y el hecho de que no se les puedan pedir resultados ya que sus intenciones son nobles.
Para finalizar, no puedo resistirme a mostrar un ejemplo de la actitud que critico por parte del gobierno de España:

http://www3.unileon.es/personal/wwdeecas/clasesW/crecW/vega.htm

jueves, octubre 19, 2006

Externalidades: aparcando en el campus

8:30. El mayor aparcamiento del campus está casi vacío.
9.30. El aparcamiento está medio lleno o medio vacío según los ojos con que se mire.
13.30. La gente se va animando a acercarse al campus y, como consecuencia, el aparcamiento está completamente lleno. También hay coches aparcados en los descuidados caminos peatonales y los remedos de jardín que rodean al aparcamiento. En uno de esos trozos de hierba descuidados destaca siempre el coche de lujo de un profesor de impecable discurso político cuyos planteamientos ecológicos están próximos a los de grinpis. Indudablemente, sus múltiples ocupaciones fuera del campus le impiden llegar más pronto y comportarse de acuerdo a sus principios ecologistas.
Este estado de cosas sugiere dos reflexiones superficiales:
1. La gente es ecologista para limitar las actividades de los demás pero no está dispuesta a esforzarse por sus convicciones ecologistas.
2. La vigilancia municipal y universitaria sobre el uso del campus es muy deficiente. Esta segunda observación merece una entrada propia en el blog.
La reflexión más profunda y práctica es que el espacio para circular y aparcar es limitado y los automóviles han superado con creces las infraestructuras disponibles. En estas circunstancias, los economistas tienen claro que se impone un racionamiento. Las personas más benevolentes suelen plantear dos tipos de racionamiento:
1. Conceder permisos de aparcamiento a los más necesitados. Por ejemplo, al profesor ecologista pluriempleado.
2. El sorteo es también un método muy apreciado por las personas de buen corazón. En este punto es necesario recordar que, de algún modo, en este país se sortean plazas de funcionario (incluido profesor universitario), viviendas sociales, etc.
El segundo punto merecería una entrada de blog independiente. El apego de todo un país a los juegos de azar podría ser el objeto de multitud de investigaciones científicas. La única explicación económica que se me ocurre es que en una economía terriblemente intervenida y poco dinámica muy poca gente espera hacerse rica por su trabajo o talento. A falta de esto, las diversas loterías son el único, aunque improbable camino, para lograr un anhelo natural humano.
La decisión de sortear los tribunales de oposición, las viviendas sociales, las plazas del conservatorio y de la escuela de idiomas se debe a la pereza intelectual. Nadie puede decir que el sistema de sorteo contenga un ápice de racionalidad o justicia. Aquellos de nosotros que todavía vemos alguna ventaja a la sanidad pública esperamos aterrados el momento en que se sortee la asistencia sanitaria.
Los neoliberales salvajes partidarios del patrón mundial de comercio suelen proponer algo tan sencillo como vallar y adecentar el aparcamiento y cobrar por aparcar. Como esta opción tiene muy pocos adeptos trataré de comentar alguna ventaja:
1. Obliga a la gente a tener en cuenta el coste para los demás de traer el coche al campus. En ausencia de esta medida, sólo se tiene en cuenta la comodidad personal.
2. Al ser más caro venir en coche empiezan a ser atractivas otras formas de transporte como el autobús, la bicicleta o caminar. Las empresas de transporte público tienen un mercado potencial mayor y pueden expandir sus servicios.
3. Permite a la universidad explotar un recurso propio que está regalando a los conductores. Los ingresos procedentes de este recurso pueden dedicarse a la que debería ser la actividad fundamental de la universidad, la investigación y la docencia, en vez de proporcionar aparcamiento gratuito indiscriminadamente.
En las ocasiones en que he mencionado variantes de este problema, a mis alumnos les salta el resorte solidario y dicen que este sistema es lesivo para los más pobres. Mi contestación es que es lesivo para los más pobres que tengan coche. En ese caso, la universidad puede dar una beca de aparcamiento a aquellos que demuestren que, a pesar de poder comprar un coche y hacerse cargo de sus enormes gastos, no pueden pagar el aparcamiento.

lunes, octubre 16, 2006

Phelps: gente pensante y expectante en la macroeconomía

CÁNDIDO PAÑEDA. Publicado en La Nueva España el 15 de Octubre de 2006

Lo primero que se debe señalar respecto a Edmund Phelps, el Nobel de Economía de este año, es que es un todo integrado en el que se encuentran los mil senderos que siempre se bifurcan. Así lo ha considerado, de hecho, la Fundación Nobel al darle el premio a él sólo. Por ello, no seríamos justos con Phelps si separáramos su obra de su vida, y de ahí que hablemos de ambas a continuación.

Vida: un hombre viajado y «vivido». Edmund S. Phelps nace en Chicago en 1933, en el peor momento de la Gran Depresión, y estudia Economía en Amherst, de donde salió con una «vaga sensación de que la microeconomía que se enseñaba en un conjunto de asignaturas no se comunicaba con la macroeconomía de las otras». Continuó sus estudios (posgrado) en la Universidad de Yale, en los que se encontró con dos economistas de primera y futuros premios Nobel: Tobin y Schelling. Se encontró, además, con economistas de Europa central (Fellner y Wallich), que, intuía, podían abrirle las puertas a un paradigma macroeconómico alternativo al entonces reinante.

Mitteleuropa se convirtió en una fascinación y por ella viajó mentalmente y, por otra parte, Fellner y Wallich tenían, efectivamente, otra forma de ver la macroeconomía: «siendo la subjetividad centroeuropea una segunda naturaleza para ellos, insistían en las expectativas de los agentes respecto a la inflación y, en general, respecto a los precios y los salarios».

Termina sus estudios de posgrado en Yale y retorna pronto a dicha Universidad y publica su famoso artículo sobre la «regla de oro» (1961). Aunque avanzaba rápidamente en su carrera, era consciente de su situación: «Éen pocos años me convertí en un economista reconocido internacionalmenteÉ (pero), si quería hacer algo de una profundidad y distinción inusual tenía que pensar mucho más duro de lo que lo estaba haciendo, para elevar el nivel de mi juego».

Eso es lo que hará en la Universidad de Pensilvania, a la que se incorpora en 1966. En ella realiza los trabajos sobre la inflación y el desempleo (los dos primeros se publicaron en 1967 y 1968, a los 34-35 años), que, junto con el ya citado de la «regla de oro», le llevarán al Nobel casi cuarenta años más tarde. En el otoño de 1971 (48 años) y tras el final de su primer matrimonio, se incorpora la Universidad de Columbia (Nueva York). Conoce entonces a Viviana Montdor, «quien había venido de Buenos Aires (vía París)», con la que se casó en 1974 y ha vivido desde entonces. En Columbia cuenta con dos discípulos de primera: John Taylor y Guillermo Calvo (uno de los economistas hispanos, es argentino, que goza de mayor reconocimiento internacional), con los que trabajará durante la década siguiente con gran armonía y éxito. Los primeros ochenta son años de síntesis y de más viajes: en ellos Phelps publica un manual («Economía Política. Un texto introductorio») y se mueve por Europa. En síntesis, Phelps es un economista viajado y «vivido», esto es, ha viajado, mental y físicamente, por el mundo y ha vivido con muy buena gente y, aunque no entraremos en esta etapa más reciente, en sus 60 y 70 sigue fiel a su filosofía de vivir y viajar.
Obra: un macroeconomista microeconomista. A Phelps le han dado el Nobel «por su análisis de los intercambios intertemporales en la política macroeconómica». Esto es, estudia la política macroeconómica en clave de las interdependencias del hoy con el mañana. Para ver su valor añadido conviene situarse en el año 1936, en el que Keynes publica su «Teoría general», que es la base de la política macroeconómica posterior a la II Guerra Mundial. Así, del diagnóstico de Keynes se derivaba una receta muy clara que era que se podía combatir el desempleo no voluntario aumentando la demanda agregada (vía, por ejemplo, un incremento del gasto en obras públicas), sin mayores costes en términos de inflación. El siguiente paso se da en 1958, cuando un minero de Nueva Zelanda devenido en ingeniero y economista y llamado Alban William publica en la revista de la London School of Economics («Economica») un artículo sobre la relación entre el desempleo y la tasa de variación de los salarios. En él se mostraba que al reducirse el nivel de desempleo aumentaban los salarios. Dado que los salarios influyen en los precios, ello era lo mismo que decir que había un intercambio entre inflación y desempleo (se podía cambiar una mayor inflación por un menor desempleo).

La primera es mala, pero podría ser bienvenida si sirviera para reducir otro mal mayor, que era el desempleo, y de ahí que la curva de Phillips (así se apellidaba Alban) modificara un poco el planteamiento inicial de Keynes (se podía seguir reduciendo el desempleo aumentando la demanda agregada, pero ahora con un coste en términos de inflación). La curva de Phillips era simplemente una regresión y no se basaba en ninguna teoría económica, pero era útil: se podía elegir la combinación de paro e inflación deseada en cada momento de tiempo y el futuro no influía en dicha elección. Es aquí donde aparece Phelps con un artículo publicado en esa misma revista en 1967. Lo que plantea Phelps es una curva de Phillips con un nuevo componente: las expectativas respecto a los precios. Esto es, antes se relacionaba la inflación de un determinado momento con el desempleo de dicho momento y ahora se la relaciona, además, con las expectativas respecto a la inflación. Ya tenemos pues un planteamiento intertemporal: la inflación de hoy depende del desempleo de hoy y (valor añadido de Phelps) de las expectativas que tenemos sobre la inflación que habrá mañana. Con ello, Phelps introduce las expectativas (aquella idea que había tomado de sus profesores Fellner y Wallich, que procedían de la fascinante Mitteleuropa). Esta aportación de Phelps es fundamental y ha tenido grandes consecuencias en términos prácticos, ya que ahora los bancos centrales tienen en cuenta esas expectativas respecto a la inflación a la hora de formular la política monetaria, pues saben que lo que pensamos sobre el mañana influye en el hoy.
Con todo, Phelps no estaba muy satisfecho con este resultado, pues no tenía bases microeconómicas. Dicho de otra manera, en esta macroeconomía había inflación y desempleo, pero faltaba la gente: «faltaba algo fundamental; no nos situaba en la mente de las empresas, de sus directivos. El hombre es un ser pensante, expectante. Lo que se precisaba era un modelo de una secuencia: las expectativas de la empresa, sus acciones posteriores y las de los demás, el descubrimiento de las acciones de los demás, la formación de nuevas expectativas, etcétera». El modelo de la secuencia aparece en su artículo de 1968 en el «Journal of Political Economy». De los economistas dedicados al estudio de la economía laboral Phelps había obtenido la idea de que las empresas se sienten incómodas cuando el desempleo es bajo, pues ven que pueden quedarse sin algunos de sus trabajadores. En una situación como ésta, una empresa intentará retenerlos pagándoles un salario superior al de equilibrio en el sentido tradicional de este término (esto es, un salario superior al que iguala la oferta y la demanda de trabajo). Ahora viene la reacción de las demás empresas, que, por la misma razón, hacen lo mismo: todas las empresas pagan un salario mayor que el de equilibrio y, encima, están también en desequilibrio en lo que se refiere a la falta de igualdad de sus expectativas con la realidad (Phelps considera que existe equilibrio cuando lo esperado coincide con lo realizado, pues, en ese caso, la realidad coincide con el deseo y la gente deja de moverse). El equilibrio respecto a las expectativas se logra con una posterior reducción de los salarios que, en todo caso, se mantienen por encima del salario al que se eliminaría el paro no voluntario y, en definitiva, al que habría equilibrio entre la oferta y la demanda de trabajo. Con este análisis Phelps abre toda una nueva línea de investigación, en la que, por una parte, se explica la macroeconomía en clave microeconómica y, por otra, las expectativas y los problemas de falta de información (cada empresa quiere retener a sus trabajadores pagándoles un salario un poco mayor que el promedio, pero no sabe que todas están haciendo algo similar, con lo que el salario medio está cambiando) se convierten en aspectos clave.
La importancia, en términos prácticos, de este análisis de Phelps es fundamental: si uno intenta aumentar la demanda agregada (más obra pública, por ejemplo) para disminuir el paro se encuentra con que, a largo plazo y debido al mecanismo de fijación de salarios antes descrito, no hay un intercambio entre inflación y desempleo (la curva de Phillips original), sino que aumentará la inflación sin que se reduzca el desempleo. Esto es, con la curva de Phillips incurríamos en un mal (más inflación) para lograr un bien (más empleo o menos desempleo) y con la curva de Phillips ampliada (por Phelps y, desde otra perspectiva, por Milton Friedman) incurrimos en un mal (más inflación) creyendo que obtendremos a cambio un bien (menos desempleo) y resulta que terminamos sin el bien (la reducción del desempleo) y con el mal (la inflación). Dicho de otra manera, a largo plazo no es posible combatir el paro aumentando la demanda agregada. En síntesis, la política macroeconómica cambia radicalmente tras la obra de Phelps.


Cándido Pañeda es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo

miércoles, octubre 04, 2006

¡Que nervios! El premio Nobel de Economía

El premio Nobel de Economía será anunciado a las 13.00 (tiempo central europeo) del lunes 9 de octubre según anuncia la página web de la Fundación Nobel. Volveré de clase de Microeconomía, sacaré un café en la máquina y retocaré los apuntes de clase. Siempre aprendo algo durante la clase y trato de incorporarlo inmediatamente a mis notas. La alarma de mi Palm sonará a las 13.00 y podré ver en la página web los nombres, las biografías y una explicación de la contribución científica. En las horas siguientes empezarán las interpretaciones de los medios de comunicación de la contribución científica de los premiados. Estoy casi seguro de que me darán oportunidad de encontrar algún error básico de análisis que trataré de compartir con vosotros.
La verdad es que es un momento del año que me gusta. Me recuerda que tengo la fortuna de trabajar en un ámbito científico que ha estado acumulando y refinando conocimientos durante varios siglos. Algunas de las ideas de los premiados en ediciones anteriores son creaciones humanas que llaman la atención. Algunas personas tienen sensibilidad para apreciar un edificio, otros una pintura o una obra musical. La sensación ante alguna de las creaciones intelectuales de los grandes economistas es la misma.
El sentimiento que acompaña a la admiración es la envidia. Me falta la inteligencia, la capacidad de trabajo y el golpe de suerte que te lleva a poder proponer una explicación razonable a algo que nadie entiende. Me tengo que limitar a transmitir a la gente que me rodea la naturaleza de una gran empresa intelectual en marcha. En este sentido, creo que las clases deben ser una ventana más o menos bien situada a una disciplina centenaria en continua evolución. Algunos de los resultados obtenidos hasta la fecha son de tremenda utilidad pero es necesario reconocer que se trata de una ciencia joven.
Mi visión del contenido básico de la economía se resume en esta apreciación que aparece en las páginas iniciales del libro de Microeconomía Intermedia de Pashigian (1996):
“En vez de basarse en el tipo de cultura, costumbre o ignorancia para explicar el comportamiento de los consumidores o las empresas Teoría de los precios y aplicaciones” parte de la premisa básica de que la mayor parte de los comportamientos pueden explicarse como respuestas racionales a incentivos económicos”

Nunca hubiera tenido esta visión asistiendo a clase con la mayoría de mis profesores. La historia allí era más o menos así:
1. La cosa va muy mal la mires como la mires y empeora cada día.
2. Los consumidores son engañados constantemente por taimados productores. 3. El hecho de que la misma persona pueda ser consumidor y productor no parecía suponer un problema para el argumento central. ¿Esquizofrenia?
4. No obstante, en cuanto estos mismos individuos alcanzan un cargo público se convierten en seres infalibles capaces de marcarles pautas virtuosas a los consumidores y dejar atrás su oscuro pasado como productores para servir al bien común.

domingo, octubre 01, 2006

Manuel Elkin Patarroyo

La semana pasada estuvo en nuestra ciudad Manuel Elkin Patarroyo. Puesto que no sale en los programas de televisión de mayor audiencia tendré que hablar un poco de él. Se trata de un científico colombiano que en 1994 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica. La página web de la Fundación Príncipe de Asturias dice:

“Nacido en noviembre de 1946 en Ataco (Tolima, Colombia), Manuel Elkin Patarroyo Murillo es el autor de la primera vacuna sintética creada en el mundo para la prevención de la malaria y reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), organismo al que cedió la patente”

La vacuna ha tenido sólo un éxito parcial pero se sigue investigando sobre el tema. Entiendo que se trata de una enfermedad compleja y aunque los medios de comunicación sólo dedican espacio a los éxitos científicos, el camino del éxito está pavimentado con fracasos. Creo también que nadie se hace famoso con una vacuna contra la malaria independientemente del grado de efectividad que ésta tenga. La notoriedad de Patarroyo viene del hecho de que en su día donó la vacuna a la OMS en vez de venderla a un laboratorio. Una frase de una página web elegida casi al azar resume perfectamente el sentir popular sobre este científico:

“Otro hecho que honra a Manuel Patarroyo es su negativa a ceder o vender la patente de su vacuna a las multinacionales farmacéuticas, pues es consciente de que esto elevaría considerablemente el precio del producto final y perjudicaría especialmente a los más desfavorecidos, aquellos a quienes va dirigida. Consecuentemente, donó su descubrimiento a la Organización Mundial de la Salud.”

El caso es que es difícil cometer más errores económicos en menos de cinco líneas. Imaginaos que estáis completamente solos en el medio del desierto y tenéis una botella de agua. De repente, veis a Bill Gates que se acerca con aspecto de llevar varios días perdido y de tener mucha sed. A la hora de venderle la botella de agua no debería importar si os la ha regalado Patarroyo o la habéis comprado en la cafetería de los almacenes Harrods de Londres. Lo que importa es que Bill Gates está forrado y seguro que está dispuesto a pujar fuerte por esa botella. Si el explorador perdido es una persona con menos medios seguro que se la venderíais por bastante menos. De hecho, puede que el explorador sea una persona sin medios económicos y que regalarle la botella sea lo más razonable.
Espero que os deis cuenta de que el juego cambiaría sustancialmente si estuvieseis en un pueblo del desierto en que hubiese varios establecimientos hosteleros que vendiesen agua. En ese caso, el coste de la botella empezaría a tener importancia a la hora de fijar al precio ya que los vendedores competirían en precios a la baja con el límite inferior marcado por el coste. El mercado de los medicamentos se parece bastante al primer caso. Alguien tiene en exclusiva algo que necesitas y la voluntad de pago de los consumidores importa más que el coste de desarrollo para fijar el precio.
Una manera de contar la historia menos complaciente con Patarroyo es que los consumidores potenciales de la vacuna carecen de medios económicos. Por tanto, la voluntad de pago de los laboratorios por la citada vacuna es probablemente muy baja o nula. Ante esta circunstancia, puedes regalársela a la OMS o cualquier otra organización sin solucionar el problema.
El segundo error económico es pensar que la OMS va a lograr la producción y distribución mundial efectiva del producto. ¿Lo va a fabricar en sus oficinas en Ginebra? ¿Qué red logística usará para su distribución?
Una cuestión que siempre se obvia es la infraestructura sanitaria de los países que necesitan la vacuna. Un grupo de bienintencionados ciudadanos podemos fletar un avión cargado de vacunas e intentar que lleguen a algún lugar remoto de Africa. El transporte y la corrupción van a ser el primer escollo, la ausencia de cultura sanitaria sobre el terreno el segundo y la ausencia de personal e instalaciones médicas el tercero. Algunos de estos problemas son discutidos brillantemente por Xavier Sala i Martín en su libro divulgativo al que os remito para un análisis más profundo.

La notoriedad científica de Patarroyo está basada en su arduo trabajo. La notoriedad social está basada en algunos mandamientos del catecismo laico actual:
1. Las multinacionales son malas y hacen daño a los pobres con independencia de su comportamiento.
2. Los organismos internacionales son buenos aunque no sepamos de dónde sacan el dinero, qué hacen con él y cuál es su grado real de efectividad.
3. Sólo importan tus intenciones no el resultado de tus acciones.
Estos mandamientos se resumen en uno, paga tus impuestos y calla.

domingo, septiembre 17, 2006

Otra historia similar a las propinas: la prohibición de cobrar intereses entre los musulmanes

La religión musulmana prohíbe cobrar intereses por los préstamos. No obstante, los bancos han encontrado la manera de sobreponerse a semejante problema. En vez de concederte una hipoteca cuando compras una casa y cobrar intereses por el préstamo, el banco compra la casa y te la alquila por el periodo de duración de una hipoteca con opción de compra a un determinado precio. Obviamente, si sumas el alquiler y el precio de la opción de compra va a dar una cantidad igual al precio de compra original de la casa más los intereses de una hipoteca más las molestias del banco para montar toda esta historia.

jueves, septiembre 14, 2006

El paraíso español: las propinas

En el infierno estadounidense los camareros obtienen sus magros ingresos de las propinas. Lo que llama la atención es como un simple elemento folclórico, las propinas, consigue confundir a una persona inteligente y cultivada.
Imaginad por un momento que los camareros tengan alternativas de empleo en que pagan cinco euros a la hora. Si por término medio las propinas ofrecen más de cinco euros a la hora habrá mucha gente dispuesta a trabajar de camarero. Si por el contrario, las propinas dan un rendimiento horario menor de cinco euros habrá una notable escasez de camareros. Si el salario de los empleos alternativos de los camareros suben a diez euros sólo habrá camareros si las propinas proporcionan un salario de diez euros. Es decir, el salario dependen de las condiciones del mercado de trabajo y no de la forma de pago: propinas, en especie, semanal, mensual, anual.
El verdadero problema es que es difícil vivir bien ganando cinco euros a la hora pagados en propinas o ingresados por tu jefe en un fondo de inversiones. Entender por qué algunos trabajos pagan muy poco requiere estudiar al menos un libro de introducción a la economía. No obstante, los aspectos más interesantes del problema aparecen en microeconomía intermedia y en un curso básico de economía laboral.
No pretendo que los escritores usen su tiempo en estudiar todos estos temas pero si quiero recuperar una frase de Don Federico, un gran profesor de física de Oviedo: “la gente va por ahí presumiendo de sus conocimientos enciclopédicos y no tienen ni idea de cómo funciona una polea o una bicicleta”. Parece que la ignorancia de los rudimentos de la física o de la economía no sólo es socialmente aceptada sino que, muy frecuentemente, es alabada. Sin embargo, yo noto una gran diferencia entre física y economía. La gente no suele hablar mucho sobre física y la ignorancia pasa desapercibida mientras que yo encuentro material suficiente para las clases de la semana en los errores económicos de los intelectuales oficiales en los suplementos dominicales.